martes, 26 de noviembre de 2013

El coñazo de la fuente de El Faro





Obras, obras, ruidos, ruidos... (Fotos M. L.)


Le leí en estas páginas a Andrés Aberasturi una magistral columna en que hablaba de los temores o terrores nocturnos de aquellos padres que vivían los momentos en que se pasaba la hora pactada de regreso de los hijos a casa y no se cumplía lo acordado (o impuesto). Ese sonido del ascensor al llegar a la casa y la llave en la cerradura ponían fin a la ansiosa espera. Pero a veces el ascensor sonaba y no paraba en el piso y ahí se reavivaban los temores acrecentados por tantas malas noticias. Ese del ascensor es uno de tantos sonidos diarios que se meten en nuestras vidas, como el que atormenta a una camarera del centro comercial El Faro que hace unos días despotricaba contra la dichosa fuente central de la instalación: “Toda la gente entusiasmada mirando la … fuente y yo estoy hasta el moño de ese ruido constante. ¡Qué alivio cuando la apagan!” 
  Parecidos ruidos nos acompañan a todas horas: El del grifo que gotea en el silencio de la noche; las tragaperras escupiendo monedas; la radial o la hormigonera que espera a que se haga de día para empezar a atormentarnos (y eso que dicen que estamos en crisis y no hay ya obras); el camión de la basura que todas las noches me recuerda que ya va siendo hora de irse a dormir; el tableteo sobre las aceras de la máquina que arrastra los palés hasta el supermercado; los chirridos de los frenazos de los coches; las sirenas de las ambulancias, de la policía, de los bomberos; el arrastre de los sillones de algún vecino cuando son movidos para limpiar debajo; el molinillo zumbón del bar; el extractor de humo; los coches discoteca; el soniquete que en las mañanas me trae el mensaje del tapicero que ha llegado, señora, a esta localidad; el afilaor, con su chiflo, vaya, algo más agradable como los canarios que tiene el peluquero Youssef ahí junto a la estación de autobuses… 
  A veces molestan, pero todos esos sonidos son la vida que pasa.

(Publicado en la edición impresa de HOY el martes 26 de noviembre de 2013)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El lejío de la verguenza







( Bueno, pues esto era el lejío de la verguenza esta mañana del lunes 4 de noviembre. ¡Fantástico! )


 A mis cortas luces que es extraño que aún no se haya dirigido a Badajoz ninguna productora de cine o televisión pidiendo permiso para rodar unas escenillas en el lejío de la vergüenza. Por Puerta Palmas se rodó ‘La guerra empieza en Cuba’ allá por el año 57 del siglo pasado, pero seguramente el rodaje no incluía apariciones o cameos del alcalde y algún concejal, que tal vez es lo que ahora exigiría el excelentísimo para otorgar el permiso, porque conocida es la afición de la casta política en general a colocarse delante de la cámara cuando va a salir el pajarito (de la cámara). Ahí sería nada, si se hiciera una película con la Corporación abrazada a las palmeras desecadas o bien saltando entre ellas –con taparrabos, para ocultar las vergüenzas- asidos a las lianas, como Tarzán (hubo en tiempos un concejal al que apodaron Tarzán, pero era una broma). Pues in illo tempore fue cuando apareció la primera mención que se recuerda del lejío de los chinatos, o al menos de la que se tiene constancia escrita.
  Y viene esto a cuento porque Jaime Olivera, ese entusiasta vecino de Santa Marina, en la revista El Ancla de la Asociación de Vecinos Pacientes (¿por qué no añadirle el adjetivo?) de Santa Marina me cuelga a mi la medalla de haberme inventado la frase del lejío de los chinatos. Que no, Jaime, que el mérito fue de Gabriel Montesinos, que aunque muchos no lo recordarán bien fue alcalde de Badajoz, por carambola tras la dimisión de Manolo Rojas. Y él se lo inventó y este plumilla lo remachó.
  De rodarse la película hoy sería en este lugar, con los actores deambulando a tiro limpio por las dársenas vacías del parking, los vecinos agarrados a los barrotes como en Alcatraz, aves revoloteando como los de ‘Los pájaros’ terroríficos de Hitchcok, cientos de coches buscando aparcamiento,… Lo dicho, el lejío de la vergüenza. Pasen y vean porque Badajoz es una ciudad de cine. A vé…

(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 4 de noviembre de 2013)