O sea, que
si tu llevas ya un día revolviéndote por
entre aquella arena, con tanta agua, con tanto griterío, y no te has encontrado
todavía a Emilio González Barroso ni
a Alberto González ni a Antonia Márquez Anguita ni a José Emilio Estrella, pues llegas a la
clara conclusión de que no estás en Badajoz. Será cualquier playa del Sur si además has visto que
no bien quieres dejar el coche en cualquier esquina y ya se te ha echado encima
un controlador de la ORA (que sí, que eso lo hay en Punta Umbría) o el controlador del hotel que te reclama 10 euros al
día por dejar el coche aparcado en un recinto al aire libre, cerrado, eso sí,
pero al aire libre y con unos sombrajos que no son precisamente gloriosos. Estás
fuera de Badajoz. Si en ese sitio llamado playa (este año limpio, sí) aparece
un payo gritando alegremente desde bien temprano”¡ La sevesita fresca, el
colacola, los fantas con sus temperaturas, para usté y sus criaturas”! es que
ese sitio es la playa de Punta Umbría.
O sea, puedes encontrarte con Brígido
Férnandez padre y Brigido hijo,
el reportero gráfico de HOY en Mérida que ha venido hasta aquí a quitarse los
espinos. Y se ha encontrado conmigo y unos cuantos mosquitos que este año
pican, pero no son como los de Badajoz, estos son silenciosos y discretos, pero
traicioneros.
Más al Sur,
en Isla Canela o la Punta del Moral hay parecido bullicio y
también no exagerado movimiento. Se nota en el mercado de Ayamonte, donde veo un bicho feísimo que intentan venderme. ¿Y eso
qué es?, pregunto. “Japo”. ¿Y para qué sirve, preguntó el veterinario de San
Vicente de Alcántara Juan Ramón Castaño?
Andaba de paso y m lo contó con Maruja
en la Punta del Moral, al lado de un
choco de trasmallo en La Cayuelita.
“Pajé jopa”, le dijeron. Y ya
deducimos que es sapo y sirve para hacer sopa. Y comentan que lo fríen con
chocos, y boquerones en Casa Margallo,
un sitio al que hay que ir aquí en Ayamonte como a casa Vicente, que si no los visitas es como si no hubieras estado en la
playa. En Punta Umbría hay que ir a
casa Fermín y te puedes encontrar en
la calle Ancha con el rumano del
acordeón (el mismo del quiosco de San Francisco y de la Plaza de los Alféreces
en Badajoz), que otros años por lo menos andaba por aquí con su acordeón y su
pareja, la mujer que se coloca a las puertas del Eroski de Héroes de Cascorro en Santa Marina, donde Juanito Benavente, uno de los
encargados, mete mercancías desde las 8 de la madrugada ayuddoa por Jesús.
Pero lo
mejor de todo, ya digo, es el vendedor de Punta
Umbría que le pone rima a su mercancía, tratando de atraerse más clientela.
(Publicado en la edición impresa de HOY el jueves, 25 de julio de 2013)