martes, 1 de noviembre de 2016

El Guadiana, preso del amanecer


Y ahí están las márgenes aún somnolientas, los patos retozando, el bullicio que llega aún siendo un festivo en la ciudad. El rio no conoce esas fronteras entre el día y la noche, entre el horario viejo y el horario nuevo. Se solaza y discurre. Y junto a él rayos del sol violentos entran desde el Este, inundando las laderas y los cerros. El Guadiana se siente preso del amanecer y se deja mecer por las primeras luces. Algunos patos extrañarán la hora, quizá libélulas desconcertadas, tal vez gorriatos extrañados de la magia del nuevo día. Desde aquí, desde los paseos del Guadiana, se oyen las pesadas nueve campanadas del reloj de la catedral, entre cuyas sillerías se cobijarán los canónigos cantando maitines o lo que toque, según diga el ritual de su santa doctrina. Más cerca, bocinas de conductores desesperados alertarán al incauto que se atraviesa en la rotonda.
  Todo esto se planta ante mis ojos y huyo de los sonidos escalofriantes de las ambulancias que caminan presurosas al Infanta buscando donde depositar al herido, al herniado, a la parturienta desesperada, al ciclista atropellado. Acaso sobrevuelen aviones cargados de becarios del aire, que buscan el título, romper si pueden la barrera del sonido, soñar con bengalas y con disparar sus cañones haciendo cabriolas al cielo. Gallos y gallinas de la barriada de Las Moreras han cantado mucho antes que los canónigos y todos juntos conforman un coro universal que concita gritos, luces, ecos, aires, silbos de pájaros desorientados, atletas aficionados que rebajan calorías en los paseos sorteando a los barrenderos, máquinas recogedoras de basuras y de hojas muertas, el camino indeseado hasta el Tanatorio... Y al lado, la vida que pasa: El afilaor, María que llevo patatas y nueces y naranjas nuevas, la furgoneta que desprende el olor inconmensurable del pan caliente, castañas, las nueces, los Tosantos, claveles para el cementerio... Es la vida y los rayos del sol que esperan poder calentar mañana a los muchachos y muchachas que acudirán al Instituto, al expoliador de las papeleras, al desvalido que busca entre los contenedores un cacho de pan o unos hierros para llevar a la chatarrería de Bru. Sí, la vida no es lo que está en las tribunas o en los oropeles ni en las estadísticas siquiera. La vida es esto. El Guadiana preso del amanecer y solo esto, sin acentos.

(Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 9 de noviembre de 2016)

viernes, 21 de octubre de 2016

El gallo cantador y la radial mortífera




Dos imágenes de la Avenida Condes de Barcelona. Por aquí cerca canta el gallo, tan feliz, dándole a esta barriada agradables aires de pueblo (Foto: M. LÓPEZ)


Quienes me conocen saben que soy más de pueblo que las aceitunas o los pantalones de pana. Por eso no se extrañarán si digo que me gusta la historia esa del gallo que canta por las madrugadas ahí en Condes de Barcelona, dándole solera y sabor popular a una calle que no tenía nada de eso porque una barriada nueva no es nadie hasta que se arropa con costumbres que lleguen a solera y tradición. Que un gallo nos despierte de madrugada es bastante más hermoso que escuchar las peleas y ladridos de perros o los tubos de escape desatados de las motos que destrozan los tímpanos y sí que hacen que a uno le hierva la sangre. Y me hace recordar que los ruidos nocturnos son algo que nos pone de los nervios hasta a los que somos un poco duros de oído. En Badajoz los ruidos de la calle son nuestros grandes enemigos y ello me lleva a preguntarme una vez más por el cumplimiento de las ordenanzas municipales y por quién las hace cumplir. Los que tenemos la suerte (¡) de tener un supermercado a las puertas de casa sabemos ya que algunos días (por no decir todos) llegadas las ocho de la mañana empieza el paseíllo por las calle de los carritos gigantes en los que transportan las mercancías arrastrándolas, no llevándolas. Arrastrando los enormes palés por los acerados y llevándose las baldosas como si fuera de papel fino. A veces ese arrastradero se produce a las cinco de la tarde, lo que en meses de verano no es agradable para nadie.
Pero a quien hay que echarle comida aparte es esa maquinita infernal llamada radial (o a los generadores o a los martillos percutores). Hay barriadas como Santa Marina en las que es incesante ese zumbido maléfico y atronador. Yo a veces me pregunto si no habrá algún ciudadano que usa la radial para recortar los panes viejos y sacar las tostadas. O para preparar el pan para hacer migas. Migas canas, como las de Diego Algaba. A vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el 20 de octubre de 2016, jueves. Página 3)

martes, 18 de octubre de 2016

¿De quién es la culpa?









Pobre Guadiana, que ha de asistir impasible y sin poder rebelarse al deterioro más salvaje que en él, en sus aguas, está causando el ser humano. Estas fotos son sólo un testimonio del trabajo que se está llevando a cabo para tratar de salvarlo de plantas invasoras. ¿Por qué se ha esperado tanto tiempo? ¿Por qué no se le ha metido mano antes al problema? Me pregunto si próximas generaciones podrán disfrutar de un rio limpio, como lo fue en sus tiempos.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Cochinas sin chiquero


Para tener una buena piara con vistas a la montanera del año que viene, muchos ganaderos juntan a los verracos con las cochinas para que estas vengan a parir por estas fechas. En estos días por tanto, cuando está en fuga la campaña de los higos y algo similar en la vendimia, empieza el jotril en el avío de los chiqueros y las majadas para prepararlo todo a fin de que los partos avienten nuevos marranillos que serán los ocupantes gozosos de las dehesas con el contento de los amos. Dicen que esta próxima otoñada podría traer buenas noticias para el campo porque, según los casos, parece que hasta los alcornoques vienen cargados de bellotas y lo más probable es que quién sabe, como dice el calendario zaragozano, que descubre para el incrédulo lector  los entresijos del tiempo para el próximo año con frases como que por estos días hará el tiempo propio de estas fechas, con frios ocasionales y a veces los calores usuales y ya está todo dicho. Pero, a lo que iba, que después de mucho mirar al cielo y los cercos de la luna, el ganadero ufano mira a su piara y con un poco de suerte se dirá para sus adentros: "No tengo chiqueros para tantas cochinas".Eso de por si será buena noticia, porque dicen que es mejor tener que desear. Y el urbanita lector, que está agobiado con el paro, la renta bàsica, el tráfico, con las cacas de los perros, con los ruidos, se dirá con razón que a qué vengo yo a darle la vara con los chiqueros y las cochinas. Pero es que a lo que quiero llegar es a la conclusión de que sería peor decir "no tengo cochinas para tanto chiquero". (Cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia). A vé.
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(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 5 de septiembre de 2016)

sábado, 6 de agosto de 2016

Gitanos en caravana


Creí que no volvería a ver más está estampa, que me ha herido otra vez. Una par de carros achacosos a los que seguro que no les engrasan los ejes hace años. Unas mulas, alguna burra vieja, un par de caballos o tal vez tres, unos potrillos. Sobre los carros tres o cuatro mujeres con cara cansada, unos niños de escasa edad, uno un poco mayor correteando tras la caravana. Dos hombres que rondarán la cuarentena y un mozalbete se turnan para conducir esta medio familia, que acaba de dejar el improvisado campamento que  les ha albergado por una noche junto al cementerio que està a las afueras del pueblo. Allí los cárabos y las chicharras han sido testigos de la velada junto a las tapias del camposanto, ante las cuales han encendido una lumbre, quizá para protegerse durante la noche, para ahuyentar a las ratas o algún perro salvaje que podría haber mordido a los churumbeles. Quizá llegando desde Barcarrota han hecho noche en Salvaleón y de ahí han seguido su camino en dirección a Salvatierra, que festeja estos días a Santo Domingo. O van a La Morera que se engalana para San Lorenzo. Con la pausada marcha a que obligan los burros viejos, a los que las moscas persiguen, inclementes. Soportando, como dice la Biblia, el peso del día y el calor de justicia de este mes de agosto. No saben què les esperará tras la próxima curva, ni si hallarán agua o sombra para el cobijo. O pan para los niños o paja para los potrillos. No sé si hay horizontes para su lento y eterno camino. Tal vez sólo el canto monótono y aterrador de la chicharra, las picaduras de las avispas y los tábanos, el calor. Y la vista cansada de hombres y mujeres, quizá portugueses, que esperan acabe pronto esta maldita y empinada cuesta y lleguen las primeras casas del siguiente pueblo, para acampar junto a otro cementerio.

(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 5 de agosto de 2016)

miércoles, 8 de junio de 2016

Pesquisa con guardinha incluido






Imágenes de Portugal, tan cerca y a veces tan lejos (Fotos M. L.)


Muchos pacenses se acordarán de cuando a los guardinhas les dio por controlar a rajatabla cuanto coche volvía de Portugal -mayormente de Elvas- a España pasando por Badajoz. La hostelería portuguesa se echaba las manos a la cabeza porque por no se sabe qué razones les estaban matando la gallina de los huevos de oro. Muchos españoles dejaron o dejamos de ir a Portugual no ya a las compras, sino sobre todo a comer. Dueños de locales de restauración en Badajoz vieron que aquello les beneficiaba. Igual que cuando había noticias, ciertas o falsas, de una intoxicación por comida en mal estado en restaurantes de Elvas. Los guardinhas nos exigían el famoso documento de la carta verde y aunque lo lleváramos con todos los sellos y timbres, a ellos no les valía. Si se cometía una infracción (a juicio de ellos), el coche quedaba sellado y no se movía de allí hasta que el conductor aflojase en escudos el importe de la denuncia. O pagar o a la Comisaría (comissariado), con todo el follón que ello implicaba.
Parece que volvió la cordura con los controles. Pero ahora, como Portugal (tan cerca, tan lejos) es siempre sorprendente, se han inventado una cosa extraña. La encuesta (pesquisa, indagaçao) con guardinha. Servidor regresaba el sábado día 4 a eso de las cuatro de la tarde de Elvas a Badajoz y un guardinha me dio el alto (y a otros conductores, todos españoles) ordenando que circulara por las vías de servicio de lo que fue la antigua Aduana. Allí un propio me indicó que aparcase y bajase del vehículo hasta entrar a una caseta en la que otro que tal, con una escarapela que decía algo así como Instituto de Opinión Pública, me dijo que me iban a hacer unas preguntas, “solo dos minutos”. Mi nombre, mi edad (y de mi acompañante), cuánto dinero había gastado y qué habría comprado. “No he comprado nada, sólo la comida. 25 euros”. Y vuelta la burra al trigo. “¿Ha comprado tabaco, café...? “ Y concluí, perplejo: “Nâo”. Lo dicho, encuesta con guardinha incluido.

(Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles, 8 de junio de 2016)

sábado, 21 de mayo de 2016

Quien se mete debajo de hojas...












Ramajos colgando de árboles en la Avenida Fernando Calzadilla de Badajoz. (Fotos M. LÓPEZ)

Le tenía yo aprendido a algunos de los muchos, muy buenos y muy desaprovechados técnicos municipales que ha tenido y tiene el ayuntamiento de Badajoz: que llegadas las épocas de ferias (y también antes de las elecciones) era bueno repintar todos los pasos de peatones y de cebras de la ciudad. Por razones de seguridad, mayormente. Porque Badajoz se llenaba de forasteros y conductores atolondrados que no respetaban los pasos, alegando que no los veían. Y así un año y otro el alcalde ordenaba librar una partida de pintura a finales de mayo, para prevenir. Ahora, el ayuntamiento sigue sin hacerme caso: ni nombra un concejal de las tonterías, ni crea una patrulla canina para tapar los agujeros que dejan las baldosas que la propia desidia se ha ido llevando, ni persigue con más ahinco a los dueños de perros cagones, ni tapa los baches, sólo ha limpiado una cuarta parte de los solares municipales llenos de fusca que hay en la ciudad (aunque la hazaña que se vende es que “sí se ha limpiado” una cuarta parte, etc)... en fin, que cómo voy a pedirle ahora que pinte los pasos de peatones, si ellos -los concejales- están en este momento a otra cosa, a reñir, a encender el ventilador... ¿Cómo voy a pedirles que se ocupen del ramoneo de los naran jos de Santa Marina o de los múltiples árboles que amenazan con saltarnos los ojos cuando vamos andando distraidos. Por ejemplo, por Santa Marina o por la Avenida de María Auxiliadora, donde a los ramajos de los árboles les ha dado por apuntar al suelo y amenazan con sacarnos los ojos a los que superamos ligeramente la talla (de estatura física, claro), de nuestro alcalde, que el señor guarde.

Como el año se metió en agua, éramos muchos los que nos escondíamos bajo los árboles en días de lluvia, olvidando el refrán tan nuestro que recuerda que “cuando uno se mete debajo de hojas, dos veces se moja”. Y ahí sí que no vale la patrulla canina ni el concejal de las tonterías, porque la patrulla no sabemos a qué la dedican y el concejal de las tonterías, que yo añoro, ni está ni se le espera. Visto lo visto, me voy a hacer un Imserso y que ustedes lo pasen bien.

Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 23 de mayo de 2017

viernes, 29 de abril de 2016

Álvarez Buiza, "cada día más cercano a mi niñez"







El 25 de abril de 2016 tuve el honor de presentar a Jaime Álvarez Buiza, que pronunció una conferencia en la Real Sociedad Económica de Amigos del País en Badajoz. Aquí están recogidas mis palabras textuales de esa noche y un par de fotos del salón donde se celebró el acto literario:


Acongojan estos cientos, miles de libros. De los millones de palabras que encierran. Como le pasa al Atlético de Madrid, su club, cuando acude al Bernabéu a tratar de ganar. A ellos les puede el miedo escénico de aquel lugar que algunos cursis llaman Coliseo. Algo así como este de ahora, aquí, con millones de palabras vigilándonos y rodeándonos. El oficio de los escritores como Jaime es entresacar y escarbar en los millones de palabras que están dispersos por el mundo, en el mar, en el aire, en las montañas... y ordenarlas, como el tipógrafo va sacando cada una de las letritas de molde que luego colocará en la rama para que lleguen finalmente hasta la teja de la imprenta. Así era antes. Algo así como esos patos que he visto esta mañana en el paseo de las márgenes del Guadiana poniendo en fila a sus patitos y haciéndolos caminar buscando gusanos en las orillas del rio, como si fueran palabras, escarbando entre los helechos, asombrados quizás ante la verbena de amapolas que la Tierra nos regala hogaño.
Tengo escrito por ahí, hace seis años, rondando por eso que llaman ahora la nube, desde febrero de 2010, que es fino este Jaime Álvarez Buiza de cuya persona me propongo cometer esta presentación. Porque no se deja amilanar, impresiona pese y por su estatura normal, taladra con la mirada que sin embargo es mansa. Sus espaldas andan ya curtidas pasada felizmente la sesentena de la que se cachondea ladinamente. Que me quiten lo bailao dice. Enamorado como sigue de Trini y de Jesús Delgado Valhondo, dice de si mismo ser chinche, escéptico, agnóstico, iconoclasta, instalado en la duda y se pregunta si acaso sea también poeta. Yo he acudido a mi imaginario y añadiría demás que es sensible, intenso, divertido, liberal, mordaz, candidato a la guillotina (no a la macabra, sino a la de las imprentas, a esa guillotina que ordena y elimina las rebabas de los libros).
Es también irrespetuoso, no oportunista, insaciable, guerrillero, ocurrente, conversador irrefrenable, indomable, romántico, soñador, funambulista, quizá prestidigitador de las palabras, ilusionista, fabulador, lenguarón, epatante, ingenioso...
Nació curiosamente teniendo cero horas, cero minutos, cero días, allá por el 17 de octubre de 1952, en los días en que se acababa el racionamiento del pan impuesto al final de la Cruzada, en los días en que se publica El viejo y el mar de Hemingway, se estrena Cantando bajo la lluvia y en Argentina muere Evita Perón a los 33 años. A todos ello se sobrepone Jaime que empieza a corretear por las calles de su Badajoz, por la calle del Obispo, por San Francisco, Castelar, el parque infantil, San Juan, todo el centro de Badajoz que le vio crecer.
Desde enero del año 77 y hasta marzo del 78 sirvió a lo que llamamos patria en tierras de Viator, en Almería. Y allí entre guardias, imaginarias, distancias y creo que algún que otro desmán se gestó su libro Tarde de siempre.
Y aquí habla Jaime: “Conocí a Jesús en el año 1971, cuando era delegado provincial de la Asociación Nacional de Inválidos Civiles, a través de su secretario, José Antúnez, que trabajaba en la relojería por las tardes como contable. Y es raro el día, desde que Jesús murió el 23 de julio de 1993, que no me acuerde de él en algún momento. Sin duda, es la persona más extraordinaria que haya podido conocer. Y un poeta mayúsculo. Fue para mí como un padre. Y me influyó muchísimo: escuchándome, educándome, riñéndome, animándome, corrigiéndome… Y me sigue influyendo porque el poso de sus enseñanzas, poéticas y humanas, sigue vivo dentro de mí. He dicho en alguna ocasión que lo que más le agradezco a la poesía, la mayor satisfacción que me ha dado, fue el conocerlo, quererlo y sentirme querido por él”.
Jaime entra a trabajar en la Universidad de Extremadura en octubre de 1978, hasta febrero de 1985, en que se fue a la Editora Regional de Extremadura, (de la que dice que en maldita la hora en que lo hizo), y donde aguantó hasta final de setiembre de ese año. En octubre, ‘reingresó’ en el negocio familiar, hasta que en setiembre de 2001 volvía a la UEx, donde continúa en la actualidad
De Jaime ha hablado en voz alta Manuel Pecellín afirmando que es un poeta que está por decir la última palabra y que en él se encarna lo que afirmó Cervantes al decir que la poesía es amiga de la soledad y el silencio. Y eso que en Jaime se dan cita el bullicio de su vida literaria, de Esquina Viva, de Universitas Editorial, del taller de joyería, de Trini, de sus tres hijos , del trabajo en la Universidad y sus confesables vicios de las esquinas de las tabernas, de la escritura en tiempos de mili, de su negativa a aceptar los dictados de la cultura oficial que le marginó por negarse a aceptar el pensamiento único en los albores de 1982, hace bastante más de treinta años.
Ha dicho que para él dormir es un tormento porque teme a lo desconocido de la noche y reconoce que despertar cada mañana es una aventura y aunque admite que convive bien con su sordera, como yo Jaime, como muchos de los aquí presentes (dice que a veces le sirve para hacerse el longuis) , como yo, lamenta que cuando se despierta no recuerda en el oido la risa de su madre, como yo Jaime, como yo tampoco, como muchos de los aquí presentes.
Confiesa haber cometido la publicación de estos libros de poesía: Desde un amor en lucha, Tarde de siempre, Huida de las horas, Insistente reencuentro, Personario, Espera inacabada, Desconsolada espera y Presagio del silencio.
En Huida de las horas escribía que “solo vives un trozo de tu tiempo, el que puedes dejar sin medir”. Y eso mismo hoy lo sigue creyendo “porque el tiempo medido es tiempo muerto. Lo que ocurre es que, con los años, he aprendido a sentirlo sin medir, con lo que puedo revivirlo sin sufrir porque se haya ido”. Dice que en su obra el mes de abril siempre fue un motivo presente, explícita o implícitamente, en su poesía. No sabía si por el poema de Eliot, por la musicalidad de la palabra, por su luz… Y dice él que “ocurrió que en el mes de abril de 1985 murió mi madre. Entonces me convencí de que esa reiteración en recurrir al mes de abril no había sido sino una premonición macabra. A partir de ahí, lo que era un motivo de inspiración intangible adquirió carta de naturaleza tristemente real. En fin, a mí me ocurrió lo contrario que a Sabina, que fue el mes de abril el que me robó una parte de mi vida”.
   En su poema Testamento se quejaba de que los hijos crecen demasiado deprisa. Y lo justifica diciendo que se preguntaba y preguntaba “si la ternura de los años en que éramos inocentes y puros podría con el paso del tiempo, en lo que este paso supone de desencanto y de pérdida. Y conforme voy cumpliendo años me voy dando cuenta de que, al menos a mí, me sirve. Porque estoy cada vez más desinhibido, más curioso, más inquieto, con más ganas de aprender… más cercano a mi niñez. Hasta el punto de que, a pesar de que el crecimiento de mis hijos no se ha frenado y el mío corre que se las pela, a veces me siento más joven que ellos”. 
    Es padre de tres niños ya no tan niños. Andrea, 35 años; Ángela, 30 años y Jaime, 29 años. Andrea está ahora de año sabático en casa. Trabaja en Barcelona, en una Fundación que se ocupa de discapacitados psíquicos en pisos tutelados. Ángela es técnico de sonido en Canal Extremadura y Jaime trabaja en Barcelona en la misma Fundación que Andrea.
   Y se pone serio al afirmar que “nietos no tengo. Y les he dicho a mis hijos que como me vaya al otro barrio sin ser abuelo, mi “pantasma” piensa atormentarlos por las noches tirándoles de los dedos de los pies cuando estén dormidos. Porque esa putada – dice él- no se le hace a un padre”.
   En algún cajón tiene guardados sus palíndromos que están reposando y esperando crecer. “Se durmieron de pronto, sin avisar, y no encuentro el momento de despertarlos. Quizá porque tenga un cierto temor a hacerlo”.  Y del futuro le he preguntado lo mismo que le pregunté a Jesús Delgado Valhondo en una entrevista que inauguró la sección específica de Cultura en HOY, no sé ni en qué año. No sabe si le queda mucho por escribir, espera que sí. Y por leer “cada día que pasa me queda más. Y, lo que es peor, menos tiempo para hacerlo. La vida es, entre otras cosas y a partir de un cierto momento, eso, falta de tiempo”.
     Jaime, este es ahora tu tiempo.

lunes, 25 de abril de 2016

No se arrimen a la pared, que se van a llenar de cal


  • (Ahí está el cartel para reconvenir a los que ponen los pies en pared)

Ahora que no nos oye mucha gente es el momento de que les cuente sin dar muchas voces de la verguenza que vengo sintiendo de unos meses a esta parte cada vez que los martes y jueves acudo a las clases de la Universidad de Mayores en el campus de la Universidad en Badajoz. Dos veces por semana, si no hago monta (procuro no faltar, para sacar buenas notas), me tropiezo en determinada Facultad con un cartel estratégicamente situado en un pasillo en el que puede leerse literalmente, todo con letras mayúsculas: “Estamos pintando. No colocar los pies en las paredes”. El caso es que el cartel debieron colocarlo allá por el mes de diciembre, cuando empezaron las pinturas. Yo no he vuelto a ver a los señores de la brocha por aquellos pasillos y por lo que he podido apreciar las paredes están inmaculadas y ello me hace pensar que los que antes ponían los pies en pared se han dado cuenta de que el cartel iba por ellos y han decidido comportarse como estudiantes cívicos, que se supone que si en sus casas no ponen habitualmente los pies en pared, tampoco van a hacerlo ahora en un centro público cuya conservación y ornato sale del bolsillo de todos nosotros, los contribuyentes. En estos últimos días, además, han aparecido carteles rogatorios en los aseos, en los que se invita a cuidar de los baños para que estén limpios, como se supone queremos que estén los de nuestras casas. Y a las entradas mismas de uno de los edificios que ocupa esta Facultad (cuál sea ella es lo de menos) también se recuerda que una Facultad limpia habla muy bien de quienes están en ella.
No sé yo si este letrero ha sido repuesto una y otra vez, como ocurría con el cartel que había en el banco del alférez, según cuenta la anécdota del cuartel de Sancha Brava, donde año tras año se repintaba el “prohibido sentarse” en un banco existente en la explanada de la Plana Mayor, porque años atrás un coronel mandó colocarlo tras la primera vez que se repintó el banco para que los reclutas no saliesen con el culo pintado de verde. A lo peor el caso es el mismo. Sea como sea, a mi me da verguenza este cartel en una Universidad que según sabemos pretende enseñar y formar a los alumnos para hacerlos personas de provecho a la sociedad, con educación y sin poner los pies en la pared. Esto es lo que hay, a vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el 25 de abril de 2016, aniversario de la revolución de los claveles en Portugal)

jueves, 31 de marzo de 2016

Patrulla canina en Badajoz


(Ahí debía haber una baldosa completa, en la calle Agustina de Aragón, en la puerta de mi casa, en el número 6. Pero hace meses que no está. Y mi Ayuntamiento, al que pago todos los impuestos, no se ocupa de reponerla. Consecuencias: Un mes de férula y sin poder apoyar el pie en el suelo. El alcalde y sus concejales estaban hoy con chaqueta y corbata de celebración en Carrefour. Lucían bonitos, hermosos. Y la baldosa, como muchas más en cientos de puntos de Badajoz, sin reponer. Así es la vida. Lo que no sé es para qué lado está mirando la oposición. La leal oposición.
Foto de servidor de usted).


Eran un maestro experimentado y un par de peones. Con un motocarro y una carretilla iban siguiendo los apuntes que el manijero municipal les había dado. Calle a calle, esquina a esquina, por Las 800, por Castelar, por el Gurugú o el Cerro, por Santa Marina, por cualquier lugar donde hubiera en las calles un roto o un descosido. En la carretilla llevan cemento, arena, resillas, baldosas, la paleta, un martillo, tal vez alicates y alambre, una cántara de agua... Tras de ellos las aceras iban quedando de dulce, los baches taponados, las baldosas cada una en su sitio. Hasta en Urgencias del hospital notaban que algo estaba pasando porque se reducía como de la noche a la mañana la lista de pacientes que acudían cargados de torceduras y esguinces. Esta patrulla canina que recorría Badajoz con su carga de soluciones aliviaba en mucho las erupciones que a diario sufre cualquier pueblo, cualquier ciudad, víctima del paso de vehículos y personas por los acerados que a menudo estaban levantados sobre chapuzas monumentales. Badajoz no sólo ha perdido la fe, sino también los remedios y las soluciones. Debe ser dificilísimo y requerir varios master para que los responsables políticos del arreglo de la ciudad (los concejales a fin de cuentas marcan las líneas a los técnicos) tomen las medidas oportunas para acabar con la desidia de nuestras calles. Agujeros, cagadas de perros, baches, desconchones, más cagadas de perros, señales retorcidas, papeleras arrancadas, luces que no funcionan... Va a haber que recurrir a Chase, Marshall, Rocky, Zuma, Rubble, Skye y Everest, la auténtica patrulla canina de la tele, porque si esperamos que la solución venga de los regidores que nos hemos dado... Por si acaso, permanezcan atentos a la pantalla.

Publicado en la edición impresa de HOY el jueves 31 de marzo de 2016


Las vacas y los sapos del alcalde



Rara será la mañana en que el alcalde se plante a desayunar y no deba llevar bien atados los machos para ver qué sapos ha de tragarse escuchando la radio o leyendo la prensa, aunque muchos ya los vendrá rumiando desde el día y la noche anteriores. Que si un montón de municipales de baja por enfermedades propias del servicio o de las inclemencias del tiempo, que si los bomberos amenazando con montarle una huelga para las ferias, que si el Cubo sigue en pie de guerra, que si está parada la apertura del parking del lejío de los chinatos, que si la reforma del Campillo, que si se le cae a cachos la Alcazaba, que si Puerta de Trinidad es azotada por el temporal, que si vuelven a destrozar con pintadas el hornabeque, que si el fuerte de San Cristóbal es de nuevo víctima del vandalismo, que si hay que levantar por la vez número setenta veces siete el ancauzamiento del caño de la Cambota,... Esto de los sapos me recuerda mucho a las animaladas que se suceden habitualmente en torno al despacho del alcalde, como la que vivió el otrora alcalde Luis Movilla, quien se topó de frente y por derecho con un titular que le dedicamos hace muchos años.
Eran entonces tiempos de intensa actividad en el Matadero municipal y en una ocasión fueron llevadas unas vacas hasta allí para ser sacrificadas. Pero las vacas salieron del camión y emprendieron veloz huida por el El Nevero en lugar de dirigirse al túnel por donde querían los matarifes. Las vacas debieron decirse lo mismo que dicen los machas de San Roque cuando salen por la mañana dispuestos a comerse el mundo, “vamos a Badajoz”. La estampìda vacuna, que no pasó de la anécdota, nos dio pie a escribir que “las vacas del pueblo ya se han escapao, riau, riau riau”. Mi compañero Enrique García Calderón se tiraba por el suelo de la risa al ver que yo conseguí para mi curriculum personal escribir aquella frase: “Las vacas de Movilla se han escapao”, hazaña que nadie ha podido repetir. Ahora a Fragoso se le aparecen cada mañana las filas de sapos y me imagino que no conseguirá espantar a los dichos batracios, por más que se esfuerze al subirse al taburete para mirarse en el espejo y ver si se ha colocado bien ese dìa la cara de alcalde.

Publicado en HOY, edición impresa, el lunes 7 de marzo de 2016

martes, 9 de febrero de 2016

A San Sebastián, ahí al lado







(El Hospital está en fase de obras para reparar los desperfectos causados por el vandalismo y por los años en que ha estado abandonado)


En aquel tiempo el macrohospital del Infanta Cristina (y dale con el nombrecito) sólo era un proyecto y los centros sanitarios públicos de referencia eran el Perpetuo Socorro, la Maternidad y el Hospital provincial San Sebastián. Era frecuente que se llevase a pacientes del Perpetuo hasta el Provincial y al revés. Para hacerles otras pruebas, para intervenciones. El primer Scanner de Badajoz lo compró la Diputación y lo instaló en el Provincial, siendo presidente Luciano Pérez de Acevedo y Amo, con lo que había muchos traslados. A las puertas de este centro y ante el edificio principal de Diputación (que ellos lo llamaban Palacio), en la calle Flechas Negras, se embromaban unos a otros los conductores de Diputación esperando hacer algún servicio, algún diputado al que embarcar y transportar. Testigos eran los trabajadores de Alfonso Doncel, entre ellos Juanito Holguera, o Carlos Doncel desde La Alianza. Allí se juntaban, entre otros, Feliciano (fue el primer chófer oficial de Luis Ramallo como presidente de la Junta preautonómica), Álvaro y su cuñado al que apodaban El Tambor. Había compadreo entre ellos. Y de boca de alguno oi yo la anécdota (falsa o no) de que a un efermo del Perpetuo había que trasladarlo a toda prisa al Hospital provincial “de” San Sebastián. El matiz del “de” es importante, porque contaban que el conductor cogió carretera y manta dispuesto a irse a San Sebastián, al Norte, a la tira de kilómetros. No sé si sería verdad o broma. Pero se circuló por Badajoz la anécdota y así la contamos en su día, en el siglo pasado. Ahora dicen que al centro que resulte de la adecuación que propone Diputación se le va a llamar San Sebastián. Si sale adelante la idea que propone el presidente Gallardo (que me parece buena) podremos decir que vamos a comprar delicatessen culinarias o a tomar unas tapitas a San Sebastián en las ferias de día o en las tardes/noches de este Badajoz al que le vendrá bien esta animación del Centro de la ciudad, si va acompañada la remodelación del añadido de nuevos servicios, la reubicación de la Escuela de Idiomas, quizá la Biblioteca Regional, el mercado central, el mercado gourmet, la Escuela de Artes y Oficios y alguna otra más que se decida. A mi me parecerá muy bien. Y cuando me pregunten, “Manolo, ¿a dónde vas con esa bolsa?” yo podré contestar: ”A comprar tomates a San Sebastián”.

(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 8 de febrero de 2016)



sábado, 6 de febrero de 2016

Fuerte de Graça, el vigía de Badajoz











Las instalaciones han sido cuidadosamente rehabilitadas, como puede apreciarse en las imágenes


Ahí al lado, Elvas se asoma tímidamente al Carnaval de Badajoz, la gran fiesta de la participación popular que no puede olvidar a nuestros vecinos portugueses, tan cercanos pero a veces tan lejanos. Desde Elvas hay vistas privilegiadas de este Badajoz que en estos días carnavaleros se despereza y se olvida de fronteras y de convencionalismos.
   Desde la Sierra de Nossa Senhora de Graça se divisa en los días soleados un Badajoz espectacular, si bien es preciso decir bien alto que la atalaya desde la que contemplamos Badajoz en la lejanía no es menos fantástica. No se contemplan desde el fuerte bien las luces de la noche, que sólo son visibles cuando se deja caer la tarde y el día empieza a acariciar el jorosco de las primeras oscuridades.
   La Sierra de Nossa Senhora de Graça acoge desde sus 484 metros de altitud la singular fortaleza que Portugal ha rehabilitado invirtiendo seis millones de euros con ayudas de la Eunión Europea, que en aras de cumplir su máxima de “unidos en la diversidad” ha colaborado a que la Humanidad no pierda este espacio que fue testigo de infinidad de historias, un espacio que se ofrece con sus puertas abiertas al visitante. Corría el año 1763 cuando se inició la construcción de este lugar en cuya labor llegaron a despositar sus esfuerzos hasta 6.000 operarios, según los datos que Portugal facilita. Una tarea ingente que se prolongó por espacio de 30 años. Fue un ingeniero francés, Etienne, quien dirigió los primeros trabajos que después serían continuados por Guilherme Luís de Valére, el cual siguió la ardua tarea de organizar la construcción con el beneplácito del Rey y del Marqués de Pombal.
   La historia cuenta que a la conclusión de las obras allí se aposentó una guarnición militar de 1.200 soldados de infantería, a los que compañaban 200 de Artillería. Estaba claro que la misión del Fuerte de Gracia (o Fuerte de Lippe) era estratégica y defensiva, porque desde sus más elevadas cotas puede otearse la llegada de cualquier elemento extraño a varias leguas de distancia. El Regimento de Artillería de Estremoz sería el encargado de las tareas de defensa y vigilancia, merced a las 144 bocas de fuego que posibilitaban la disuasión a cualquiera que pensase acercarse. Cuenta la historia que el Fuerte fue objetivo militar en la Guerra de las Naranjas (año 1801) y sufrió un bombardeo en 1811. 

   Resistió valientemente el asedio de tropas extranjeras en la Guerra de la Independencia española, en la guerra de la Restauración, guerra de los siete años y se resalta que jamás fue conquistada por enemigo alguno, lo que hizo de esta fortaleza, que es el orgullo de Elvas, un bastión inexpugnable.
   Ya en tiempos más recientes, en la dictadura de Oliveira Salazar, fue destinado a prisión militar y desde 1975 el Fuerte fue prácticamente abandonado a su suerte, aunque permaneció bajo discreta custodia del Ejército lo que no impidió que se cebaran en él vándalos del más variado pelaje, quienes hicieron peligrar el futuro y la integridad de esta instalación. Por fortuna, tras la rehabilitación y la ya citada inversión de seis millones de euros, el Fuerte ha vuelto a cobrar vida y hoy es testigo mudo de una época de la historia. 
  En el pasado mes de noviembre las más altas autoridades de la República de Portugal asistieron a la reapertura de esta instalación que se ofrece diáfana al visitante. Aunque con cierta dificultad para al estacionamiento de vehículos en sus inmediaciones, situado a poco más de un kilómetro de Elvas, el Fuerte simboliza un punto de vigia a tierras españolas en unos momentos en que las relaciones entre ambos paises gozan de buena salud, aunque con discrepancias en el tema ferroviario que perjudican a los extremeños.  
   Bajo sus majestuosos salones el fuerte encierra en sus aljibles el agua caida del cielo y en sus pasillos y estancias queda constancia del paso sucesivo de soldados o reclusos, que soportaron con valentía los rigores de la vida militar o carcelaria. Muchos de sus sucesivos moradores dejaron en las paredes de la fortaleza señales de su paso, que con buen gusto han sido respetadas y se muestran desnudas a los ojos del asombrado visitante.
   En el año 2012 la Unesco declaró al fuerte Patrimonio mundial de la Humanidad.

LO QUE HAY QUE VER


   Elvas tiene muchos lugares a los que el visitante debe dirigirse si quiere llevarse al regreso no solo recuerdos sino también vivencias. Según la oficina de Turismo do Alentejo, merecen destacarse los siguientes enclaves:


ACUEDUCTO DE AMOREIRA: Con casi 8 kilómetros de extensión, desde su inicio en Amoreira hasta la Fuente de la Misericordia en el centro de Elvas, este acueducto es uno de los más importantes ejemplos de la arquitectura hidráulica del país. Con galerías subterráneas y canal al nivel del terreno, su cara más imponente toma forma en la arcada sustentada por robustos contrafuertes que llegan a alcanzar 31 metros de altura. Las obras para su construcción comenzaron en 1537 pero el agua sólo corrió finalmente en el año 1622.

FORTALEZA: Elvas fue la primera ciudad fronteriza en ser fortificada permanentemente después de la Restauración. La construcción tuvo lugar entre 1645 y 1653, siguiendo el método holandés, siendo realizada con siete baluartes y cuatro medios baluartes. Con los fuertes de Santa Luzia y Nuestra Señora de Graça, es considerada una de las mayores y más bien conservadas fortificaciones bastionadas del mundo, con un perímetro superior a 10 kilómetros.

IGLESIA DE SAN PEDRO: Fundada en 1229, es una de las más antiguas de la ciudad conservando un bello portal románico-gótico decorado.


FUERTE DE NUESTRA SEÑORA DE GRAÇA: Ópera prima de la arquitectura militar (1763/1792) es uno de los puntos más altos de la región para defender la entrada Norte y marca el fin del sistema defensivo de la ciudad. Su construcción fue ordenada por Don José I. Dispone de cuatro baluartes y presenta soluciones originales en tres líneas de defensa que llevaron a su resistencia contra los ataques españoles durante la Guerra de las Naranjas y al bombardeo de las tropas francesas en la guerra Peninsular.

MUSEO DE ARTE CONTEMPORANEA: Inaugurado en 2007, el MACE atesora más de tres centenas de obras de la colección Antonio Cachola, que abarca obra de artistas desde la década de 1980 hasta la actualidad.


MUSEO MUNICIPAL DE FOTOGRAFIA DE JOÂO CARPINTEIRO: Situado en un antiguo cine de la localidad, reúne gran cantidad de cámaras fotográficas y cientos de fotografías, un laboratorio para revelar fotografías, una biblioteca especializada y un banco de imágenes.
(Publicado en la revista oficial de Carnaval del Ayuntamiento de Badajoz de 2016. Febrero 2016)



jueves, 21 de enero de 2016

¿Quién limpia los cauces de Rivillas y Calamón?











(Las imágenes hablan por sí solas del estado actual de los cauces. Fotos, M. López)


Es rara la semana en que no se encuentra uno con la oferta de “cosas que vamos a hacer”, como le gusta decir al alcalde Fragoso. Desde hace meses vengo leyendo lo del cambio de las luces de las calles por luminaria led, para vernos mejor, como con Caperucita y el lobo. Ha pasado el tiempo y uno se asoma cada noche a tirar la basura y observa que se ve, pero poco. De esto se ha escrito en multitud de veces y no sé si los dineros asignados al cambio de las farolas son los mismos de un presupuesto para otro.
Pero otro tanto ocurre con promesas hechas y recogidas en estas mismas páginas. Como las de la limpieza de los cauces del Rivillas y Calamón o las referidas a las casas que la riada se llevó por delante a medias. Han pasado bastantes años de la catástrofe que nos sobrecogió la noche de la riada y aún se sigue hablando de comprar casas de las que debían estar tiradas ya hace muchos años y siguen mostrando toda su ruina. Lo que queda en pie de aquellas viviendas es un nido de suciedad y almacén de ratas por el Llano de Cachola.
En lo referido a los cauces del Rivillas y Calamón tampoco hemos adelantando mucho al menos en el último año (habrá que pedirle a Podemos o a Ciudadanos que metan la mano en este maremágnum, dado que el PSOE veo que no está muy fino). Si bien es cierto que el cauce se limpió en alguna ocasión, ahora mismo almacena la guarrería de todo el último verano. La escazez de lluvias ha propiciado que hasta hace unos días aquello destilase un hedor insoportable y la suerte es que no habitan muchos ciudadanos en sus inmediaciones. En otros años había hasta carritos de supermercado. Ahora lo que se almacena es una fusca impresentable y mucho me temo que si no se hace una tareilla de limpieza van a pasar las épocas de las lluvias, se va a almacenar más caca y en verano nos lo vamos a saber de memoria. En el lugar, en los paseos, hay cuadrillas de operarios adecentando y limpiando, pero lo que es en los dos cauces no se ve un alma. Con lo fácil que sería que se pogan de acuerdo a ver quién tiene que limpiar (a lo peor ese es el problema, si aquello es del ayuntamiento o de la Confederación) y meter un tractor que entre por una punta y salga por la otra. Mientras tanto, estamos preocupados por arrebatarle a Mérida la sede del Consejo Consultivo, pero se nos olvida esto que es más próximo. A vé... 

(Publicado en la edición impresa de HOY el jueves, 21 de enero de 2016)


sábado, 16 de enero de 2016

Y ahí esta la pala


(A petición del respetable público, vuelvo por donde solía).
Nada, que por fin va a aparecer la tantas veces buscada. Se podrá cantar "ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo...", pero no será la Puerta de Alcalá. En lo más profundo del lóbrego y seguramente maloliente sótano, por allí por donde se almacenan las calderas de Pedro Botero, en las entrañas mismas del lejío de los chinatos. Tras una larga espera, los ejecutivos del Banco ese de difícil nombre van a encontrarse la dichosa pala de oro, cuando procedan a baldear los bajos del parking de Conquistadores y se apresten a tapar los huecos que habrán hecho los topos y los miles de animales varios que han tomado posesión durante años del singular edificio (¿y las palomas, qué hacemos con las jodidas palomas?). Será sin duda un sueño, porque tal vez aparezca la pala de oro, que tantos concejales (los de las tonterías y los otros) han estado buscando. Ahora que parece que por fin hay un plazo definitivo para que se abra el dichoso parking no estaría de más de más que a la inauguración invitasen a algunos de los albañiles y maestros de obras que han ido pasando por el trance de buscar con ahínco el útil elemento constructivo. Pero para ello habrá que echar para atrás a algunos concejales que seguro querrán ponerse en primera fila, como le ha pasado la semana pasada a los populares que han acudido al olor del incienso que rodeaba por las calle Menacho al señor Rajoy (allí andaba el candidato Alejandro Ramírez del Molino, entre otros, al que le han hecho para los carteles electorales seguramente la peor foto de su biografía, sólo comparable a la no menos lamentable foto de Fran Fragoso en la campaña de las municipales. Con la de buenos fotógrafos que hay por ahí deseando que les hagan un encargo). Algunos de los que sigan siendo concejales al final de verano, para cuando se anuncia el evento de la apertura del parking, estarán deseando  estar presentes cuando entren con sus coches los primeros vecinos que accedan a este que parace ser un sancta santorum de Badajoz, por lo reservado que ha estado todos estos años. Yo no sé por qué ningún avispado joyero ha hecho ya una pala de oro como insignia para colocar en la solapa. Sería un estupendo regalo navideño, lo mismo que la escoba de oro esa que dicen que ya tenemos. Pala de oro que podría entregarse al primer ocupante del parking, allá por septiembre, cuando ­-como decía un colega mio-­ "pase el estiaje".

(Publicado en la edición impresa de HOY el 7 de diciembre de 2015)

martes, 5 de enero de 2016

'Troco' pesetas por escudos





Forte de Graça y vista de Elvas

'Vamos a Badajoz' era la expresión típica y tópica de los 'machas', vecinos de San Roque , cuando se decidían a acercarse a Simago, al ayuntamiento o al Galerías Preciados de la calle Mayor, que entonces era lo más de lo más. También la decían los gitanos cuando bajaban desde su Plaza Alta hasta el campo de San Juan, a merodear por las inmediaciones de El Águila, Colón, El Sótano, Jamaco, Los Gabrieles, Las Lanzas, el Saymu, Los Corales....
  Por allí vendrían en no pocas ocasiones mis dos gitanos preferidos, el Tobalo y el Sena. Este último hasta la cafetería Avenida a limpiar zapatos o a vender lotería. El Tobalo, a donde cayera, que lo suyo fue toda la vida buscarse la subsistencia. “Troco pesetas” decían los gitanos que se acercaban a los payos que veían con traje de disanto los fines de semana y con cara de estar en los soportales del Galerías Preciados buscando escudos portugueses para irse a comer a El Cristo en Elvas o a trapichear también con el contrabando, comprando para disfrute propio o para mercadear con las cosas adquiridas en El Arco Iris o al “Rei dos barateiros” (por allí fue, quizá por el año 1970 –ya ha prescrito con creces, ¿eh?- cuando yo me compré y transporté escamoteada por la frontera de Caya a España la cubertería de poco más de 50 piezas que me acompañó en las treinta o cuarenta siguientes celebraciones familiares anuales de nochebuena o fin de año). Por aquel “troco pesetas” han pasado los 14 años que llevamos disfrutando del euro y si Tobalo o el Sena levantaran la cabeza se harían cruces al ver el destrozo de dinero que unos y otros hemos hecho en estas fechas, de euros mayormente, ahora que ya es difícil distinguir a quien paga por el color y el origen de sus billetes. Y aunque han pasado tanto tiempo y ya no existe el Arco Iris ni el Rei dos barateiros, Elvas sigue teniendo el misterioso atractivo que envuelve a esa ciudad Patrimonio de la Humanidad y en la que se vuelcan los laboriosos habitantes por mantener cuidada, pulcramente limpia y tan... portuguesa.
  Estamos a dos pasos, aunque estamos más cerca que antes. En estas fechas al escribiente se le viene a la mente el slogan tan acertado, “Elvas: tan cerca, tan lejos”. Es tiempo de acercar, ya sin necesidad del 'troco' pesetas.

(Publicado en la edición impresa de HOY del 5 de enero de 2016)