miércoles, 28 de noviembre de 2012

La burra no llega al pesebre

Parece que al villancico de “hacia Belén va una burra” va a haber que cambiarle la letra. He preguntado a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Badajoz, que cada año montan su belén particular abierto a todos los visitantes en el Asilo, si este año va a haber Belén. Me han dicho que sí y que estará abierto desde el día 10 de diciembre hasta el 7 de enero. Pero no me he atrevido a preguntarles si este año el belén de Badajoz tendrá burra o mula o buey o algún otro semoviente. Con la pretendida reforma agraria, el paro, con Bruselas, el carajal de las pagas extra y, sobre todo, con este Papa, uno no sabe a qué atenerse. Habrá que preguntarle a Ricardo Cabezas, el entusiasta voluntario del Gurugú, si por aquellos lugares volverá otra vez el Belén viviente de todas las Navidades (hablamos a veces del Gurugú como de otro mundo, con evidente menosprecio a un lugar hermoso de Badajoz, un lugar que va a ser el futuro porque tiene al laíto mismo a Portugal, a la Raya, a los centros logísticos, a El Faro, al AVE -quita, quita, que me da la risa- ).
  O habrá que saber si en la parroquia de San Agustín va a estar de nuevo el misterio con su burra, sus chozos echando humo, sus posadas de puertas abiertas, sus gallinitas, y su buey y sus pastores ronroneando a la PAC o si van a ponerle a la casa del herrero techos con placas solares o habrá alguna ocurrencia de nuestro presidente Monago aplicable al belén (algún caganer, por ejemplo, para echarle la pata a los catalanes, que es lo que se lleva ahora).
   O, ainda mais, si en el rosario de deseos entrará el que por fin el concejal de las tonterías se ocupe de poner en hora todos los relojes públicos de Badajoz, que hay señores empleados del servicio de Limpieza que cuando pasan por la ‘autopista’ no saben si es hora de entrar a trabajar o la hora de salir. Pero, bueno, lo del Papa es lo más, que ha dicho (http://www.fratefrancesco.org/esp/navid.ratz.htm ) que ya no hay burra que llegue al pesebre, que lo del buey es un cuento chino, que ni estrella ni leches, que ya está bien y que el pesebre no da para más. A vé…

  (Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 28 de noviembre de 2012) (¡Ah!, lo de la foto son vacas, cerca del pantano de Nogales, no son las de la portada del disco de Pink Floyd)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Los olores de Badajoz

Esto de los malos olores que afectaron hace un par de semanas a Badajoz, que ahora ya se ha solucionado entre otras cosas por las lluvias, viene de antiguo. Ahora parece que nadie tiene memoria de ello, pero en verano los vecinos del polígono La Paz se acordaban todos los días varias veces de la dignísima Corporación municipal, estuviera presidida por quien estuviera, cada vez que al caño de la Cambota le daba por largar al exterior. Aquel olor era penetrante y llegaba a casi todos los barrios del Badajoz de entonces, que en aquella zona terminaba por los bloques de Santa Teresa, cuando allí no había llegado aún el olor del dinero del Banco de España y lo más que se olía (y mal, también) eran los efluvios que salían de la aceitunera, que dicho sea de paso me llegaban a mi hasta a las aulas de la Escuela Normal o a la pensión en la que vivía en las calle Las Peñas primero y Bravo Murillo después y se percibían, en su época, lo mismo en el gimnasio al aire libre donde nos daba las clases de gimnasia y formación del dichoso espíritu nacional don Leopoldo García Morera que en las aulas en las que don Benito Mahedero se empeñaba en enseñarnos la tabla de los elementos (litio, sodio,potasio…), que bien que nos costaba aprender a los que veníamos de letras. Entonces no había Vaguadas ni Urbanización Guadiana ni Jardines del Guadiana… pero el pestazo era de campeonato. Menos mal que en Badajoz no todo han sido siempre malos olores. Y es que si se quiere que los jardines desprendan suaves y agradables perfumes hay que convenir en que es necesario acarrear estiércol y de eso también aquí ha habido lo suyo.
  Fue la glosa de los olores de Badajoz la que le valió un premio al periodista José María Pagador Otero (¿donde andas, Pepe?) que escribió “el Badajoz de los ciegos”, un cariñoso recorrido por la ruta que supuestamente hacía un ciego cada día y se iba guiando por el olor de rosas en San Francisco, el olor de los calamares de la Calle Zurbarán en Los Corales, el olor de los churros de Saymu en la calle del Obispo, el olor que salía incluso del antiguo jardín del Obispado…
  Ha pasado felizmente el tiempo de aquellas penurias y hoy los olores han de ser muy otros. Son los purines, me dice la autorizada voz del poeta Santiago Corchete que, como experto profesional de la agricultura que sigue siendo, sabe detectar los olores con los que ha convivido décadas pateando el campo extremeño. Sean unos u otros, menos mal que el agua ha barrido las calles, ha aliviado los olores y se ha depositado en nuestros embalses. Y todo ello sin costarle un euro al ayuntamiento.

  (En la foto, el lugar por el que estaba el caño de la Cambota, que fue definitivamente encauzado aguas abajo del azud. Este texto ha sido publicado en la edición impresa de HOY el 9 de noviembre de 2012)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Luis Trinidad, el de la pala de oro


A Luis Trinidad, el contratista de obras más vinculado a la pequeña historia de Badajoz, le han reclamado algunos arreglos en la carretera del cementerio y allá que se ha ido con sus cuadrillas de trabajadores, aunque ahora la mayoría está en el paro. A los 73 años años, este hombre que se inventó para los anales periodísticos de Badajoz la historia de "la pala de oro", ha dicho adiós a las contratas, a su familia y a la vida. Su nombre era uno de los que más sonaba en la mesa de sesiones de la Comisión de Gobierno del ayuntamiento de Badajoz, porque era raro el día en que no había que recurrir de urgencia a él para alguna de las variadas incidencias urbanísticas que presentaba la ciudad.
  Y eso ocurrió con los sucesivos alcaldes de Badajoz, Jaime Montero de Espinosa, Luis Movilla, Manolo Rojas, Gabriel Montesinos y Miguel Celdrán, a quienes ayudó a reparar las múltiples averías de este viejo Badajoz. Con sus máquinas y con sus trabajadores, siempre estaba Luis Trinidad al frente de cuanta obra de urgencia había que acometer en Badajoz. No hubo socavón en el que no tuviese que intervenir. Y fue su humor el que sirvió para hacer popular una historia que a lo largo de 20 años de periodismo nos ayudó a todos a llevar adelante con humor lo que no era más que una realidad cierta, la que esconde la pala de oro que en Badajoz muchos estamos aún buscando. Gracias, Luis Trinidad.

La imagen puede valor como homenaje a Luis. Una carretilla y una pala, restos de un trabajo de albañilería en la calle del Obispo en Badajoz. (Este texto ha sido publicado en Cartas a HOY el domingo día 4 de noviembre de 2012