jueves, 21 de enero de 2016

¿Quién limpia los cauces de Rivillas y Calamón?











(Las imágenes hablan por sí solas del estado actual de los cauces. Fotos, M. López)


Es rara la semana en que no se encuentra uno con la oferta de “cosas que vamos a hacer”, como le gusta decir al alcalde Fragoso. Desde hace meses vengo leyendo lo del cambio de las luces de las calles por luminaria led, para vernos mejor, como con Caperucita y el lobo. Ha pasado el tiempo y uno se asoma cada noche a tirar la basura y observa que se ve, pero poco. De esto se ha escrito en multitud de veces y no sé si los dineros asignados al cambio de las farolas son los mismos de un presupuesto para otro.
Pero otro tanto ocurre con promesas hechas y recogidas en estas mismas páginas. Como las de la limpieza de los cauces del Rivillas y Calamón o las referidas a las casas que la riada se llevó por delante a medias. Han pasado bastantes años de la catástrofe que nos sobrecogió la noche de la riada y aún se sigue hablando de comprar casas de las que debían estar tiradas ya hace muchos años y siguen mostrando toda su ruina. Lo que queda en pie de aquellas viviendas es un nido de suciedad y almacén de ratas por el Llano de Cachola.
En lo referido a los cauces del Rivillas y Calamón tampoco hemos adelantando mucho al menos en el último año (habrá que pedirle a Podemos o a Ciudadanos que metan la mano en este maremágnum, dado que el PSOE veo que no está muy fino). Si bien es cierto que el cauce se limpió en alguna ocasión, ahora mismo almacena la guarrería de todo el último verano. La escazez de lluvias ha propiciado que hasta hace unos días aquello destilase un hedor insoportable y la suerte es que no habitan muchos ciudadanos en sus inmediaciones. En otros años había hasta carritos de supermercado. Ahora lo que se almacena es una fusca impresentable y mucho me temo que si no se hace una tareilla de limpieza van a pasar las épocas de las lluvias, se va a almacenar más caca y en verano nos lo vamos a saber de memoria. En el lugar, en los paseos, hay cuadrillas de operarios adecentando y limpiando, pero lo que es en los dos cauces no se ve un alma. Con lo fácil que sería que se pogan de acuerdo a ver quién tiene que limpiar (a lo peor ese es el problema, si aquello es del ayuntamiento o de la Confederación) y meter un tractor que entre por una punta y salga por la otra. Mientras tanto, estamos preocupados por arrebatarle a Mérida la sede del Consejo Consultivo, pero se nos olvida esto que es más próximo. A vé... 

(Publicado en la edición impresa de HOY el jueves, 21 de enero de 2016)


sábado, 16 de enero de 2016

Y ahí esta la pala


(A petición del respetable público, vuelvo por donde solía).
Nada, que por fin va a aparecer la tantas veces buscada. Se podrá cantar "ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo...", pero no será la Puerta de Alcalá. En lo más profundo del lóbrego y seguramente maloliente sótano, por allí por donde se almacenan las calderas de Pedro Botero, en las entrañas mismas del lejío de los chinatos. Tras una larga espera, los ejecutivos del Banco ese de difícil nombre van a encontrarse la dichosa pala de oro, cuando procedan a baldear los bajos del parking de Conquistadores y se apresten a tapar los huecos que habrán hecho los topos y los miles de animales varios que han tomado posesión durante años del singular edificio (¿y las palomas, qué hacemos con las jodidas palomas?). Será sin duda un sueño, porque tal vez aparezca la pala de oro, que tantos concejales (los de las tonterías y los otros) han estado buscando. Ahora que parece que por fin hay un plazo definitivo para que se abra el dichoso parking no estaría de más de más que a la inauguración invitasen a algunos de los albañiles y maestros de obras que han ido pasando por el trance de buscar con ahínco el útil elemento constructivo. Pero para ello habrá que echar para atrás a algunos concejales que seguro querrán ponerse en primera fila, como le ha pasado la semana pasada a los populares que han acudido al olor del incienso que rodeaba por las calle Menacho al señor Rajoy (allí andaba el candidato Alejandro Ramírez del Molino, entre otros, al que le han hecho para los carteles electorales seguramente la peor foto de su biografía, sólo comparable a la no menos lamentable foto de Fran Fragoso en la campaña de las municipales. Con la de buenos fotógrafos que hay por ahí deseando que les hagan un encargo). Algunos de los que sigan siendo concejales al final de verano, para cuando se anuncia el evento de la apertura del parking, estarán deseando  estar presentes cuando entren con sus coches los primeros vecinos que accedan a este que parace ser un sancta santorum de Badajoz, por lo reservado que ha estado todos estos años. Yo no sé por qué ningún avispado joyero ha hecho ya una pala de oro como insignia para colocar en la solapa. Sería un estupendo regalo navideño, lo mismo que la escoba de oro esa que dicen que ya tenemos. Pala de oro que podría entregarse al primer ocupante del parking, allá por septiembre, cuando ­-como decía un colega mio-­ "pase el estiaje".

(Publicado en la edición impresa de HOY el 7 de diciembre de 2015)

martes, 5 de enero de 2016

'Troco' pesetas por escudos





Forte de Graça y vista de Elvas

'Vamos a Badajoz' era la expresión típica y tópica de los 'machas', vecinos de San Roque , cuando se decidían a acercarse a Simago, al ayuntamiento o al Galerías Preciados de la calle Mayor, que entonces era lo más de lo más. También la decían los gitanos cuando bajaban desde su Plaza Alta hasta el campo de San Juan, a merodear por las inmediaciones de El Águila, Colón, El Sótano, Jamaco, Los Gabrieles, Las Lanzas, el Saymu, Los Corales....
  Por allí vendrían en no pocas ocasiones mis dos gitanos preferidos, el Tobalo y el Sena. Este último hasta la cafetería Avenida a limpiar zapatos o a vender lotería. El Tobalo, a donde cayera, que lo suyo fue toda la vida buscarse la subsistencia. “Troco pesetas” decían los gitanos que se acercaban a los payos que veían con traje de disanto los fines de semana y con cara de estar en los soportales del Galerías Preciados buscando escudos portugueses para irse a comer a El Cristo en Elvas o a trapichear también con el contrabando, comprando para disfrute propio o para mercadear con las cosas adquiridas en El Arco Iris o al “Rei dos barateiros” (por allí fue, quizá por el año 1970 –ya ha prescrito con creces, ¿eh?- cuando yo me compré y transporté escamoteada por la frontera de Caya a España la cubertería de poco más de 50 piezas que me acompañó en las treinta o cuarenta siguientes celebraciones familiares anuales de nochebuena o fin de año). Por aquel “troco pesetas” han pasado los 14 años que llevamos disfrutando del euro y si Tobalo o el Sena levantaran la cabeza se harían cruces al ver el destrozo de dinero que unos y otros hemos hecho en estas fechas, de euros mayormente, ahora que ya es difícil distinguir a quien paga por el color y el origen de sus billetes. Y aunque han pasado tanto tiempo y ya no existe el Arco Iris ni el Rei dos barateiros, Elvas sigue teniendo el misterioso atractivo que envuelve a esa ciudad Patrimonio de la Humanidad y en la que se vuelcan los laboriosos habitantes por mantener cuidada, pulcramente limpia y tan... portuguesa.
  Estamos a dos pasos, aunque estamos más cerca que antes. En estas fechas al escribiente se le viene a la mente el slogan tan acertado, “Elvas: tan cerca, tan lejos”. Es tiempo de acercar, ya sin necesidad del 'troco' pesetas.

(Publicado en la edición impresa de HOY del 5 de enero de 2016)