viernes, 26 de marzo de 2010

Los fenómenos adversos (I)


















Jodido ha estado el tiempo en Badajoz con los temporales de los coletazos del invierno y las vísperas de la primavera. Una estación que, y esa es otra historia, se presenta altamente conflictiva para los alérgicos. En fin, de todo se sale.
Y como el mundo no se entiende sin imágenes, me he agarrado estas que tenía por aquí que reflejan bien lo que ha pasado en estos días por Badajoz, por el Guadiana, el azud a reventar, la que fue playa de Amigos del Guadiana llena de patos, el socavón que se tragó un camión y en el que están haciendo una parada del 'Metro'... En fin, una mezcolanza de fotos que dejo aquí para la consideración del lector. Y por favor, después que hayas visto esto pasa a la siguiente entrada en la que se muestra cómo el vendaval se llevó una letra y dejó un curioso cartel a la entrada al Puente Real, junto al nuevo mastodóntico edificio de la Caja de Badajoz.
Todas las fotos han sido hechas por el menda y las dejo aquí para la posteridad.

jueves, 25 de marzo de 2010

Ay, adiós, dios (y II)









He estado revolviendo en mi aparador hasta encontrar las fotos que hice antes y las que hice después. Por fin han aparecido, como si fueran la pala de oro. ¡La Virgen santa! Confieso que el día en que me encontré el letrero de ADIÓS se me vino a la mente una revelación. ¿Quién se va? Porque allí al lado estaba creciendo el nuevo mastodonte de la Caja de Ahorros de Badajoz, muy cerca la nueva Biblioteca del Estado en Badajoz, al lado del Colegio Santa Marina donde aprenden mis nietos Rubén y Jara... Pero yo no he oído que aquí se vaya nadie. Porque se trata de aguantar y aguantar, como gato panza arriba. Y aquí se hallaba este ADIÓS, todo con mayúsculas, en esta rotonda al inicio del Puente Real de Badajoz que no sé cómo se llama pero que pudiera ser la del mercadillo o la de Florencio Monje que está allí al lado o la de Laura, su eficaz recepcionista, o la de Mamen... En fin, no sé, que yo iba sereno y campechano como cada mañana a darme mi paseo medicinal y vi el letrero del ADIÓS cerca del de Lidl y otros más. Y todo era feliz hasta que pasó lo que pasó y vino la marabunta y se llevó por delante lo que no está en los escritos. Cuando, pasada la castañaza del temporal, la de los fenómenos adversos, al ADIÓS se le cayó una letra y ya no hay ADIÓS, sino un DIOS que allí campea, sin que yo sepa qué quería decir en su día ni qué quiere decir ahora. Bueno, pues ADIÓS, DIOS.