domingo, 16 de diciembre de 2012

Mis cinco nietos

La del alba sería (ya empezamos mal, copiando) cuando iba yo a dar la vuelta a la parva, como decimos en mi pueblo. Un día más me disponía a hacer la ruta de los relojes estropeados. Empecé por el del cruce de Juan Pereda Pila con Fernando Calzadilla y Damián Téllez, que va un par de horas adelantado. Me empitoné luego con el del cruce de Carrefour en la carretera de Valverde, que da siempre ni frio ni calor, cero grados, dos rayitas fijas. De ahí tiraba para el Cerro del Viento, donde vive mi amigo Evaristo Fernández de Vega y me acordé de él y de lo que dicen en su pueblo, Almendralejo. Porque eran las ocho de la mañana y no se veía ni a escupir.
  Luego, desde el campo del Cerro de Reyes (¿por dónde andará Cachola, que ni se le oye ni se le ve?) se divisa el reloj cojo de la fuente de los millones, en el cruce de la carretera de Olivenza. Ese reloj da la hora y la fecha y los grados, pero solo para los vecinos de abajo, los de la calle del que fue alcalde Sinforiano Madroñero, porque los de la carretera de Olivenza sólo ven en el dichoso reloj un puntito. Luego, en el cruce del Puente Real con la carretera de La Granadilla, como está cerca la Torre de Caja Badajoz, pues vamos mejorando. Ese tira bien (lo de la Caja ya no es lo mismo). Y atravesando con la del alba ya un poco más despejada seguimos igual, no se ven ni los olivos. Más adelante, de regreso a la civilización, el reloj del Hotel Rio también lleva un cuarto de hora de retraso…
  El del Venero ya va bien, que estamos en Santa Marina. Esto es Badajoz, así son los campos de la patria mía que dijo alguien… Tanta es la desidia que se observa en algunas cosas que a veces hasta yo mismo cuando me siento en el pupitre a escribir miro bien bajo el teclado por si alguien me ha puesto allí un concejal o una frutería. Que para el caso es casi lo mismo (y no hace falta explicarlo, no me pidan que lo haga, que estoy muy cansado porque acabo de recibir la llegada de mi quinto nieto, Teresa, que ha llegado con la Luna Nueva y se suma a Rubén, Jara, Ricardo y Manuel, todo un equipazo).

 (En la imagen, uno de los relojes trampa que pone el ayuntamiento de Badajoz para confundir a los visitantes sobre la hora y la temperatura y el día y el mes y casi el siglo en que vivimos en Badajoz) (Texto publicado en la edición impresa de HOY el 14 de diciembre de 2012)

miércoles, 28 de noviembre de 2012

La burra no llega al pesebre

Parece que al villancico de “hacia Belén va una burra” va a haber que cambiarle la letra. He preguntado a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Badajoz, que cada año montan su belén particular abierto a todos los visitantes en el Asilo, si este año va a haber Belén. Me han dicho que sí y que estará abierto desde el día 10 de diciembre hasta el 7 de enero. Pero no me he atrevido a preguntarles si este año el belén de Badajoz tendrá burra o mula o buey o algún otro semoviente. Con la pretendida reforma agraria, el paro, con Bruselas, el carajal de las pagas extra y, sobre todo, con este Papa, uno no sabe a qué atenerse. Habrá que preguntarle a Ricardo Cabezas, el entusiasta voluntario del Gurugú, si por aquellos lugares volverá otra vez el Belén viviente de todas las Navidades (hablamos a veces del Gurugú como de otro mundo, con evidente menosprecio a un lugar hermoso de Badajoz, un lugar que va a ser el futuro porque tiene al laíto mismo a Portugal, a la Raya, a los centros logísticos, a El Faro, al AVE -quita, quita, que me da la risa- ).
  O habrá que saber si en la parroquia de San Agustín va a estar de nuevo el misterio con su burra, sus chozos echando humo, sus posadas de puertas abiertas, sus gallinitas, y su buey y sus pastores ronroneando a la PAC o si van a ponerle a la casa del herrero techos con placas solares o habrá alguna ocurrencia de nuestro presidente Monago aplicable al belén (algún caganer, por ejemplo, para echarle la pata a los catalanes, que es lo que se lleva ahora).
   O, ainda mais, si en el rosario de deseos entrará el que por fin el concejal de las tonterías se ocupe de poner en hora todos los relojes públicos de Badajoz, que hay señores empleados del servicio de Limpieza que cuando pasan por la ‘autopista’ no saben si es hora de entrar a trabajar o la hora de salir. Pero, bueno, lo del Papa es lo más, que ha dicho (http://www.fratefrancesco.org/esp/navid.ratz.htm ) que ya no hay burra que llegue al pesebre, que lo del buey es un cuento chino, que ni estrella ni leches, que ya está bien y que el pesebre no da para más. A vé…

  (Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 28 de noviembre de 2012) (¡Ah!, lo de la foto son vacas, cerca del pantano de Nogales, no son las de la portada del disco de Pink Floyd)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Los olores de Badajoz

Esto de los malos olores que afectaron hace un par de semanas a Badajoz, que ahora ya se ha solucionado entre otras cosas por las lluvias, viene de antiguo. Ahora parece que nadie tiene memoria de ello, pero en verano los vecinos del polígono La Paz se acordaban todos los días varias veces de la dignísima Corporación municipal, estuviera presidida por quien estuviera, cada vez que al caño de la Cambota le daba por largar al exterior. Aquel olor era penetrante y llegaba a casi todos los barrios del Badajoz de entonces, que en aquella zona terminaba por los bloques de Santa Teresa, cuando allí no había llegado aún el olor del dinero del Banco de España y lo más que se olía (y mal, también) eran los efluvios que salían de la aceitunera, que dicho sea de paso me llegaban a mi hasta a las aulas de la Escuela Normal o a la pensión en la que vivía en las calle Las Peñas primero y Bravo Murillo después y se percibían, en su época, lo mismo en el gimnasio al aire libre donde nos daba las clases de gimnasia y formación del dichoso espíritu nacional don Leopoldo García Morera que en las aulas en las que don Benito Mahedero se empeñaba en enseñarnos la tabla de los elementos (litio, sodio,potasio…), que bien que nos costaba aprender a los que veníamos de letras. Entonces no había Vaguadas ni Urbanización Guadiana ni Jardines del Guadiana… pero el pestazo era de campeonato. Menos mal que en Badajoz no todo han sido siempre malos olores. Y es que si se quiere que los jardines desprendan suaves y agradables perfumes hay que convenir en que es necesario acarrear estiércol y de eso también aquí ha habido lo suyo.
  Fue la glosa de los olores de Badajoz la que le valió un premio al periodista José María Pagador Otero (¿donde andas, Pepe?) que escribió “el Badajoz de los ciegos”, un cariñoso recorrido por la ruta que supuestamente hacía un ciego cada día y se iba guiando por el olor de rosas en San Francisco, el olor de los calamares de la Calle Zurbarán en Los Corales, el olor de los churros de Saymu en la calle del Obispo, el olor que salía incluso del antiguo jardín del Obispado…
  Ha pasado felizmente el tiempo de aquellas penurias y hoy los olores han de ser muy otros. Son los purines, me dice la autorizada voz del poeta Santiago Corchete que, como experto profesional de la agricultura que sigue siendo, sabe detectar los olores con los que ha convivido décadas pateando el campo extremeño. Sean unos u otros, menos mal que el agua ha barrido las calles, ha aliviado los olores y se ha depositado en nuestros embalses. Y todo ello sin costarle un euro al ayuntamiento.

  (En la foto, el lugar por el que estaba el caño de la Cambota, que fue definitivamente encauzado aguas abajo del azud. Este texto ha sido publicado en la edición impresa de HOY el 9 de noviembre de 2012)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Luis Trinidad, el de la pala de oro


A Luis Trinidad, el contratista de obras más vinculado a la pequeña historia de Badajoz, le han reclamado algunos arreglos en la carretera del cementerio y allá que se ha ido con sus cuadrillas de trabajadores, aunque ahora la mayoría está en el paro. A los 73 años años, este hombre que se inventó para los anales periodísticos de Badajoz la historia de "la pala de oro", ha dicho adiós a las contratas, a su familia y a la vida. Su nombre era uno de los que más sonaba en la mesa de sesiones de la Comisión de Gobierno del ayuntamiento de Badajoz, porque era raro el día en que no había que recurrir de urgencia a él para alguna de las variadas incidencias urbanísticas que presentaba la ciudad.
  Y eso ocurrió con los sucesivos alcaldes de Badajoz, Jaime Montero de Espinosa, Luis Movilla, Manolo Rojas, Gabriel Montesinos y Miguel Celdrán, a quienes ayudó a reparar las múltiples averías de este viejo Badajoz. Con sus máquinas y con sus trabajadores, siempre estaba Luis Trinidad al frente de cuanta obra de urgencia había que acometer en Badajoz. No hubo socavón en el que no tuviese que intervenir. Y fue su humor el que sirvió para hacer popular una historia que a lo largo de 20 años de periodismo nos ayudó a todos a llevar adelante con humor lo que no era más que una realidad cierta, la que esconde la pala de oro que en Badajoz muchos estamos aún buscando. Gracias, Luis Trinidad.

La imagen puede valor como homenaje a Luis. Una carretilla y una pala, restos de un trabajo de albañilería en la calle del Obispo en Badajoz. (Este texto ha sido publicado en Cartas a HOY el domingo día 4 de noviembre de 2012

sábado, 27 de octubre de 2012

El tanatorio merecido

Yo, que soy un humilde escribano (oficial de mucho, maestro de poco) sin cartera, sin mochila y que sólo (con acento, por favor) dispongo de una sencilla talega de tela como la de los jergones (uso una para guardar el orégano, otra para el laurel , otra para los garbanzos), me enfrento en estos días de recuerdo de los lutos y del dolor a la realidad de nuestra vida, que es lo que se contrapone con la muerte. Y la realidad está ahí y no podemosolvidarnos de ella. Por ejemplo, en las mismas páginas de este periódico, junto a la esquelas que nos recuerdan a los que se van para siempre (tu familia no te olvida…, ya saben) aparecen de cuando en cuando lo que en prensa se denominan “recursos”. Antaño, el montador le decía al redactor jefe (¡cómo me acuerdo de ex compañeros ya fallecidos, de extremeños que se dejaron el pellejo en HOY, de Manolo Ledo, de Basilio, de Paco Delicado, de Paco Sánchez Sevilla, de Micha, de Sebastián Silva, de Miguel Estévez, de Joaquin Recio, de Royano, de Eusebio Guillén, de Isidro Ardila, de Carrasco, de Cartolano padre!), "esta página no llena, falta un recuadro de tres por dos…" “Mete un recurso”, era la respuesta de los últimos años de mi ejercicio profesional. Ahora, imagino (ya no estoy en el ajo) se le dirá al editor, “si no llena, mete un montehermoso”. Y es que en estas mismas páginas aparece casi a diario un “recurso” que recuerda que en Montehermoso está “el tanatorio que los montehermoseños se merecen”. Pero, Dios mio, Jesús, Virgen Santa, la madre de Deu, … ¿se merece un pueblo que le recuerden que hay un tanatorio? Cierto es que hay por ahí una funeraria que tiene un nombre apocalíptico, “Funeraria Losa” y hay servicios funerarios llamados “Momentos difíciles”, allá por Valencia, o la funeraria Las Flores, que es un nombre como más optimista. Lo cual, en los tiempos que corren, no es mala idea, sino todo lo contrario. (Eso sí, me apunta mi correctora de estilo, lo bonito que tiene Montehermoso es el nombre y el gorro. Y las mozas. Está clarísimo). ( En la imagen captada de Internet, sombreros de montehermoseña. Texto publicado en la edición impresa de HOY el viernes 26 de octubre de 2012)

viernes, 12 de octubre de 2012

San Roque y la pizarra, la tiza, la vida

Algunos alumnos de aquella promoción de Guadalupe, el pasado día 6 de octubre

He tenido en mi vida la inmensa fortuna de ser maestro, de ejercer mi primera profesión en las Escuelas Virgen de Guadalupe en Badajoz, aunque eran otros tiempos y los equipos directivos eran quizá más humanos. Y siento tener que decir que antes eran más humanos que los de ahora. En mis inicios profesionales del Magisterio, que después abandoné, yo aprendí con una treintena de chiquinos a ser maestro.
  No me llamaban profesor, sólo y nada menos que maestro. Y eso es lo más importante, me han dicho ahora aquellos chiquinos a los que acogí como tutor allá por el año 1971 del siglo pasado. Sus padres, en su mayoría sanroqueños machas de Badajoz, los depositaban a nuestro cuidado para que tratáramos de moldearlos, de hacer que supieran enfrentarse al mundo. Aquella fue una promoción maravillosa, con chiquinos que enseguida aprendieron a encararse a la pizarra, a la tiza, a la vida. Hacíamos dictados llenos de uves y bes manifiestamente enrevesados, con equis y con haches entremezcladas como las de los desahuciados, los harapientos, la hipotenusa o los inhábiles.
  Eran tiempos de mapas mudos y copiábamos textos inmejorables -yo quise que leyeran-, ora Juan Ramón, ora Valhondo, ora Federico, hasta Kipling... respirábamos el aire puro de San Roque en Badajoz, mientras el señor Pedro nos impedía entrar y salir por la puerta principal (Carretera de la Corte, 117, ponía en los sobres y los cuadernos de notas), nos reíamos con el señor José al que decíamos El Turco sin que entonces estuviera mal visto llamar a alguien sarraceno. O el Hermano Muro poniendo esparadrapos y dando mercromina a Clemente Sansinena o Paco Cidoncha que se habian 'encontrado' .
  Vivía Pepe el del bar (¿y su niña, aquella niña, dónde estará?), en su local que luego compró la Caja de Ahorros de Badajoz. Y la señora Felisa, que nos vendìa las galletas de coco que me compraban Pepe Balsera o José María Solís o las medias lunas tan resabrosas... No había autobús, el Bar La Esquina era de verdad una esquina con su mostrador alto hasta que llegó Amancio, el Bar Club era la casa de Don José, Berna su hermano sonreía con la cara eternamente colorada en el Bar Sevilla o el Bar Madrid, el campo de fútbol era un barrizal increíble sin luz de noche, El Mudo andaba por allí queriendo besarnos a todos, llenándonos la cara de baba y con cuánto cariño me acuerdo de él y de sus besuqueos, benditos fueran y fueron (¿qué fue de él, lo sabe alguien?).
  Todo aquello fue una oportunidad única de aprender a ser maestro, gracias a aquella treintena de chiquinos que hoy están a punto de entrar en el medio siglo, benditos todos ellos, unos con más fortuna en la vida, otros con menos,... Sanroqueños de lujo, eso es lo que todos ellos fueron y a los que nos sumamos los que llegamos de fuera (José Luis López Rojas llegó desde Granada) para aprender en Badajoz, en este San Roque tan humano, tan macha, tan nuestro. Sólo una palabra en mayúsculas: Gracias. Vosotros sí sois maestros.

(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 12 de octubre de 2012)

viernes, 5 de octubre de 2012

Los desahuciados del sistema

Se les ve cabizbajos cuando deberían caminar desafiando. Son los desahuciados del sistema, los que como un pobre hombre que duerme utilizando el espacio del cajero de la oficina bancaria del BBVA (¡ah!, la Banca) de la avenida Fernando Calzadilla, usan el mármol como jergón y se cubren con sacos viejos para tapar el frio y la verguenza. Se arrodillan en mitad de la calzada y se colocan parapetados tras una vieja gorra, un cesto de mimbre, una caja de cartón… Nos miran con verguenza, cuando deberían hacerlo sin temor. ¡Qué fácil es decir eso, escribirlo, cuando uno lleva varios euros sueltos en el bolsillo, para el café, la tostada, el periódico, la caña o el pan! Se apostan también a las puertas de Lidya en la panadería Los Remedios, o ante la alacena de Marisa o en ‘La Fenetre’, el bar de Pepe Durán Expósito, ante la tienda de animales de Tovar o en la papelería de Pepe Paule o en la terraza del bar La Marisma a ver cómo Mary o Ismael Núñez o Manolo también Núñez reparten diligentes los cafés y las migas mañaneras… Suspiran y se encogen ante la tienda de zapatos, a las puertas del Marionaud, quizá comprando flores de plástico en el chino del Bazar Elefante, para el día de los difuntos que está cerca… Otros desahuciados de la fortuna venden fruta ilegalmente a las puertas del supermercado Dia, esperan que los municipales no les vean aunque la fruta que despachan sale de un coche de alta gama camuflado en la calle General Palafox. Miran con indisimulado recelo al curioso que compra cupones, al desoficiado que remira los lujosos carteles del Banco de Santander, al jubilado que se para ante Viajes Extremadura a ver si han salido ya los viajes del Imserso, al presunto comprador en el Merkal o en el despacho de Lotería y el Estanco. Esta avenida de Fernando Calzadilla de este Badajoz (en la que lo mismo me encuentro al maestro Antonio Regalado como a Salvador el presidente del Hogar de Mayores como a Antonio Macedo, jubilado de lujo de RTVE en Badajoz o a Joaquín González Muñoz, escribidor de cartas a HOY, un indignado de pura cepa), es un hervidero de gentes entre las que abundan los desahuciados del sistema, los que tienen poco que perder ya, junto a los que somos el cuerpo que no se manifiesta, esa mayoría preferida de Rajoy que lo aguanta todo (no él, sino nosotros)… Este Badajoz, a vé… (Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 5 de octubre de 2012)

lunes, 24 de septiembre de 2012

Los vasos democráticos, en 'El Arco Iris'



Uno de las objetos que se beneficiaron de la llegada de la democracia (vigilada primero, vigilante después)  fueron los vasos del uso doméstico diario. Sí, sí, los vasos. Porque aunque ya teníamos los vasos del Cola-Cao (que nos recuerda el dramaturgo Miguel Murillo con su recreación del negrito del África tropical), con la democracia las multinacionales de la alimentación descubrieron un filón con los vasos de Nocilla y otros productos de consumo masivo (no  confundir con masiva, + IVA), que aunque habían llegado antes de la democracia, se hicieron más populares a partir de entonces. Desde Badajoz teníamos fácil ir a Elvas a comprar en ’El Arco Iris’ vasos de todos los tamaños y clases, más baratos que los de duralex y otros que se encontraban en las tiendas. Con tres hijas en el hogar, es fácil deducir que tengo hasta 37 clases de vasos distintos en mi casa. Vaya, un filón de vasos. Por eso cuando se rompe uno ya ni me inmuto. Porque además es que junto a ellos hago colección de vasos históricos, como el que empleaba para recibir la leche en polvo, donativo de los americanos al pueblo español (¡je, el pueblo!) que yo bebía religiosamente cuando iba  la escuela que regentaba  mi maestro favorito, don Pedro Nieto, que anda por ahí creo que viviendo en Mérida. Hoy, por el progreso, ya tengo lavaplatos y, por eso del nivel de vida, se me presenta  todos los días el mismo dilema cuando me encuentro siete vasos seguidos en la encimera, y pregunto airado de quién es el vaso verde con un culino de agua o el blanco con un resto de leche o el amarillo con signo de haber sido usado para tomar un colacao…. Al final decido meterlos todos en el lavaplatos (mi familia, especialmente mis yernos,  también sabe de mi desmedida afición a enchufar el lavavajillas; claro: mi madre se pasó toda su vida fregando la loza a mano), aunque esto del progreso tiene también sus inconvenientes. Y, lo que yo les diga, que debo tener 37 clases de vasos distintos, vasos democráticos que yo les digo para entendernos, porque  además son como las sábanas dalmases, que se lavan, se lavan y nunca se acaban.
Pero, a lo que iba, que me llevan los demonios cada vez que veo esos vasos en la encimera. Cuando los veo me acuerdo de Antonio el Pescaero, mi fiel lector, que me regaña. “ ¡Déjate de vasos, sácame la pala de oro!”, me dice. Y yo le argumento: ahora tocan los vasos, cuando pase lo de los edredones y lo del forrar los libros volveremos a la pala. A lo del lejío –con El Faro…-  y a los muñequinos de Polo ya no podemos volver…  aunque también era  –muñequinos, pala y lejío- como los vasos democráticos portugueses de ‘El Arco Iris’, siempre en boca de todos. A vé…

(Publicado en la edición impresa de HOY el 24 de septiembre de 2012)

martes, 4 de septiembre de 2012

Cuando no hacen falta candiles





Allá por los estertores del siglo pasado (que veinte años no es nada, han dejado escrito y cantado por ahí) cuando un gobernador civil (el Poncio, se le decía) ya no era jefe provincial del Movimiento (el movimiento se demuestra andando) al entonces Poncio de Badajoz, el socialista José Luis Romero García, le invitaron a inaugurar el edificio restaurado del ayuntamiento de mi pueblo, Salvaleón. El alcalde de aquellos tiempos, José Gómez Trigo, desoyó los consejos de su concejal Pedro Cruz, El Chino, y se subió a pelo al estrado ante el entonces presidente de la Junta, Rodríguez Ibarra, y el citado poncio. Y como no se había preparado ni unas líneas maestras ni unos apuntes, pues se quedó perplejo ante el auditorio que esperaba sus palabras bajo la mirada atenta de sus dos jefes politicos, Ibarra y Romero García (que eran poco amigos, como se contará algún día en esas memorias de a pie de calle que ó Ibarra o el mismísimo Pedro el Chino podrían escribir). “Esto es lo que hay”, debió pensar José Gómez, que dijo para resumir el espíritu inaugural una frase que a buen seguro no figura en los manuales de los expertos en comunicación, pero que vale un potosí. Podría haber dicho el alcalde que su Corporación o el Gobierno de Mérida o Madrid habían levantado un edificio democrático enterrando los mismos cimientos del anterior decimonónico, pero suprimiendo el calabozo, símbolo de privación de libertad, que siempre fue tabú en nuestro pueblo y en el que hasta algún paisano se quitó la vida, temeroso de los métodos de la Guardia civil de mediados del siglo pasado. Pero no, no se le ocurrió, aunque es hombre espontáneo y ocurrente hasta el extremo de que el mismísimo Curro Romero  hubo de replicarle a las puertas de la Maestranza en una señalada tarde taurina sevillana, en la que en la cola de las entradas Gómez le preguntó “¿qué haces aquí Curro, cómo no estás en  el paseíllo?” y Curro le dijo, “¿usted no ha visto los carteles? ,yo no voy a torear esta tarde, vengo a eso, a ver los toros… desde la barrera”. De  anécdotas como esas está lleno el historial de José Gómez Trigo, al que un día hice llegar hasta las barbas del presidente de la Diputación, su correligionario León Romero Verdugo, saltándonos la cola de alcaldes gracias a los buenos oficios de Paco Zurrón, que se arriesgó a los enojos de alcaldes y otras gentes más principales, que se quedaron atrás viendo colarse a aquel alcalde que creían paleto y al plumilla aquí firmante. El día del discurso aquel, en la Plaza de España de Salvaleón (que ya no es lo que era, que no, que la han okupado de diversas maneras), el alcalde José Gómez Trigo se dirigió a los porrineros presentes y a los dos ilustres inauguradores y les dijo, sencillamente, señalando la fachada del ayuntamiento: “Bueno, cuando las cosas están a la vista no hacen falta candiles”. Y se quedó tan pancho. Y ahí sigue, paseando su tercera juventud por las calles de nuestro pueblo.


(Con mi homenaje a todos los que en aquellos tiempos, concejales y alcaldes, pusieron con honestidad y honradez su fe y su tesón en la lucha por el progreso de sus vecinos, mejorando las condiciones de vida de sus pueblos, como José Gómez Trigo y Pedro Cruz Dominguez El Chino, que pasarán a la pequeña historia de nuestras vidas, aunque no figuren en la lista de los primeros espadas, como Curro Romero).

(Publicado en la edición impresa de HOY el martes 4 de septiembre de 2012)

sábado, 25 de agosto de 2012

¡Vaya con las vallas!

Según mi autorizada opinión, en Badajoz le han salido seguidores al iluminado alcalde de Marinaleda. Y no me refiero a Pedro Escobar, sino a ese individuo que a la vista de que se le escapaba de lejos la cesta de la compra y la posibilidad de acceder a ella, ha optado por las bravas por llevarse las vallas (¡vaya con las vallas!, que escribió el inefable Julián Leal) de algún supermercado de la carretera de Valverde, para empezar supongo que a buscar un sitio seguro para su carrito. Bien mirado, a lo peor lo que el nota desea es emplear las vallas como cerca para el ganado. Además la carretera de Valverde, con la dehesilla de Calamón en sus alrededores, es lugar de concentración parcelaria de ganado y toda clase de bichería.
Hacer un cercado a base de vallas, de las que se emplean para delimitar el lugar de paso de los desfiles y las procesiones, es una ocurrente manera de evitar que a uno le ejecuten las subidas del IVA, porque no es lo mismo el susodicho impuesto aplicado a las procesiones que si lo centramos en las labores de pastoreo propias de esta fecha del año en que los rebaños se depositan en los agostaderos, de los que en Badajoz ciudad hay muchos. ¿O no se han parado nuestras autoridades a pensar en lo que significaría por ejemplo poder dejar caer un impuestillo a los vecinos que emplean las encinares de San Isidro como punto de desfogue de sus perros? ¿O a aquellos que se colocan con sus ovejitas luceras en las zonas de adelfas de El Pico o en los patatales de la avenida de Manolo Rojas o en los maizales del camino del aeropuerto? ¿O a las vacas que antaño veíamos deambular con su campanillo, tolón, tolón, por la carretera de Valverde cerca de los pinares del Club Campo Pino?
En todo eso ha debido pensar el individuo que andaba valla arriba, valla abajo, al que es posible que algún juez ordene, con muchísimo respeto, recluirse una temporadita entre cuatro vallas.

(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 24 de agosto de 2012)

miércoles, 15 de agosto de 2012

Mwst, el IVA alemán del agua







A mis cortas lunes que no debía pronunciar yo muy mal su idioma cuando el alemán que me llamó en nombre de Ángela Merkel se dio al fin por enterado de que yo aceptaba la invitación de la canciller para ir a tomar unas cañas con ella en el Bundestag. Porque fue así, como se lo cuento y lo aclaro porque andan algunos por ahí presumiendo de tener los favores de la canciller alemana. Sin ir más lejos, el columnista de HOY Alfredo Liñán (que es un suave, pero trata de ligársela) o El Forestal (entre nosotros, Vicente del Bosque) al que ella le ha tirado los tejos. Yo fui invitado antes, que conste. Por eso en mi perfecto alemán la dije al mensajero (“yes, veriguel, fandango” creo recordar que fue) que aceptaba ir con la condición de que el billete de ida y vuelta fuese Salvaleón-Badajoz-Barcelona (para recoger a mi hija Paz, intérprete relaciones públicas) y hasta Berlín, con ida y vuelta. Todo salió como pedrada en ojo de boticario.  Y hasta en la Alexanderplatz se hacían cruces de cómo un paleto extremeño podía desenvolverse con tanta holgura entre salchichas, cervezas, souvenir o el muñequino de los semáforos, que tiene su historia y que compré para regalarle a mi amigo José Antonio Polo cuando lo vea y a mi amigo Rafa Maldonado, que desde Viajes Lince me organizó el evento, poniendo firme al alemán. Pero no todo iban a ser éxitos, porque Hellit, que me llevó la primera parte del viaje, el trayecto desde Salvaleón a Barcelona, sólo me ofreció gentilmente un caramelino que ni era de Almendralejo o de Castuera, mientras que en Air Berlin me dieron una ligera comida con rico pan negro alemán y un zumo de tomate “gratis et amore” (o sea, por la cara). Y ya allí, en un bareto de no muy mala muerte, me soplaron 2,50 euros de vellón por un vaso de agua con unos hielos, aguita del grifo, aguita alemana. 2,10 euros era el precio del agua en sí propiamente dicha y 40 céntiminos la pedrada o el peñascazo del 19 % del IVA, que ellos llaman poéticamente MwSt. ¿Te enteras, Mariano? Pues esto es lo que hay, a vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el 15 de agosto de 2012)

lunes, 30 de julio de 2012

Guadalupe, mi escuela


En la imagen aparecen conmigo  Miguel Caballero, Miguel Lucas, Paco Sansón, servidor con las barbas y Antonio Regalado

Corría el principo de los 70 del siglo pasado. Aún siendo yo un pardillo recién titulado en la Escuela de Magisterio de Badajoz (que conocía entonces todo el mundo como “la Normal”), me planté en la Escuela Virgen de Guadalupe con la pretensión de encontrar un trabajo. Depositó toda su fe en mi Lorenzo García Aretio, entonces Jefe de estudios, y sin más prueba que mostrar mi papeleta de aprobado en la Reválida de Magisterio entré a trabajar en un centro que marcó un antes y un después aunque la enseñanza no acabaría siendo mi modo de vida. Pero me quedan los gratos recuerdos de aquellos años, el contacto posterior con quienes de verdad fueron mis segundos maestros en la enseñanza, compañeros con quienes compartí la sala de profesores, aquella especie de sancta sanctorum en la que tanto se aprende.
Paco Sansón, Antonio Regalado, Miguel Lucas, Miguel Caballero, Aurelio Mejías y Julio Fernández Casitas fueron además mis compañeros de viaje en una aventura que duró muchos años, la Semana de Extremadura en la Escuela, y de ellos aprendí lo que no había asimilado de la Escuela Normal, lo que se enseña en el día a día de la pizarra, la tiza, la paciencia, la constancia, el esfuerzo en modelar el carácter y las mentes de aquellos muchachos que la buena gente de San Roque ponía en nuestras manos para enseñar a andar por el jodido sendero de la vida. Mi experiencia en Guadalupe es tan imborrable y tan buena que desde entonces  he aprovechado cualquier excusa para acercarme al centro. Y durante muchos años he encontrado a antiguos alumnos en gran cantidad de centros de trabajo de Badajoz, que me han recordado con cariño. Ahora Guadalupe acaba de cumplir 50 años y no puedo dejar pasar más tiempo sin agradecer lo que esta admirable Escuela y sus profesores han hecho por Badajoz.

(Publicado en la edición impresa de HOY el 30 de juliio de 2012)

viernes, 6 de julio de 2012

Ahora que tengo menos plancha

La playa, la cerveza, el Ayuntamiento (sí, sí, el Ayuntamiento ) y la calle Ancha de Punta Umbría, en imágenes tomadas el 2 y 3 de julio de 2012. Fotos: M. LÓPEZ. /> Con estos calores, tengo menos plancha y más vagá para otras cosas. Lo de menos plancha es explicable porque en estas fechas con las camisetas y los pantalones cortos no hay que preocuparse mucho por las arrugas, salvo por las de la cara y la barriga. Y me ha dado tiempo a recoger de la tintorería el edredón y guardarlo en el altillo. Mientras, hay que pensar en echar el tiempo por algún lado y nada mejor que decidirse por la playa. En Badajoz hay cientos de esquinas que son como un libro abierto. Junto a agencias legales se disparan en las paredes pasquines anunciado viajes a la playa: ¡ todo el día! Ahí es nada el regalito, salir de Badajoz a las 5 o las 6 de la mañana, plantarse en la playa (La Antilla, Punta Umbría, Isla Canela, Matalascañas, ¡Peloche! -sí, sí, playas de Peloche-) y volverse con la fresquita, con el autobús bien calentito de todo el día al sol. Me imagino los autobuses recogiendo en su barriga las sombrillas, las sillas, las neveras, las toallas y las esterillas bien enrolladas. Y el personal, con las gorras ellos, con las pamelas ellas, con la bolsa del primer bocadillo en la mano, los más prevenidos con el transistor, asomando en algún caso media sandía en la bolsa de la compra de Mercadona. Luego en la playa será ello, con el solito calentando, espetos y sardinas asadas en el chiringuito, huevos cocidos, cáscaras de melón por todos lados, chuletas fritas empanadas, tortilla de patatas, balonazos, arena y más arena en el picadillo porque se levantó viento, paisa vendiendo ¡barato, barato!... Estando así, ¿quién piensa en la plancha o en el edredón? Esto es vida, llegamos llenos de churretines de sudor a Badajoz y a la semana que viene, cuando se hayan curado las quemaduras, nos vamos a otra excursión y si Mariano quiere que nos suba el IVA. ¡A nosotros! ¿qué se habrá creído? /> (Publicado en la edición impresa de HOY el 29 de junio de 2012).

miércoles, 27 de junio de 2012

Badajoz, del suelo al cielo

El chiquino que es paseado en el cochecito por las calles de Badajoz, cuando es aún un bebé con su chupete, asiste curioso al desfile de imágenes de una ciudad agigantada, lo que se ve desde las cuatro paredes de su carrito de paseo. Desde allí ve también, curioso, asombrado y harto al final, las caras que ponen los adultos que se asoman a saludarle: -¡Eh!, chiquitín, guapo.... cuchi - cuchi... Cuando un niño es sacado de paseo a la calle ha de padecer el espectáculo de docenas de personas que se asoman a verle, comentando y pontificando sobre él: -Igualito que su abuelo. -Se parece más a su mamá. -¡Fíjate qué rizitos más graciosos! -Esos ojitos.... Ese renacuajo crecerá poco a poco y lo normal es que no se acuerde más de esas visiones que enmarcó en su vida de pequeño. De ese Badajoz que conoció desde el suelo y que crece a sus ojos también muy rápidamente, pero menos que él. Porque el bebé pasa a tierno infante de a pié y de ahí, tras sucesivas épocas, llegará a ser mocita o mocito. Recorrerá las calles de su barrio hasta la guardería, el colegio, el Instituto y quien sabe si hasta la Universidad para luego ya, (después de fiestas de cumpleaños, de fin de curso en la guardería, de fin de las clases de Primaria, de graduación, de Paso del Ecuador, de entrega de bandas y de orlas, de fin de curso) plantarse en las calles de Badajoz y reconocer ya desde arriba lo que empezó conociendo desde abajo, en los mismos baldosines. Ya la ciudad, en este caso Badajoz, es un mundo en constante evolución aunque hay cosas que nunca van a cambiar. Hubo y seguirá habiendo perritos que son llevados de paseo por sus dueños, carteles que anuncian mercancías a pie de calle, operarios que con sus máquinas rompen el silencio momentáneo de las calles madrugadoras, perros que se olisquean y conferencian entre si de la mano de sus dueños, material que el frutero deja a la puerta de su tienda para exhibir su mercancía, bancos de hierro que esperan sus primeros usuarios a los que ofrecen un punto para el reposo o una excusa para el respiro, motos aparcadas descansando del asfalto mientras esperan la vuelta de sus dueños, una fuente que deja chorrear aún sus gotas de agua que en los albores del día se han confundido con el rocío, un músico callejero que suelta su imaginación mientras llena el suelo de colillas y deja que las notas de su pianola adornen las calles y envuelvan y traten de acallar el rugido de los motores... Algunas historias del suelo Clarita es una perra humilde, de 15 años, que pasea su vejez de manos de su dueña por Santa Marina alta. Sale cada día y arrastra su cuerpo despaciosamente, mirando desde abajo, desde el mismo suelo, un Badajoz que a sus cansados pero limpios ojos se ha disparado en crecimiento. Ahora pasa cerca de lo que fue el chalet de los Calzadilla, sobre el que hoy se eleva un edificio de más de 10 plantas que alberga el sueño de cientos de pacenses. Según me cuenta su dueña, Clarita “es más buena, más lista... Sólo le falta hablar. Lo entiende todo. Pero está muy vieja”. En su deambular Clarita se tropieza con el anuncio de los pollos asados “El Pío Lindo”, de la calle General Palafox. El cartel, a las esquinas del Banco Santander en lo que fue la Cafetería Cervantes, anuncia la mercancía de ese asador que desde bien temprano despierta las papilas gustativas del personal. Hoy es domingo y el barrio se ha engalanado zalamero para disfrutar de la fiesta, aunque eso no es obstáculo para que una inoportuna avería haya hecho que los operarios hayan debido salir del descanso para practicar una reparación urgente en la calle Virgen de Guadalupe. Muy cerca de allí, dos perritos de la misma familia intercambian impresiones. Las dos mascotas pizpiretas se hacen confidencias matinales. Se conocen de más, van sujetas a la misma cuerda, salta a la vista que las dos perritas de razas que ignoro presumen del traje festivo y colorista de su dueña, que las lleva de paseo en una mañana de un calor contenido, a la prudente hora en la que otros habitantes del barrio, los cansinos pájaros, aún deben andar por los árboles cercanos buscando insectos con que alimentarse. Más abajo, tras pasar por la zona militar, un banco espera la llegada de los primeros abueletes cansados. Las patas del banco (plagadas de laboriosas hormigas, afanadas en descubrir por dónde andará ya la senda que antes transitaban y que una ráfaga violenta de aire borró) asisten impávidas al trajín de las hormigas, que se depositan en los zapatos viejos de un pensionista que remira algún folleto de El Corte Inglés, de Día o del Eroski. El abuelo, provisto ya del teléfono móvil que la familia le ha regalado, llamará a casa a preguntar si compra sardinas o alguna de las ofertas que ha visto anunciadas y se expondrá a la bronca doméstica por haber usado el teléfono (“¡gastar, gastar, estás siempre gastando! Y además, hoy es domingo...”). Mirará al suelo, mascullando su protesta y tragándose su orgullo y descubrirá horrorizado que las hormigas han abierto una brecha en uno de sus calcetines y pretenden escalar una pierna que parece depilada y pintada de un blanco níveo que delata una cierta decrepitud. Curioso, las piernas eran blanquísimas como las del bebé que miraba asombrado a los paseantes que se agachaban y se dejaban caer sobre el cochecito elogiando los ricitos del bebé sonrosado y también blanquecino. Y el abuelete miraba también a todos con cara de asombro, la cara del Badajoz que se ve desde el suelo al cielo. (Publicado en la Revista oficial de Ferias del Ayuntamiento de Badajoz, junio de 2012).

jueves, 21 de junio de 2012

Tenerife-Badajoz, con pic nic en Gargantera

¡Quién me lo iba a decir! Me he ido en mayo a Tenerife, allende los mares, con casi un centenar de badajocenses de la capital, de Mérida, Zafra, Jerez de los Caballeros, Almendralejo,... Allí estábamos compartiendo de la mano del IMSERSO las viandas, las excursiones, las caídas ante la guagua, los vientos alisios, los ¡¡chachooo!!, las carreras para no perder comba en el comedor del Hotel Punta del Rey (en Las Caletillas) aunque había tres horas para cada comida, pero a vé, las prisas cuando no las ansias...
     Ha sido una experiencia divertida, aunque no he bailado. Quizá lo más divertido ha sido todo lo que ha girado en torno a los teléfonos móviles y a las preguntas a Candelaria, la azafata de Mundo Senior, respondiendo una y otra vez a las mismas cuestiones. (Espero que el lector ignore lo que decía de estos viajes la lengua viperina de Alfonso Guerra: “Estos del Gobierno, ¡qué buenos son, que nos llevan de excursión!)
   Como no había en el grupo mucha gente de campo (se veía alguna gorrina campera, eso sí), pues no hemos podido asistir a las preguntas del excursionista a la familia acerca de si ha parío o no la vaca Lucera o si el año viene bueno de higos o si han recogido ya alguna camá de patatas. El encontronazo mayor es ante la bolsa del pic nic, cuando el venerable público descubre que no trae ni jamón ibérico, ni lomo, ni gazpacho frío ni un botellín de vino...
   Al salir de Madrid con destino a Badajoz, la azafata anuncia una parada de 40 minutos. Una excursionista contesta al teléfono, con el silencio respetuoso y curiosón de todo el autobús. “¡Que llegamos a Mérida a las siete y media! Antes vamos a parar en... a ver, en Gargantera...” Carcajada general y enseguida los demás nos animamos a soplarle el nombre. ¡En Gargantúa, en Garguera, en el Lagarto...! Y los fue repitiendo todos. Pero era en Lagartera.
 (Publicado en la edición impresa de HOY el jueves 21 de junio de 2012)

lunes, 4 de junio de 2012

¡ Quítasela, no le dejes pensar !

Fui pocas veces a El Vivero. Era para mi como una fortaleza, cuando de pequeño aprendí algo de lo que sé en los pasillos del Seminario, bajo la tutela de curas que marcaron una parte de mi vida, la inmensa mayoría de ellos para bien. Me deslumbró El Vivero desde el Seminario porque en aquellos años algunos futbolistas,como Calín, iban a jugar en los campos de tierra y se enfrentaban a “los curas”, como Pedro Miranda, Simal o Modesto. Algunos jugaban con sotana y lo hacían de lujo. De aquellos años también me impactó el berrido nocturno (eso me parecía) del tren. Aquello me imponía, sobre todo la primera noche en que lloroso entre las sábanas lo escuché, yo un niño de diez años. Por vez primera lejos de mis padres, de mis hermanos, de mi pueblo, de las calles, de los pardales, de los regatos, de las encinas... Años después vi jugar ahí a Cruyff, a Iríbar, a Pozo, a Zamorano, a Toni Cabello, a Tienza, quizás a Heredia, a Borrego, en fin, a muchos que se partían el pecho por alcanzar la escasa gloria que da una Tercera o una Segunda División o un Trofeo Ibérico en los tiempos que en que Antonio Guevara ilusionaba a toda una afición que podía ver de cerca a las figuras de relumbrón. Se me quedó grabada una escena protagonizada por un entrenador a quien también vi jugar de portero. El míster aleccionaba a un defensa, secante de un delantero peligroso. Y cuando el delantero agarraba la pelota el míster le gritaba: “¡Quítasela, no le dejes pensar!” Ni el becerro del Seminario, ni los pardales, ni el rugido del tren... Nada me queda ya. Sólo, gracias al míster bonachón que ejerce hoy de abuelo, Rogelio Palomo, aquella orden fulminante. La escucho cada vez que veo a la Merkel, Rajoy, De Guindos y me acuerdo de la prima de riesgo o del viajero presidente del Supremo: “¡quitásela, no le dejes pensar!” (Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 4 de junio de 2012)

sábado, 12 de mayo de 2012

Contra sua vountade


En mis devaneos diarios de observador por Badajoz debo pasar cada día ante multitud de negocios. Bueno, ya son menos. Bastantes han echado la llave y lucen el odiado cartel de cerrado (hay uno en la Plaza de la Estación de autobuses de Badajoz que campea: “Cerrado por baja materna”. No dice maternal, escribe materna.Vale). A esos carteles les falta añadir, como harían en Portugal, el cierre indeseado de la leyenda, como el broche de una columna periodística, ese que puede arrancar un esbozo tímido de sonrisa, que es lo que nos va quedando en esta vida de sobresaltos diarios. Paso en mi caminar por el Cerro del Viento, la Avenida de Sinforiano Madroñero, el Puente Real, la avenida de Elvas, el puente de la Universidad, Santa Marina... y me fijo con detalle... ¡Qué gran campo de acción para el ministro De Guindos, cuántas puertas podrían cerrar él y Montoro en estas millas de oro de la Banca pacense! Ayer mismo, sin ir más lejos, miré la oficina de Caja Madrid al laíto mismo de El Corte Inglés (iba a escribir que, desolado, “miré los muros de la patria mía”) y como un despistado pensé que si hubiera caído por ahí Rodrigo Rato haría un buen rato que Ángel Romero Grano de Oro hubiera debido llevarse su inmobiliaria Inmoverde a algún otro lugar de las habitualmente conocidas como las millas de oro de Badajoz, que si la calle Menacho, que si la Avenida Juan Pereda Pila (esa es ahora, dicen, la milla de oro pacense, con todos los compro oro que se han instalado ahí y a los que se suma en sugestivo color azul el “compro plata” con el que sobrevive un buen amiguete y en el que trabaja Gonzalo). En esas lugares de los otrora prósperos negocios campean ya, como digo, esos letreros de cerrado. Es el fechado portugués, al que sólo le falta el broche final, el que nos hunde definitivamente, el “contra sua vountade”. A vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 11 de mayo de 2012)

lunes, 7 de mayo de 2012

César y la gata paría




Nuestros niños necesitan espacios para vivir, para jugar, para estudiar. No podemos hacinarlos en la escuela, como si estuvieran jugando a la gata paría.


César es un señor con el que compartí pasillos en la antigua Escuela Normal de Badajoz. Cada uno en su curso. A mi me tocó la oportunidad de vivir la experiencia de aulas mixtas, que supongo vería con agrado. No he tenido el gusto de intercambiar en mi vida ni media palabra con César Díez Solís, secretario general o algo así de la Consejería de Educación, aunque sé cómo respira. Los mismos aires que su consejera y que el presidente de la Junta, quien según Antonio Cid ahora se va a escorar a la izquierda, como si esto fuera una barcaza de las del Guadiana y uno pudiera cambiar de orilla como los patos del estanque de Castelar. Ahora al presidente, a su consejera y a César se les ha ocurrido mandar a los maestros a medir las aulas para ver si se puede meter en ellas más niños. ‘Arrecarcados’. Como cuando jugábamos a ‘la gata paría’, que consistía en subirse siete niños en un umbral y apretar y apretar a ambos lados, a izquierda y derecha, hasta que uno salía despedido, como me pasó a mi y me rompí un brazo. César quiere ahorrar en profesores y tratar de que las escuelas sean un sitio para almacenar niños, cuantos más en el mismo espacio mejor. Así, amontonándolos, como se hace con el armario de invierno en que se aplastan cobertores, albornoces y edredones, para que quepan cuantos más mejor en el menor espacio. Y no, los niños no son edredones ni cobertores. Menos mal que no se les ha ocurrido decidir que en los armarios del aula (¿los hay ?) caben dos o tres niños, si están famélicos mejor. Malos vientos soplan si quien nos está dirigiendo ha pensado que hay que achicar estos espacios a costa de los maestros (que es grave) y, sobre todo, a costa de los niños. César, acuérdate de los pasillos de la Escuela Normal, con el bedel Preciado paseando su figura gigantesca. Allí sí había sitio y no como en ‘la gata paría”.

(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 7 de mayo de 2012, dentro de la crisis)

A propósito del personaje inicial de este comentario, me ha enviado un amigo del alma estos ripios que traslado aquí para conocimiento y regocijo del personal. Él, funcionario de Agricultura jubilado, mañegu de pro, lo titula "Dies irae... dies illa". Va y le dice:
"Era lectura de oficio de difuntos,
junto al "parce me domine" y parecidos,
que ennegrecían aquellos funerales.
De ellos me dio tiempo en mi visita
a Hornachos por motivos oficiales,
a pensar un buen rato mientras Díez
(se refiere a César Díez, a la sazón alcalde)
recado me envió de que pasara
a su despacho de alcalde de tal Villa.
"Espere usted que ahora está ocupado"
me había dicho, al llegar, una tercera;
pocas veces tal cosa había pasado
en mi largo pìsar extremaduras:
sabía de mi visita, había avisado
era tema importante en tal comarca
y a otra tenía aún que ir y no era al lado.
No me fui, pues el tiempo mucho urgía
y, aunque yo era un mandado,
no me pude callar, pues a su lado
en su mesa tenía, casi apurado,
el puro que el señor se había fumado
sin que nadie en tal tiempo a él se acercara.
Su altanería, su pose y actitud,
ministerial a mi me parecían;
sabía su profesión y me reía
por no llorar si esa su cruz
a sus niños en clase transmitía.
Sigue, con otros más, hoy dirigiendo
humanos temas en esta tierra mía
como en un Sinaí, rayos y truenos
sin vislumbrar la Pascua y la alegría".- D. F. G.

viernes, 13 de abril de 2012

Y esta tapa, pá mi






(El concejal de Parques y Jardines se da de vez en cuando una vuelta por Badajoz, de incógnito, en el tractor. Le acompaña el de alumbrado, para ver cómo andan las farolas. Cosas de esta ciudad entrañable, alegre y desconfiada. Fotos: M. LÓPEZ)


Acabo de ‘toparme’ con Felipe Martin a las puertas de Correos. Yo no sé si él entraba o salía. Vamos, que tampoco sé ni si salía o entraba yo, aunque era de buena mañana. “A vé...”, me dice Felipe sonriendo, sin decirle yo nada. “Muy bueno lo que dice hoy Ibarra, dejar que el PP gobierne con Monago y se estrelle solo, ¿no te parece?” “Sí”, esboza. Con media sonrisa. Y yo miro a Felipe, que me tiene como pinta de ayudante de notario o camarero de terraza, y me lo imagino con su jersey de pico preparando la firma del notario o con chaquetilla blanca dando órdenes a la cocina. Dos tapas...
Es que cada vez que veo a Felipe se me llena el alma de las tonterías diarias de nuestra ciudad. Sé que trabajar en eso le gustaría. A mis cortas luces que haría de buen concejal, más ahora que ya me sé que en Badajoz hasta hay un concejal de la farolas (el señor Fragoso) pues propongo para el futuro elegir un concejal de la tapa (de la tapa de San Roque, de la de la Estación, de la del Cerro Gordo...). Porque para eso estarían algunos concejales. No me cabría en la cabeza, como estoy viendo, a ilustres alcaldesas y alcaldes con el cartel detrás anunciado la Feria de la tapa y poniendo cara de felicidad ante el fotógrafo del pajarito. “Esta feria -dicen- está ya consolidada”. Y a mi eso me lleva los demonios. ¿Qué pinta un alcalde o una alcaldesa haciéndole la publicidad a esto? No es cosa del alcalde. Aunque también hay que evitar al concejal aficionado a convocar ruedas de prensa, que se olvida de su propia dignidad y espeta a los de los microfoninos: “Coman de esa tapa y pregunten, pregunten, que para eso los hemos invitado”. Escribir de esto, con la que está cayendo, y sin llover que es lo malo, casi me cuesta la vida. Por eso digo que ese “a vé” con que me responde Felipe Martin me da que pensar, a vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el 12 de abril de 2012)

domingo, 18 de marzo de 2012

Badajoz se queda sin personajes






Un reloj que hace años no sabe si hace frío o calor, para él siempre hay ---- grados, que es como decir que no hay temperatura. Y semáforos y muñequinos precisan más atención de los concejales. Mientras, don Apolonio sigue haciendo sus rondas por la catedral. (Fotos M. LÓPEZ)

A mis cortas luces que a Badajoz le harían falta más concejales y, con ello, más personajes. Con 27 no llegan a los múltiples cometidos que les encomendamos. Porque se ve además que a muchos de nuestros concejales, a los que tienen asignadas competencias, no les 'vaga' a hacer todo lo que deberían. Ahí está el concejal de los relojes, que para mi que o no tiene tiempo o no puede con su trabajo, sabiendo como debería saber que al reloj de la autopista, situado junto al bar El Dilema, no le entra en la cabeza (me refiero al reloj) que estamos en un año bisiesto y desde el 29 de febrero marca un día de más (?), con lo que el viajero que llega a Badajoz sabe que acaba de perder un día. O el reloj del Carrefour de la carretera de Valverde, que marca siempre igual temperatura (---- grados, asómense y los verán). Y el señor concejal de los relojes, desbordado y agobiado, no hace caso a las demandas de quienes queremos saber qué frío o qué calor hace cada vez que pasamos por allí. Esta ciudad necesita ayudar a los concejales, porque hay muchos cometidos para tan pocos. No dan abasto el concejal de los patos de Castelar, el del mercadillo (el de los martes, el de los domingos), el de las Crispitas, el del cementerio, el de los bomberos, el del azud, el de los barrenderos, el de la Semana Santa (que además es pregonero), el del tractor, el del carnaval, el del botellón, el de los muñequinos (los de los semáforos y los del suelo...), el de control a la oposición (?), el deslenguado... Necesitan ayuda, pero ninguno de ellos precisa tanta como el concejal no nombrado: el que le gustaría ser a Felipe Martín, el que sigue siendo necesario en Badajoz, el concejal de las tonterías.Y además, los concejales solían ser personajes. Y Badajoz se está quedando sin personajes. Sólo nos queda don Apolonio, que no es concejal. Y eso es grave. Alcalde, a vé...

miércoles, 7 de marzo de 2012












Todo está en venta. O casi todo. Todo está en alquiler. O casi todo. Ya no sabe uno muchas veces si el aire mismo, si la lluvia (já, esa es otra), si la brisa que nos conforta a primera hora, es de verdad o es una mentira más de las muchas que el sistema, los mercados, la Banca, el capital... todos, nos están echando sobre la cabeza. Mentira, mentira, mentira. Y sobre nosotros, una sensación de asfixia, de no poder respirar. Parece que se nos caen encima los cartelones de locales comerciales, de casas en venta, de piso que se malvenden o malalquilan, de locales cerrados. Se traspasa, se vende, cómpreme, lléveme, tráigame, haga, estudie, no escupa, oferta, barato, descuentos, no puedo atenderle, déjeme, no me empuje... Todo así, poco más o menos. Pero, además, es que ni siquiera llueve... Así no.

lunes, 27 de febrero de 2012

El desfile imaginario




Los escenarios del desfile, en el Puente Real, con las naranjas de Santa Marina y el huerto de los olivos... (Fotos M. LÓPEZ)

-¿Y dice usted que las mulas atravesarían el Puente Real, tirando de las carrozas y de la tartana de las provisiones, pero llenando la calzada de cagajones y entorpeciendo la marcha normal de las comparsas y murgas, que veloces como rayos y para no perder la costumbre de los automovilistas pacenses, atraviesan el Puente Real raudos como posesos, en busca de la otra orilla?
-Pues sí, señor concejal, mire usted. Que hemos pensado que sería bueno que la cabalgata con el desfile de Carnaval atraviese este año el Puente Real, como homenaje a la recuperación de la margen derecha...
-¿Ehhhh?
-Me refiero al río, a sus márgenes. Para celebrar que las islas del río parecen estar más limpias, para ensalzar Badajoz con este paseo fabuloso...
-¿Habéis osado decir fabuloso?
-Sí, porque se trata nada menos que de hacer un homenaje a la magnanimidad de la Caja de Badajoz por su torre señera y soberana, que todo lo domina, desde la cual la ciudad se pierde allende sus confines y amenaza con inundar Elvas, Campomayor, Juromenha, el mismo Portugal todo entero, que un día nos lo vamos a comer...
-...
-Y no es eso solo, sino además atravesar Gévora, Villafranco, Montijo, traspasar Mérida, dejar a un lado La Albuera y Almendral, atrofiar Olivenza, atragantar Valverde... en fin, llegar a los confines de cuanto abarca la vista en días luminosos...

El aguante de la madera

No sé cómo aguantaron a los carnavaleros las nobles maderas del no menos noble despacho del concejal de Festejos, el buenazo (vale, y noble) Miguel Ángel Rodríguez de la Calle. Porque de atrevidos es acudir con la descabellada propuesta de cambiar el orden del desfile del carnaval de Badajoz, pretendiendo nada menos que llevarlo desde el Cerro de Pepe Reyes (lugar de salida, en la Plaza de las Grullas) para hacerlo desfaratarse en la barriada de la Estación, para desde allí todos los desfiladores, comparsas, artefactos y grupos menores, pregoneros, concejales, mazeros, murgueros variados... montarse en un vagón del AVE y llegarse hasta casa de Mariano en La Moncloa.
-Y cantándole coplillas a Monago y a Rajoy por el camino... Esto lo decía uno de los murgueros proponentes, un descarado liberal e izquierdoso él, el más lanzando a favor de montarle un pollo al partido gobernante, después de lo que ha llovido con los que se fueron y sus múltiples promesas zapateriles de que el AVE iba a desbordarnos a todos y todas y a inundarnos de felicidad, una dicha completa con el marcial desfile de decenas de aviones surcando los aún puros cielos y los muros de la patria mia (¡ay!, siento haberme apropiado de la estrofa de don Francisco, que él me lo perdone). Pues lo dicho. Y digo más: que el asesor del concejal, si es que lo hubiese, saltaba en los sillones del Palacio:
-¿Cómo han podido hacerme esto a mí?, dijo poniendo cara de Alaska.
-Usted, a callar y a cobrar, le replicó el tío comparsero. Darle una vuelta, un cambio a Badajoz. Estábamos en que los comparseros se dirigían al valiente y leal concejal (que si no peina canas, el pobre, es porque qué mas quisiera él) para tratar de hacerle entrar en razón acerca de la conveniencia de darle un cambio a la ciudad (¿el cambio o la vuelta?) y romper con todos los moldes. El comparsero, más que nada, llevaba adelante la propuesta por chinchar y por ver si mete las narices y lleva sus felonías (¿has querido decir Besonías?) al ayuntamiento, que es el fin último que alimenta en su retorcida mente. Echar al noble concejal y cambiarlo por otro de su misma cuerda. Pero hete aquí que el asesor hila más fino y se enfrenta al proponente, desbaratándole los planes.
-Dejen que les explique-, se sincera el muchacho.
Y así empieza a desgranar su descabellada idea. Llevar todas las carrozas y arrancar el desfile desde la Plaza de las Grullas. Recorrer el trecho que va hasta el Carrefour, pasear despaciosamente por las avenidas que rinden homenaje a Vicente Marcelo Nessi, a Jaime Montero de Espinosa, pasar al lado de la avenida de Luis Movilla, todo Sinforiano Madroñero... en fin, recordar a personas que han sido o fueron pacenses egregios e ilustres y reconocidos amantes de cuanto ensalza a Badajoz.
La propuesta del muchacho es aprovechar el paso por las oficinas de la gran Torre y lanzar algún improperio a los que osaron tratar de hollar el cielo (dificilillo, ¿eh?, eso de querer pisar el cielo) de la ciudad con semejante signo de delirante grandeza bancaria, más en estos momentos en que la masa (no el Masa, sino nosotros) anda cabreada con el capital y no hace falta ser más explicitos, que no, que no hace falta. Antes, cantar unas décimas, cuartetas o lo que sea a la expectante Biblioteca Pública de Papá Estado, que un día de estos va a abrir sus puertas, a lo mejor incluso antes que el parking de Conquistadores, al que proponen hacerle un monumento para celebrar la tira de meses que lleva cerrado, o sea, lo que es lo mismo, sin ser abierto. (Todos se miran inquietos. ¿A que va a ser verdad que el Delegado del Gobierno, Alejandro, va a ser el que inaugure la Biblioteca del Estado que se hizo bajo los auspicios de un Gobierno que es tan saliente que ya casi nadie se acuerda de él, aparte de los que lo sufrieron?)

Para no darle mucho crédito

Y aprovechando que el Guadiana pasa por Badajoz, al llegar la caravana desfiladora al Puente Real permitir que los caballos echen unos tragos de agua y comenzar a tirar al río las cifras del paro, los duques innecesarios, los traductores del Senado, las instituciones eludibles, los mercados y los intermediarios financieros, los Correa, los trajes regalados, los represores de los indignados... en fin, una caterva de elementos y personas sin los que nuestras vidas, que son los ríos, serían más felices, más productivas, más deseables... El insigne concejal, apoyado en el quicio de la mancebía y en otro asesor que se había presentado por allí, decíale en un susurro:
-Pero, ¿qué seto?
Nadie daba crédito (y buena está la Banca ahora para eso). Vaya, que casi nadie se creía que tal oferta de reconducción del itinerario del desfile pudiera haber sido concebida por mente humana y menos la de un bellotero pacense, que si el proponente hubiera sido de otro lugar (dilo, anda, escríbelo, no te cortes: de otro pueblo) pues la cosa habría cambiado. El concejal estaba sopesando (los concejales no piensan, sopesan) seriamente si echar o no mano del último recurso que tenía guardado en la bocamanga de la sotana (porque el concejal había usado ropa talar en algún festejo como este, haciéndose pasar por deán de la catedral y provocando las iras de don Apolonio y de Su Eminencia, que Dios guarde).
Más hete aquí que el concejal arrugó el ceño y dirigiéndose al comparsero jaranero proponente, le increpó echándole en cara:
-Ahora que hemos mandado podar en forma los naranjos de Santa Marina... vas a venir tu con esas. Ahora que en prevención de que por el desfile todo pudiera devenir en una guerra de las Naranjas hemos decidido por una vez y aunque sirva de precedente podar los naranjos y llevarnos las naranjas, para que un año por lo menos la avenida de Santa Marina no sea un estercolero por el pisoteo. Ahora que el huerto de los olivos que teníamos frente al Punto Caliente se ha convertido en otra zona asquerosamente asfaltada, para que por fin en Badajoz la gente se dé cuenta de que hay que llevar a los perros a hacer las cacas al extrarradio... Ahora nos sales tu con esas marianas (dijo sin pensarlo dos veces y de inmediato se arrepintió; pero lo dijo, marianas, y ahí queda transcrito) y además, que a mi con esas no me vengas, culminó recordando su época esplendorosa y brincante de musiquero de los años sesenta.
De lo que pasó después, el cronista piensa que es mejor no meneallo. El personal se aprestaba para para el desfile del 19 de febrero, esperando que ni los relojes ni los calendarios decidiesen también declararse en paro antes de ese día. Y ante ello, en esta fría mañana febreril, el cronista se disfraza y respetuosamente se tapa ahora los ojos para no ver lo que no quiere ni ver.

(Publicado en la Revista oficial del Carnaval 2012, del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz. Febrero, 2012).