sábado, 21 de febrero de 2009

Ibn Marwam y los albañiles en Badahó






El sino de Ibn Marwan, estaba claro, era asomarse todos los días a la ventana al amanecer desde la Alcazaba, para otear su bienamada y desastrosa ciudad. Era lo primero que hacía siempre después de aliviarse de las aguas menores. Dejaba a su amada en deshabillé en el noble lecho y se asomaba a la ventana por el alféizar o por detrás.
Raro era el día en que no le despertaba el vocerío de una chusma que decía ser una cuadrilla de albañiles, a los que amonestaba de lejos, a bordo de un 4-L de la Policia municipal, un apuesto joven de luenga melena al que decían maestro Bonilla y cuya única obsesión era repetir una y otra vez:

–Yo no hablo si no me autoriza el alcalde o si no lo da por bueno JuanMa Cardoso.
Ibn Marwam se revolvía ante su ayuda de camarilla, profiriendo la consabida frase:

–¡Cuán gritan esos malditos!
Y se quedaba tan pancho. Pero los malditos, lejos de amendrentarse, se descojonaban y le daban más al martillo pilón:
–No le hagáis caso a ese pirao, que está obsesionado con el ruido cuando podía estar metido en la cama con la mora (¡uy!, pedón) que está siempre pidiendo guerra y él no le hace ni caso.

Y la del alba sería cuando a Ibn Marwan, después de haber fundado Badahó, se le ocurrió que podia fundar otras cosas: el caño de la Cambota, el camino viejo de San Vicente, la calle de Las Lavanderas, la Suerte del tio Saavedra, la Barriada del tio Llera, el barrio del tío Antonio Domínguez, el Cerro del amigo Reyes, en fin, que si no fundó la catedral es que porque luego iba a fundarla Rodríguez Ibarra, no te digo.
Pues en esas andaríamos cuando la cuadrillla que se había apostado a las puertas del alféizar de la Alcazaba comenzó a proferir grandes e enormes voces y a reclamar la resistencia activa de otros, que en cuadrillas similares llegaban desde el Gurugú, las Cuestas, el barrio de la Independencia (?), los comerciantes de la calle Menacho, los aún empleados de Zara, los de la lista de espera de Ikea, en fin, todo el mundo mundial queriendo meter baza y sacar tajada del invento.
–"¡A de la almena!" (¿Lo digo con hache o sin hache.? Lo digo sin hache.), gritó un descamisado desde los bajos de la torre a un Ibn Marwn extasiado ante la Nintendo.
–"¡B de Badahó!", replicó el moro (¡uy, perdón!) desde lo alto de la torre siguiéndole el juego.
El andoba de abajo, cual si fuera un vendedor del mercadillo, se colocó el antifaz de plata de los carnavales y aventuró al Ibn Marwan.
–No te digo que juicios tengas y los ganes. Te digo que albañiles tengas y los mantengas.
Como por arte de birlibirloque comenzaron a llegar cuadrillas de operarios sacados apresuradamente del paro dispuestos a acogerse al fondo inventado por Zetapé. Desde el alfeízar Ibn Marwan miraba desolado.
–"Pero si esto parece la calle Agustina de Aragón", fue capaz de decir en voz alta
Los unos fontaneros, los otros escayolistas, algunos yesistas, otros tal que tractoristas, contratistas, subcontratistas, sucedáneos de subcontratistas como en el acerado de Agustina de Aragón... Fueron arrollados por los transportadores de pallets del supermercado de la calle jodida de Agustina de Aragón, (el Eroski, ¿para qué vamos a ocultarlo? Que lo sepa el maestro Bonilla) y también fueron arrollados por otros incívicos vecinos a los que Ibn Marwan miraba con preocupación: jodido es fundar una ciudad y que te la cableteen, que te la llenen de agujeros, hoy por Telefónica, mañana por Sevillana, otro día por las oficinas de la Junta, acaso por Retevisión o yo qué se, me rindo).
Y a todo esto crotoraban las cigueñas en la no muy lejana catedral, seo de la villa, mientras Alberto González Rodríguez, coetáneo ya de Ibn Marwm y por entonces ya cronista oficial de la ciudad, pipa en ristre, pergeñaba líneas para la historia de la city, tratando de convencer a unos y otros de las excelencias del fumar en pipa y de las bondades de tener un perro de compañía o de girar a la derecha en caso de apuro (que siempre ha sido lo suyo, vive Dios, que existe, con o sin el autobús de marras). O de tener un gato, lo mismo da, minino más o minino menos. Y menos mal que Emilio González Barroso no se dejó engatusar y sigue erre que erre (ERE aparte) con su acordeón y sin pipa. Dios (creo que existe, sin bajarse del autobús) lo bendiga.
Y a todo esto las cuadrillas de albañiles siguen a lo suyo, a abrir agujeros, a maltaparlos, a dejar la ciudad hecha unos zorros mientras el maestro Bonilla hace lo que puede. Y uno, impotente con su asociación de vecinos tan procarnavalera, mirando desolado el panorama que nos dejó Ibn Marwan y la madre que lo parió. Señor, ¡que peazo de cruz, cuánto Miguel suelto en esta ciudad
alegre y desconfiada!


(Publicado en la revista de Carnaval del Ayuntamiento de Badajoz, 2009)

Foto: Rubén Almeida López en el patio de su colegio Santa Marina, con su uniforme de pintor en los Carnavales de Badajoz 2009

miércoles, 18 de febrero de 2009

Puentes de ida y vuelta




Un puente es símbolo de vida. Permite pasar, facilita enlazar, ayuda a conseguir unir dos orillas por distantes que estén. A menudo cruzamos los puentes de la vida sin pararnos demasiado, sin echar un vistazo a lo que hay bajo ellos. Todos mis puentes han sido siempre símbolo de avance, de empuje. El Puente del Alcornocal, el puente de La Molineta, el puente de Valdejerez, el puente de Perrilla, el puente del Arroyo Los Linos, el puente de La China, el puente de los Plaos… todos esos eran los puentes de mi infancia, de mis años de juegos inocentes, de carreras desaforadas en pos de una abubilla o de un pardal, buscando quizá los huevos de codorniz o tratando de rescatar moras para hacerme un rosario de cuentas con el que sorprenderme a mí mismo con la camisa o el cuello llenos de moratones… Años después he debido cambiar aquellos puentes por otros más cercanos a mi existencia, como los cinco puentes de Badajoz o Puente Ajuda, a donde acudí en busca de un legionario. Y bajo todos esos puentes he encontrado motivos para pensar en el destino, para sentir el temor de los que tenemos miedo a las alturas, los que pensamos que aquello se puede caer de un momento a otro. Hace sólo unos días he vivido en el Puente Real de Badajoz el temblor de las vigas al moverse al paso de camiones de gran tonelaje. Ni se han inmutado con el paso de un ciclista. Tampoco han replicado cuando sobre ellos han volado garzas, cigueñas o acaso algún tordo. Sobre esos puentes de mi Badajoz de hoy pasamos a diario cientos de curiosos ciudadanos que jugamos a enlazar ambas orillas en un ejercicio diario de malabarismo con la vida, en un estar en una orilla ora y ora en la otra. Son puentes que unen, puentes de ida y vuelta.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Los tubos de la risa en Badajoz


Badajoz es una ciudad, como dijo Martínez Mediero, alegre y desconfiada. Y dentro de esa generosa alegría y la inevitable desconfianza, hay contrastes que matan el alma. Como este del tubo de la risa. Estaban varios tubos de la risa frente a la olvidada Puerta de Palmas el pasado sábado. Como era día semifestivo los currantes andaban descansando y no se veía un alma allí, en lo que se supone va a ser la obra de mejoras de esta zona cercana al Guadiana, que ese sí que aguanta lo que le echen. A estos tubos de la risa les va a caber el honor de ser sepultados junto al río, para la mejora de las conducciones de agua de la ciudad en un lugar que hace no pocas fechas ha sido pintado como carril bici y ahora será levantado y depués será tapado y seguidamente a lo mejor con un poco de suerte hasta lo pintan otra vez como de carril bici. Si alguien entiende y defiende esto en Badajoz (asfaltar, pintar, levantar para mejorar, cerrar, asfaltar y volver a pìntar para seguramente dentro de poco repetir el ciclo de levantar, cerrar, asfaltar y volver a pintar) es que se ha impregnado a fondo del espíritu de lo que es Badajoz como ciudad alegre y desconfiada. Menos mal que los inspectores de la Unión Europea deben andar buscando todavía a los responsables de las subvenciones del lino y no les ha dado tiempo a venir a Badajoz a ver si es verdad que se cumple lo que dicen los cartelitos. Eso sí, al lado de los tubos de la risa, en la zona de Entrepuentes, una bochornosa y lamentable imagen daba fe del botellón o del “descanso” de algunos parroquianos en la noche del viernes, en los famosos locales del río. Se entiende, después de esto, que los tubos de la risa pidan a toda prisa ser enterrados y que sobre ellos se pinte otra vez la silueta de un ciclista en su bicicleta. Corre, pedalea, corre.

lunes, 9 de febrero de 2009

Si don Dionisio levantara la cabeza...


Ya lo he contado y quizás hasta escrito en alguna ocaión, Mi primer préstamo para mi casa me lo dio don Dionisio, entonces director general de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Badajoz, en sus oficinas de la calle Menacho, más o menos por donde hoy está Zara. Me hizo pasar a su despacho y sentarme en la camilla iluminada por un flexo que seguramente tendría más años que la pajarita que don Dionisio lucía. Pero fue amable y atento conmigo. "Así que usted, joven -me dijo- quiere 600.000 pesetas para comprarse un piso?". Tragué saliva. "Sí señor, mire usted, es que me quería casar y...". No me dejó seguir. "¿Y a quien le va a comprar el piso?" Yo dije lo que tenía que decir: "A don Antonio Tent". Frunció el ceño y se colocó bien la pajarita. Me pidió la fotocopia de mi nómina y la de mi novia. Atentoa la jugada estaba don José García Fernández, el cura bueno que me acompañaba.
Sacó lápiz rojo y azul y fue mirando los epífrages. Unos los marcaba en rojo y otros en azul. Y me lanzó la pregunta definitiva. "Se casará usted por la Iglesia, ¿verdad?" "Sí señor, además me casará mi futuro cuñado, que es cura claretiano". Aquello aceleró los trámites. Y me dio el préstamo con un interés preferencial del 6,75% del año 1973. Estuve pagando doce años y un día, pero salí de aquello. Por supuesto, me casó nmi cuñado por la Iglesia y el piso es mi casa de hoy. Por eso ahora, cuando paso por el Puente Real y veo las obras de movimiento de tierras en la que será futura nueva sede central de la Caja de Badajoz, con dos o tres docenas de operarios al lado de las máquinas, no puedo ni imaginarme qué diría don Dionisió si viera esta obra, que no sé si catalogaría como inversión o despilfarro. La obra sigue adelante y no sabemos si de ahí nacerá la Caja de Badajoz o la Caja General de Extremadura o como se llame la resultante de la fusión si es que llega. Ay, si don Dionisio levantara la cabeza...

domingo, 8 de febrero de 2009

El Manolo de toda la vida


Es el mismo de siempre, el Manolo de toda la vida. Jubilado de lujo, se carpintea todas las mañanas un montón de kilómetros con su perro, a los que hay que sumar los que hace en bicicleta. El perro y él se conocen todos los recovecos y esquinas del Puente Real, del Puente de la Universidad, de todo Valdepasillas. Hace meses que dejó el oficio de periodista en lo más alto del escalafón al que un buen profesional puede llegar en Extremadura. Manolo García Carmona tenía dicho hacía mucho tiempo que él no dejaba enemigos detrás, en el campo de batalla de la información. Puedo asegurar que ha sido así y todo el mundo le recordará siempre con cariño. Su eterna sonrisa, su siempre repetida pregunta (“-¿qué tal machote?”) han sido sus tarjetas de presentación en una vida periodística en la que no le han faltado enfados y broncas, no que los provocara él sino que los recibía. A mi Manolo García Carmona van a hacerle ahora abuelo y los que somos abuelos sabemos que esta es una nueva vida, una experiencia imborrable y muy difícil de describir. Ha de pasar tiempo hasta que pueda pasear a su nieto, pero merecerá la pena la paciente espera. Hasta ese día, él que ha sido modelo de paciencia seguirá carpinteándose todas las mañanas su Puente Real con su perro. Ea, ahí tienen ustedes a el cano con su perro y su sonrisa.

jueves, 5 de febrero de 2009

Julio Fdez Nieva prepara sus Obras completas


En la tarde noche del miércoles se inauguraba en la sala de la Diputación en Badajoz una exposición de pinturas y esculturas de Juan Collado. Lo más hermoso de la noche lo dijo él, definiendo una de sus esculturas: "Es como pintar en el aire". El que estaba llamado a ser maestro presentador, Paco Muñoz, hizo que el artista fuese explicando cada una de las esculturas y cuadros que presenta en esta muestra, fruto del trabajo de un par de años. Y el autor de la obra expuesta (puede visitarse hasta el día 18, de lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 20.30 y sábados de 10 a 14) fue desgranando el proceso creador de cada trabajo. Por allí andaba Julio Fernández Nieva, totalmente repuesto, quien me confesó que está dando los últimos toques a sus obras cpmpletas, al menos cuatro tomos muy gordos, en los que recoge lo más selecto de su producción literaria e investigadora. Lorenzo Blanco se dejaba ver también por allí, como el periodista Alfonso Cortés y el fotógrafo Santy el granaíno, que me salvó la noche porque mi cámara me dejó tirado como una colilla. A sus años, uno, que ya ha hecho de todo, teniendo que recurrir a un fotógrafo amigo para dejar testimonio de la noche. Luego, cuando volvía a casa , me tropecé con la cola de los compradores de entradas para el carnaval y también me falló la cámara. A quienes les habría hecho una foto con entusiasmo había sido a Alfredo Liñán (con gorra y sin fusión) y al gallego, director general de la Caja de Ahorros de Badajoz, que andaban los dos de café y conspirando en La Marina, pero no pudo ser.
En esta foto de Santy Rodríguez el granaíno aparece el artista Juan Collado, el ex consejero y jefe de Cultura de la Diputación Paco Muñoz, el periodista Alfonso Cortés y servidor tratando de hacer la foto que nunca salió. Lo dicho. Esperamos las obras completas de Fernández Nieva.

lunes, 2 de febrero de 2009

Carlos, el cocinero políglota: de puntillitas al autodefinido

Este es un Badajoz lleno de sorpresas. Hace unos días caí por la tarde a tomarme un café al bar Nuevas Redes, en el que cuando sólo era Las Redes me lo pasé muy bien en infinidad de ocasiones con buenos amiguetes y con el que era su gestor, Diego Román, el ex futbolista al que desde que le diagnosticaron osteopatía de pubis (eso es algo muy serio, no crean) anda por otros mundos trabajando en la sección de Cultura de la Diputación de Badajoz con Francis, el ex alcalde de Almendral, otro pájaro de cuenta. Bueno, a lo que iba, que caí por allí a echarme un café y allí que andaba en lo mismo Marcial Hueros.
Quería Marcial hacer un Autodefinido del “HOY de la casa” (periódico que los bares compran para que los clientes no se gasten el euro en el quiosco y así engañar a la editora del diario), ese que es bastante divertido, la verdad. Y con sus gafas encaramadas en la cara, como yo, me decía que se lo pasaba muy bien con la cosa.
–La suerte que tienes es que a estas horas de media tarde nadie antes lo haya empezado o terminado.
–Hoy he tenido suerte, porque los demás dias lo coge Carlos y lo hace antes de que llegue yo.
–¿Qué Carlos?
–Es el cocinero. Se pone el tio y rellena el autodefinido en un momento... Y eso que es portugués.
–¿...?
–Sí, que es portugués y coge el autodefinido y lo completa en un plis-plas. El tío lee las definciones en español y rellena los espacios en portugués. Y, claro, así no cuadra...
Confieso que el café que me tomé me sentó muy bien, pero sigo sin entender que un portugués rellene un autodefinido español con respuestas en portugués y que además fría las puntillitas o los calamares con la maestría de un andaluz de Barbate, como mi Diego Román. Señor, ¡que cruz!