viernes, 21 de octubre de 2016

El gallo cantador y la radial mortífera




Dos imágenes de la Avenida Condes de Barcelona. Por aquí cerca canta el gallo, tan feliz, dándole a esta barriada agradables aires de pueblo (Foto: M. LÓPEZ)


Quienes me conocen saben que soy más de pueblo que las aceitunas o los pantalones de pana. Por eso no se extrañarán si digo que me gusta la historia esa del gallo que canta por las madrugadas ahí en Condes de Barcelona, dándole solera y sabor popular a una calle que no tenía nada de eso porque una barriada nueva no es nadie hasta que se arropa con costumbres que lleguen a solera y tradición. Que un gallo nos despierte de madrugada es bastante más hermoso que escuchar las peleas y ladridos de perros o los tubos de escape desatados de las motos que destrozan los tímpanos y sí que hacen que a uno le hierva la sangre. Y me hace recordar que los ruidos nocturnos son algo que nos pone de los nervios hasta a los que somos un poco duros de oído. En Badajoz los ruidos de la calle son nuestros grandes enemigos y ello me lleva a preguntarme una vez más por el cumplimiento de las ordenanzas municipales y por quién las hace cumplir. Los que tenemos la suerte (¡) de tener un supermercado a las puertas de casa sabemos ya que algunos días (por no decir todos) llegadas las ocho de la mañana empieza el paseíllo por las calle de los carritos gigantes en los que transportan las mercancías arrastrándolas, no llevándolas. Arrastrando los enormes palés por los acerados y llevándose las baldosas como si fuera de papel fino. A veces ese arrastradero se produce a las cinco de la tarde, lo que en meses de verano no es agradable para nadie.
Pero a quien hay que echarle comida aparte es esa maquinita infernal llamada radial (o a los generadores o a los martillos percutores). Hay barriadas como Santa Marina en las que es incesante ese zumbido maléfico y atronador. Yo a veces me pregunto si no habrá algún ciudadano que usa la radial para recortar los panes viejos y sacar las tostadas. O para preparar el pan para hacer migas. Migas canas, como las de Diego Algaba. A vé...

(Publicado en la edición impresa de HOY el 20 de octubre de 2016, jueves. Página 3)

martes, 18 de octubre de 2016

¿De quién es la culpa?









Pobre Guadiana, que ha de asistir impasible y sin poder rebelarse al deterioro más salvaje que en él, en sus aguas, está causando el ser humano. Estas fotos son sólo un testimonio del trabajo que se está llevando a cabo para tratar de salvarlo de plantas invasoras. ¿Por qué se ha esperado tanto tiempo? ¿Por qué no se le ha metido mano antes al problema? Me pregunto si próximas generaciones podrán disfrutar de un rio limpio, como lo fue en sus tiempos.