domingo, 18 de agosto de 2013

¿ A cuánto están los tomates por ahí ?










(Los tomates o cualquier otra cosa, como algunos de estos productos del mercado)

Allá por el siglo pasado mi inefable amigo Manolo Martínez Mediero me hacía reir de la propia risa (es así, no se extrañen) cuando me  transmitía una de sus siempre acertadas observaciones en su atiborrado despacho de funcionario del Ministerio de Trabajo, en el antiguo Edificio de los sindicatos en Badajoz. El edificio en sí era lúgubre, pero las risas que aquella mañana salieron por las puertas de su despacho debieron hacer temblar los cimientos del sindicalismo vertical, cuando hacía poco tiempo que el gobernador civil había dejado ya de ser jefe provincial del Movimiento, y a él habían de rendirle pleitesía los respectivos delegados provinciales de los Ministerios. Por aquella época que recuerdo ahora debió estar en el machito de la Delegación de Trabajo el inolvidable y desaparecido Alfredo Fernández Barrios. O Tito, que era también un tipo muy legal y que con sus barbas rompía la imagen de un delegado ministerial. Y Manolo Martínez Mediero, separado del plumilla con los informes y legajos del Consejo Económico y Social de Badajoz (quiá, no había ni atisbo aún de Extremadura, dónde va usted a parar, España era todavía una unidad de destino en lo universal y las provincias seguían siendo 52 y las 17 autonomías aún estaban en el limbo), bromeaba sobre el paciente turista de Badajoz que emprendía la aventura de irse a la playa subiendo la cuesta de la Media Fanega a bordo de su Seat-600, su Simca 1000 o su 850 (ese era el mío, que me lo vendió nada menos que José Luis Joló, el de la Seat de los Talleres Muñoz). Y comentaba la pregunta que debía contestar el turista desde su punto de destino, cuando después de pedir conferencia en alguna destartalada oficina de Telefónica en La Antilla o Punta Umbría, soportaba la pregunta de la madre o de la suegra: “¿Y cómo es el agua de por ahí?”
Me costaba trabajo sacar a Manolo Martínez Mediero de sus cavilaciones en voz alta y de su cara colorada por las risotadas. Yo quería preguntarle por la frase que él escribió para que la dijera Tina Sainz en su obra “Las Hermanas de Búfalo Bill”, cuando Tina y Berta Riaza habían de soportar el asedio de su hermano Germán Cobos, que las mantenía encerradas a cal y canto, para proteger su virtud y que, cuando sonaba de repente una campanilla, levantaban las risas de una parte del público y las iras de los ultras que no aceptaban la llegada de la democracia. “¿Uy, será la democracia…!”. Y el teatro se venía abajo y a Manolo se le saltaban las lágrimas de la risa por haber burlado otra vez a la censura. Entonces se preguntaba por el agua. Ahora, en estos veranos, yo siempre pregunto “¿a cuánto están los tomates por ahí?”

(Publicado en la edición impresa de HOY el domingo 18 de agosto de 2013)