miércoles, 5 de agosto de 2015

Los martes, lujuria china en el mercadillo

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 De modo casi lujurioso, una pareja de japoneses que ya no cumplirán los 65 años miraba al amanecer, saliendo del Puente Real junto a la rotonda de La Jamonería del mastodóntico edificio de la Caja de Badajoz. Dirigían sus ojos orientales al fabuloso llano del mercadillo, totalmente vacío, sin vestigio humano alguno. Estoy por asegurar que se les empañaban los ojos del lágrimas al ver el desperdicio en que está sumido  el lugar, que es usado sólo una mañana a la semana, la de los martes, para darle una rentabilidad social dudosa y económicamente escasa para la ciudad propietaria del espacio, para el que sin duda los negociantes del terreno urbano habrían podido soñar destino apropiado.
Unos días después he vuelto a ese espacio desaprovechado para el que ahora los organizadores de viajes y excursiones han encontrado uso, como punto de cita para que partan o regresen los autobuses y se concentren los familiares de los excursionistas. No, todavía no se han dado cuenta en el ayuntamiento de que no sería descabellado pensar en imponer una tasa a los usuarios de este espacio, con lo que habría más rentabilidad del lugar graciosamente cedido bajo el pago de una justa y escasa tasa. La pareja de japoneses seguramente llorará sí acude a fisgar por otro espacio  igual de rentable, el del  mercadillo de los domigos, pero líbreme la virgen santa de proponer cobro de tasa a los usuarios en días distintos al domingo. A fin de cuentas, los vecinos de las urbanizaciones próximas bien podrían pedir la colocación de porterías  o redes de quita y pon y soltar a la muchachada a hacer deporte de escaso riesgo, dándole así un uso racional a estos lugares que se mueren de risa seis días a la semana. Por estas lugares no pasan más que las cucarachas espantadas por la obra interminable del Caño de la Cambota, que dirigen sus pasos para entrar en la civilización por Avenida de Santa Marina dejando a su paso una lamentable escena. Son las cucarachas americanas nativas de Africa que nos devuelven a la cruda realidad de unos espacios muertos, sin uso, para los que la pareja de japoneses seguro habría soñado negocios con prometedoras cajas a base de todo a un euro.

Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 5 de agosto de 2015)