lunes, 30 de agosto de 2010

Mis calles, mi gente, mi pueblo














¿Es la melancolía o es la viva imagen del recuerdo bruscamente despertado de una larga siesta, de una prolongada noche? ¿Es la hora dudosa de la tarde en que empiezan a entremezclarse el día que muere y la noche que nace? ¿Es el aire aún respirable preñado del olor de las hojas de higueras alineadas, cercanas a donde la besana se alió con los terrones? ¿Es el canto de los pardales acompañados de sus múltiples saltitos, es el silbo largo y lento del cuco, es el graznar de los grajos o de algún mirlo negro como los milanos, que busca desde el cielo su alimento, sin darse cuenta de que lo más le llena su alma es el paisaje soberbio con el que se emborracha cada vez que hace una majestuosa pasada sobre los higuerales, por encima de la era, arriba de los trigales, sobre los barbechos, las dehesas, el bosque inmortal de alcornoques y encinas y hasta de las esterqueras? ¿Es el paisaje lleno de calles sinuosas, todas con sus historias, testigos del paso de innúmeros personajes que han ido dejando en estas casas, en esos tinaones, en estos cercados, parte de sus pequeñas historias, jirones de su piel, sobre donde han depositado sus miradas, ahormado sus sueños, llorado sus pesares, enterrado sus alegrías, alimentado sus sueños, amamantado sus suspiros, sus besos, sus quejídos, sus lágrimas, sus abrazos? Es mucho más que sólo todo eso.

Salvaleón, aquel verano de 2010.

lunes, 9 de agosto de 2010

La Plaza de El Palmeral







Menudo susto eso de llegar en Badajoz a El Corte Inglés y encontrarse de repente con un palmeral que para sí lo quisieran en Elche. Y es que a los diseñadores de la obra y de la plaza en superficie que tratará de embellecer esta zona de Santa Marina les ha debido dar un atracón de Gerardo Diego y han sembrado, literalmente, esta plaza de palmeras. “Si la palmera pudiera...”, escribió el poeta al que ahora bien podían dedicarle el nombre de esa plaza, mejor sería que no dársela a algún presidente de asociación de vecinos, aunque la Plaza se supone que es de Conquistadores y así seguirá siendo por los siglos de los siglos. Pero nadie podrá evitarme que me refiera a ella como el palmeral al lado del lejío de los chinatos, si es que se llama palmeral a una aglomeración de palmeras. O la Plaza de Alberto Cortez, el de la canción de Las Palmeras y el de mi corazón está empezando a padecer.

Además,todo hay que decirlo, a la hora de acabar hoy día 9 de agosto su jornada el personal recogió las sombrillas (porque se habían colocado -¿o sería mejor escribir plantado?- unas sombrillas allí para tomarse la merendola en su tiempo de justo descanso) y dejaron allí en medio plantado el tractor con el que se habrían ayudado junto a alguna grúa para sembrar el lugar de palmeras y de algunos otros árboles de los que ya nos irán hablando prolijamente en día sucesivos, cuando empiecen a convocar las in-oportunas ruedas de prensa para entretener a los becarios de las radios y los periódicos. Bien, dejo esto que me voy al palmeral...