miércoles, 25 de septiembre de 2013

Un batería en oferta






( Imágenes del Jesús-Jesús que campea en las farolas del Puente de la Universidad, con los nuevos accesos a Las Moreras y la Taberna Camarón, en Sinforiano Madroñero. Fotos: M. L.)

No es una batería de cocina. Es un batería de los de música de chimpún y tachín-tachán quien se anuncia en las farolas de Sinforiano Madroñero, al lado de la taberna Camarón. Dice tener instrumento propio (sic) y lo divulga encaramado a las farolas, como el Jesús que aparece forrando las luminarias del Puente de la Universidad, un Jesús al que quieren difundir  los seguidores de la Iglesia Pentecostal Unida de España (sic, así, como suena) quienes tienen sede en Badajoz en la calle Rey Mudafar. Como se entere el progre Papa Francisco ­-¡buenos estarán los que usted y yo sabemos!- de que han forrado las farolas con sus proclamas (por lo que he leído la cosa es que Jesús viene, a vé) es capaz de salir tras de ellos con una fregona en la mano… Este es el Badajoz que uno se encuentra tras mes y medio campando alegremente por el mundo mundial. Un Badajoz en el que me tropiezo en El Corte Inglés al doctor Antonio Tinoco comprando cacharrinos informáticos para sus estudiantes del Master de periodismo que va a impartir con la Uex y este periódico. Se va a enfrentar a más de 30 alumnos periodistas, que quieren aprender más porque buscan trabajo. Más crudo lo tendrá la seño Marisa en la clase de mi nieto Ricardo, en el nuevo colegio de Llera, con más de 25 crías de universitario de sólo tres años que pelean con la plastilina, como un pescador al que he visto riñendo en las laderas del Guadiana, allí donde se hace el festejo de los fuegos de la noche de San Juan, vigilado por su perro y tres docenas de patos ante el Puente Real y la Torre de CajaBadajoz. Allí empieza el Puente de la Universidad y desde él puede verse que ya han culminado las obras para el paso hasta Las Moreras bajando por  el nuevo acceso hasta las calles de Fernando Pérez Marqués y Mario Rosso de Luna. Más maestros: veo de lejos al maestro y ex alcalde de Badajoz Luis Movilla, al ingeniero Paco Mira Tur, al maestro tocayo Manolo López… en fin, esto es Badajoz: se ofrece batería con instrumento propio, a vé…

(Publicado en la edición impresa de HOY el lunes 23 de septiembre de 2013)
Post Data: La maestra de mi nieto Ricardo no se llama Marisa, sino Manoli. Perdón. 

martes, 3 de septiembre de 2013

El día está por hacer



Amanecer de agosto en Salvaleón, con el sol visitando el nuevo día (Foto M. L.)

Se llama Francisco Torres, cuenta 75 años y aunque ahora hacía su vida por Badajoz, vio sus primeras luces en Salvaleón, donde nació en una humilde casa de La Podría. Suerte que su madre Isabel no haya tenido que ver el desasosiego de Francisco en estos días. Cuando escribo, desde Salvaleón, aún no se sabe nada de él después de varios días perdido. Vio nacer el sol muchas mañanas desde el risco Barbellío, alumbrando Monsalud y el Alto de las Palomas, inundando de luz los higuerales de Los Plaos, el puente Valdejerez, el barrio de Buenavista y así hasta perderse cada tarde, cuando comenzaban a cantar los cárabos por Los Sortines camino del Monte Porrino, que también pateó buscándose la vida, como toda la buena gente que aún ahora ignora cómo saldrá de esta aventura, si podrá o no contarlo. Jugó a los bolindres o a marro con algunos de sus hermanos, con Victoriano, con Lorenzo “Sevilla”… En torno a la historia de Francisco se resume ahora con destacado acento el interés de todo un pueblo preocupado por él, por saber si se puede hacer algo, si se puede colaborar aunque se sepa que buscarlo parece tarea casi imposible.
Cuando cada mañana Francisco salía a la calle, a la escuela, forzado quizás a trabajar en los oficios más duros, se plantaba ante él toda la belleza del paisaje pero también toda la crueldad de la vida, una existencia que le llevó a emigrar a Francia, donde se buscó la vida con inteligencia y astucia, como siempre han sabido hacer las gentes de esta tierra. En el barrio pacense de San Roque se  hizo un “macha” más, sin olvidar su condición de porrinero sino pregonándola con orgullo. El suyo es, en resumen, el ejemplo de un hombre hecho a sí mismo y al que se le iluminaba el rostro al hablar de su familia, con ese brillo que aflora únicamente a los ojos de la gente buena. Y tras cada amanecer se imponía su lema, el de la gente sencilla: hay que ganarse el pan, hay que salir adelante, está todo el día por hacer.

(Publicado en la edición impresa de HOY el martes 3 de septiembre de 2013)