Se unen a estos incumplidores otros como quienes se empeñan en regar las macetas a deshora echándonos el agua a los viandantes. No hablo de quienes tiran las colillas por la ventana a la calle, que los hay. Y de vecinos que al recoger los edredones hasta el próximo otoño han descubierto que en el altillo había cacharros que estorban y los sitúan junto a los contenedores en un alarde de incivismo, para que se los lleve el de la basura. Pero el conductor ni se baja del vehículo porque tiene una ruta que cumplir y su misión no es arreglar lo que han hecho mal los incívicos.
Así las cosas, las calientes tardes veraniegas son una sucesión de ruidos, calores, moscas, radiales a tope, llamadas increíbles de las telefónicas para que te hagas con el nuevo plan ahorro y, además ahora, un machacón pregón de la furgoneta que viene anunciando que ya está el tapicero en su casa, en su propio domicilio, se tapizan sillones, sofás, descalzadoras (¿pero aún hay descalzadoras?). Toda una delicia estas alegres tardes de veranillo. Y a ello se suma el ministro Montoro que quiere que Guillermo presidente nos saque la sangre para dársela a él, con toda la calor.
(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 13 de julio de 2015)