viernes, 22 de julio de 2011

El coche, ¡al agujero!





A muchos de los jóvenes de hoy les sonará a chino lo que les contaré. Cuando el joven periodista JuanMa Cardoso era un intrépido reportero de pelo en pecho (hoy ya, JuanMa, la cosa no es igual aunque sigas sin corbata como un ministro) le vino Dios a ver el día en que en su ronda informativa se encontró con que habían arrojado un coche viejo al enorme agujero que había entonces en la Paza de San Atón. '¡Al agujero!', tituló. Algo de eso habrá que hacer con los coches en Badajoz después de que ahora uno de los jefes de los municipales ha dicho que se denuncie a los coches que tengan los cristales sucios. Yo he tenido que dejar varios días mi cochecito abandonado en la Plaza de Antonio Zoido y cuando he ido a por él no lo reconocía, de la suciedad depositada en él por los árboles, por las guarradas de las palomas, por hierbajos caídos del quinto cielo. Pregunto: ¿No sería más correcto pensar que soy yo, que abono mi impuesto de rodaje, mi IBI y pago mi declaración de renta, quien puede denunciar al Ayuntamiento, que permite que árboles, palomas, lechuzas y otra bichería me llenen mi propiedad de mierda?
Visto el estado del coche, tenía que lavarlo. Pero no me permiten hacerlo en la calle, llenaría la calzada de fregaúras. Tampoco lo puedo lavar en la orilla del río, porque los ecologistas y municipales saldrían tras de mi con la libreta en la mano. ¿Solución? Irme a un lavadero y apoquinar.
Pero para llegar hasta el lavadero tengo que mover el coche conduciendo contra el sol, ¿y ahí qué hago? El sol me da de frente (¿no van a ponernos unas pantallas parasoles?) y se la juegan los peatones que se crucen en mi camino y me la juego yo también. En resumen, que vivo sin vivir en mi y que animo a los sufridos automovilistas que puedan hacerlo a que me imiten: el coche, ¡al agujero! Y así no paga impuestos, a vé...

(Publicado en la edición impresa de HOYel viernes 22 de julio de 2011.
Las fotos son del coche después de haberle echado un par de cubos de agua municipal)

lunes, 11 de julio de 2011

Manuel, ¿qué cuento te contaré?


A Manu y Esther, que han sembrado felicidad en nuestras vidas con este inmenso regalo.

Es seguro que varias manos como las suyas cabrían hoy en una sola mano mia. He querido acercar mis dedos a sus manitas y con un desparpajo increíble (¡sólo 5 días de vida, tan solo!) se ha aferrado a mi y ha agarrado mi dedo y ya me ha atrapado para siempre. Una mano en la que mandan aún los pliegues del recién nacido, una mano que tiene ante si toda una vida, una mano hecha para acariciar y ser acariciada. Será una mano fuerte, decidida, animosa, una mano formada y lista para empujar, para recibir en su palma los surcos que le vaya marcando la vida.
He imaginado sus manos protegiendo los pequeños tesoros que la vida irá poniendo en ellas cada día: cada vez que capture un pájaro, se llene de arena en alguna playa, derrame agua bajo un grifo, acaricie el cabello de su madre, empuñe un lápiz para esbozar el dibujo de una nube o un sol o la luna. Verás, Manuel: cuando seas mayor (no como yo, hombre, sólo un par de años mayor que ahora) tu y yo nos agarraremos de la mano. Ya habrás levantado unos centímetros del suelo, algunos más de esos 48 que ahora mides. De la mano iremos andando con tus pasos ya un poco asentados. Iremos por las calles de Torrelodones o mejor aún por allí por La Jara, por La Bejarana, por el camino del Monte, por donde sea. Podemos ir al bosque sagrado de los alcornoques de La Bejarana, junto a las encinas de La Jara, entre los higuerales de la cuesta de Salvatierra, por la cuesta Marin, por el Puente Real, cerca del azud o por Las Alameas o Los Sortines o Los Canchos, o aquí junto a tu casa de siempre, la que ha cobijado tus primeros sueños, tus desvelos, en La Barranca o paseando junto a la rotonda del Dedo Gordo , (ya verás cómo rien tus primos de Badajoz, Rubén y Jara y Ricardo, cuando se lo cuente), que a alguien se le ocurrió el nombre para ese pedrusco de tu pueblo que nos marca el camino a los que nos vamos... en fin, iremos donde tu quieras. Nos haremos unos cuantos metros de camino, yo te hablaré quedo y tu querrás coger piedras para espantar a un pardal, a un jilguero que nos revolotea travieso, o se te irán los ojos tras un gato, o te asustará el ladrido de algún perro. Te cansarás, del camino y de que todos los pájaros huyen cuando nos acercamos, de que tras un momento de tener empuñadas en tus manos unas amapolas estas se mustian y pierden color y vida. Pedirás sentarnos en cualquier piedra del camino y te abrazaré con mis manos grandes, agrietadas frente a las tuyas suaves, como de algodón. Si te dejas, te sentaré en mis piernas y te propondré: ¿quieres que te cuente un cuento? Vamos a ver, Manuel, un cuento de una oveja que bala asustada porque ha perdido a su madre, se ha distanciado del resto del rebaño y teme que algún animal mayor le haga daño. Un oveja que corretea ajena al peligro y ve llegar amenazante un perro... No, mejor te contaré un cuento de un gato que quiere jugar con un pájaro o mejor te contaré un cuento de una niña con bucles de oro en el cabello, que te ofrece su mano para que la ayudas a cruzar un humilde regato de agua. O te contaré un cuento de una letra M (de Mamá, de Mano) que anda perdida por los campos buscando a sus hermanas que se le han perdido, que persigue desesperada a una letrita A (de Amor, de Aire) que antes la acompañaba siempre, junto con una letrita N (de Nariz, de Nubes algodonosas) agarrada a la letrita U (de Uñas que nacen en tus dedos, de Uvas de una hermosa cosecha), todas ellas pegadas a la E (de Esperanza siempre) que vuelan tras la letrita L (de Luz, de siempre mucha Luz), que es una locuela que brinca y se escapa de sus hermanas y también se pierde de ellas. Te contaré, si no, un cuento de una Nube que es transportada feliz por el viento, que la lleva de la montaña al mar, de una nube que sobrevuela bosques, montañas, desiertos, mares, de una nube graciosa que a veces descarga agua sobre unos niños como tu que juegan en un prado, de una nube que es acariciada por águilas que vuelan libres, por milanos que se cobijan en ella de un sol abrasador que les persigue, de una nube que les permite cubrirse y escapar de un viento huracanado... ¡Tantas cosas tengo que contarte, Manuel! ¡Tanto tengo que decirte! ¡De tantos secretos tenemos que hablar! ¡Tanta vida tienes tu aún que enseñarme, que enseñarnos! Ven, Manuel, puedes caerte, vámonos, vuelve, camina saltando a mi lado, dame la mano.

viernes, 1 de julio de 2011

Garrapatos en el mercadillo de Badajoz


Acudo al mercadillo a comprar garrapatos desde que hace más de 30 años un grupo de amas de casa, con Mayte Barrientos a la cabeza, propició la creación de este espacio en las traseras de la Policía Armada (de entonces) en Badajoz. «No era eso, no era eso», decimos los que vemos en qué se ha convertido ahora el mercadillo, que ya no se parece en nada a la idea original, la de acercar el productor al consumidor, sin intermediarios. Hoy, cuando se dice que algunas de las tonterías que se venden allí han sido compradas previamente a los chinos, uno percibe que si acaso lo que da autenticidad son los garrapatos (las judías verdes redondas, tan difíciles de encontrar fuera de ese espacio aquí en Badajoz). Conozco vecinos cotillas que saben en qué día de la semana es el mercadillo de La Antilla, el de Estepona y hasta el de Figueira da Foz, si es que lo hay. Ahora en el mercadillo de Badajoz de los domingos (esa es otra, hay dos y en sitios distintos) vamos a tener, por obra y gracia de Zetapé, de Migué Celdrán y del concejal de los mercadillos (que sí, que lo hay) aparcamiento para las fragonetas de los vendedores 'allá te veas' y un suelo almidonado en el que se habrán depositado (¿enterrado?) un millón de euros de Zetapé del Plan E (de ¡España!. Oye, bildu, ¿tenéis ahí Plan E de España, o no, pues?) y otro buen puñado de euros de los presupuestos del ayuntamiento de Badajoz, para hacer baños que luego entre semana vendrán a llevárselos por delante los suevos, vándalos y alanos que asolan Badajoz sin que pueda hacer nada ni la Policía montada del Canadá ni la que se va a montar y ello ante la mirada perpleja de los comerciantes establecidos que están crujidos a impuestos. Y sin tener en el mercadillo a los parias hortelanos vendiendo, sino a intermediarios que se ganan así la vida, porque hay que vivir, a vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 1 de julio de 2011. ¡Qué calor!)

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Listado de Comentarios

Pedro el negro

Muy cierto eso de enterrado referido al dinero, jajaja. Por cierto, esas judías verdes las hay también en Mercadona.

Manuel de Juan Méndez

Hacia mucho tiempo que no oía lo de garrapatos. La culpa, las malditas latas de redondas, planas, troceadas.. De mercadillos supe bastante en su día. Lo que me alegro y mucho es de leerte aunque sea de tarde en tarde. A los que somos carrozas, siempre nos traes recuerdos e historias que nos gustan, porque nos hacen recordar y reflexionar. Muchas gracias Manolo

Jota

Hoy por fin han crecido un montón de camiones, entre ellos uno con la "Betsy" de Cars, porque parece ser que por fin les han liberado el otro medio millón para asfaltar lo que antes era zona verde y ahora, sin recalificar ni nada, se convierte en el sepulcro de ese dineral. No sé desde cuándo está en obras este despropósito, se me ha olvidado ya cuando terminaron los baños "con vistas a la calle", y empezaron a trabajar con horario de político: Una mañana un camión tira un poco de riego asfáltico, y quince días después se dan cuenta de que tienen que soterrar la línea eléctrica que atraviesa el solar. En fín, como bien dices tu: ¡Qué Cruz!

A Manolo de Juan y Jota

Pues sí, amigo y hermano, así es la vida. Se ha enterrado allí el dinero y los contribuyentes estamos como si hubiésemos sido invitados a una partida de caza de gamusinos, a verlas venir, asomándonos las velas a las narices, mientras otros nos tocan las propias narices. Y no os preocupéis por el espacio del mercadillo, que los vecinos todavía no tenéis problemas. Ya vendrán... hasta que los arregle el concejal de los mercadillos. No hay concejal para las tonterías, pero sí para los mercadillos.- Manolo