Historias de burros en Badajoz hay
para dar y tomar. Empezando por el burro de la lejía o siguiendo por las mulas
de El Chato. De eso saben algo los nacidos en el siglo pasado. También
historias de dos personajes extremeños, tristemente desaparecidos, que pusieron
un burro en algún momento de sus vidas. Uno fue el pintor Francisco Morán Cruz, funcionario de la Diputación de Badajoz, al
que organizaron una exposición en Madrid y dijo que él se encargaba de
jalearla. No eran tiempos de ruedas de prensa pero entre la prensa desoficiada
de la capital se corrió la voz en cuanto que Paco Morán apareció en la Gran Vía madrileña, montado en un burrito
capón con unas alforjas y traje típico extremeño, fumando su pipa. La asaetearon
con cámaras y micrófonos,vendió su mercancía, se deshizo en elogios de sus propios
cuadros, presumió de su extremeñismo holgadamente y cuando un listillo periodista
quiso cazarle y preguntó “¿de dónde es el burro?”, Paco soltó la respuesta que tenía preparada: “El burro es de Madrid”.
Las crónicas no dicen nada más y cuando Paco
me lo contó hace ya muchos años se enrojecía de satisfacción.
El otro protagonista fue Rafael Ortega, el alfarero de Fregenal de la Sierra, que exhibió una
de sus creaciones con Sancho Panza
delante en su burro y Don Quijote en
su jamelgo Rocinante detrás. Cuando
le preguntaron por qué había cambiado el orden contestó con guasa: “Ya estoy
harto de que vaya delante siempre el mismo”. Me confesó el buenazo de Rafael, un hombre de izquierdas, que
en aquellos tiempos temió que desde la lucecita que a decir de las crónicas
lucía por las noches en El Pardo se
le callara la boca. Pero la cosa no pasó de ahí y desde entonces Sancho Panza ya fue siempre por delante
en su burro. Y don Quijote detrás,
de segundón.
(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 28 de Julio de 2014)