sábado, 23 de febrero de 2013

El viento se lleva las páginas de los periódicos




Le pongo esto en copia a tu suegra de Badajoz  para que se entere de la cosa, de que aquí andamos así: me cuesta vender los guarros, no consigo que me paguen el alquiler del apartamento en la playa, se me sigue cayendo el pelo, he perdido el fuelle y el muelle, las gallinas ponen menos huevos con el frío, me han subido el IBI, la comunidad me quiere cobrar por tener un adsl fastuoso... en fin, que no hay nada de em Palma, ya sabes,… ¿Qué te voy a decir que tu no sepas ya?  Por lo demás, mis cinco nietos bien, mi mujer mejor y yo mirando a la pared, con mi diversión de las clases de la Universidad de los Mayores en las que ahora Emilio González Barroso me ilustra sobre la música del barroco o las semigarrapateas.. ¿Y vosotros?
Yo creo que con este correo que te envío te irás dando por enterado: que los guardinhas atraviesan Badajoz persiguiendo a marteses sin pararse a comprar en El Faro ni a comerse una sencilla ración de migas en el Venero; que ya no me atrevo a reclamar que abran el parking de Conquistadores, de donde estaba el lejío de los chinatos (hace unos días he visto al feliz autor de la frase, el exalcalde Gabriel Montesinos, comprando pescado en Mercadona), no sea que, como he leído en estas páginas que se ha de tragar la tierra, piensen que tengo intereses ocultos en el tema; que no voy a pedir que aclaren lo del hornabeque; que El Pico debe seguir siendo El Pico y nada más; que no sé por qué cuando necesito que haya un municipal resulta que andan todos en otro lado; que veo coches pasar como balas por el Puente Real y resulta que los municipales están a esa hora en el Puente de la Universidad o viceversa; que cuando les da la tremolina arrasan en San Roque con el taco de las denuncias y se olvidan de Fernando Calzadilla y los vendedores de fruta o viceversa…porque esta es una especie de ciudad de la viceversa, ora por aquí, ora por allá. Menos mal que ya ha dicho el vicealcalde Fragoso (anda, aprended del de Mérida, Pedro Acedo, al que se le ha metido la idea entre ceja y ceja y ya tiene vicealcaldesa y sigue de senador), que digo que ha dicho Fragoso que de subirse el sueldo ná de ná, olé el carácter y yo que le aplaudo, y lo afirma pese a que sigan sin encontrar a los asaltantes de su casa y la del presidente del Gobierno este…
Ah, y lo de la copia a tu suegra de Badajoz, pues que esto no es como el sainete montado en ese sitio tan lejano de Badajoz, que aquí no hay Zarzuela, pero hay Rivillas y Calamón, que aunque sólo tenemos un castillo hay  muchos fantasmas, que esta es una ciudad bellamente hermosa y desconfiada, que el dolor del paro y los despidos aún nos deja pensar en las cosas más cercanas y que, ya lo he dicho, no pienso claudicar, espero seguir luchando, quiero que sigan recogiendo la basura también los domingos, que hay mucha y que no basta con levantar las alfombras. Si lo sabré yo, que asisto desolado al triste espectáculo de ver como van cayendo las hojas, los días y el viento se lleva las páginas de los periódicos.

(Publicado en la edición impresa de HOY el jueves 21 de fenero de 2013)

sábado, 16 de febrero de 2013

La fiesta de la calle







– No me distraigas. Hoy venimos a espárragos, ¿no? Cuando vayamos a carteras, a carteras…

Se empeñaba una y otra vez mi acompañante  en llamarme la atención, para que dejáramos la tarea y nos dedicáramos a otra cosa. Y no es que fuera por falta de ganas de trabajar ni de concentración. Es que era lo suyo el vicio de querer mezclar las cosas. Algo parecido a lo que le está pasando a mi imaginación ahora. Y yo le reclamo atención:
-A ti te han pedido que escribas de los carnavales, ¿no? Pues todo lo que sea llevarme por otro sitio es querer distraerme.

Y no, no es como lo de mi socio buscador de esepárragos, pero se le parece. Porque está claro que con todo lo que tenemos encima, no en la nube sino encima, es difícil olvidarse de la situación y ponerse a pensar en Carnaval. ¿Cómo vamos a escribir de carnaval cuando hay listas interminables de corruptos y pajarracos maleantes mezcladas con listas extensísimas de parados, de extorsionados, de explotados…? Pero tal vez no sea del todo malo buscar motivos para la evasión, para echar una cana al aire, para ponerse el disfraz y tratar de pasar de la indignación al alboroto, del llanto a la sonrisa. Intentar pensar en cosas algo más pasajeras y livianas, ver la vida de color aunque luego haya de llegar el miércoles de ceniza después de que enterremos a las sardinas. Por eso quizá sea bueno echar la vista al mundo que nos rodea y tratar de encontrar argumentos para la evasión.

Monago, labrador

Una de las raras habilidades del presidente de la Junta (me cuesta escribir del Gobierno de Extremadura) es la de mimetizarse con el terreno y hacerse a lo que tiene al lado. No me extrañaría nada verle un día cantado la Internacional con Pedro Escobar, puño en alto, aunque eso iba a ser un tanto sorprendente. Pero he logrado un testimonio gráfico que me llama la atención. En estos tiempos en que todo el mundo está a la que cae, alguien ha colocado un cartel anunciador de su actividad al lado de una mula y un arado y su apellido para publicitar el negocio. Bien, nada que objetar. Pero sorprende que los símbolos elegidos sean tan extremeños, aunque lógicamente tratándose de una herrería es sabido que en ellas se fabrican o reparan arados, se pueden hacer y rehacer y afilar vertederas y rejillas, todo ello con el añadido de la presencia de las mulas cascabeleras que son las que cargan con lo más pesado del trabajo. Quien circulaba por la autovía en Badajoz, por el Llano de Pardaleras  se encontraba hasta el día de los vendavales del 17 de enero pasado si iba pensando en las musarañas (es decir, mirando al cielo que está emborregado) con una veleta que anunciaba el oficio del señor Monago, que en este caso ni es el de la política ni es el del presidente de la Junta José Antonio Monago, sino de otro Monago. Más hete aquí que con los vendavales la tal veleta se fue a hacer puñetas. Cuando en la mañana del domingo 20 de enero traté de repetir la foto, buscando más claridad, la tal veleta ya no estaba. Así que dejo aquí el testimonio de la veleta como estaba antes del bamboleo aéreo. 


Campillo, en el comedor

Es sabido que la política tiene extraños compañeros de cama por lo que me permito dar un salto a otro lugar más lejano, el de la Universidad de los Mayores de Extremadura, a cuyas aulas presumo de asistir porque aprender cada día algo nuevo, aunque uno sea ya mayor, no está de más. En esas aulas he tenido el privilegio de asistir en este curso a las clases del profesor/doctor José Enrique Campillo, quien en una de las últimas lecciones de este curso nos ilustraba  a los alumnos de 2º sobre las ventajas y los inconvenientes de la comida o, por decirlo mejor, de ciertas comidas. Y defiende y documenta varios aspectos relacionados con la mesa afirmando que a los españoles les gusta hacer dos cosas sin esfuerzo: aprender inglés y adelgazar. Cosas que, evidentemente, o son imposibles de lograr fácilmente  o requieren de muchísimo esfuerzo. Ilustra con refranes sus teorías, como el que señala que “gallina en casa rica, siempre pica”, aboga por comer siempre en compañía, defiende que tras servirse el plato hay que llevar la olla a la cocina y no dejarla encima  de la mesa y, finalmente, señala que comer es la cosa más divertida que se puede hacer con la ropa puesta. Esta afirmación levanta las sonrisas del picarón auditorio que enseguida quiere buscarle las cosquillas al gato. Buen hombre y divertido experto al que lo mismo le gusta hacer una maratón que, estoy casi seguro, salir de juerga en Carnaval.




Echarse a la calle

Porque para echarse a la calle en Carnaval hay que estar dotados de una cierta fortaleza. El carnaval es la fiesta de la calle y ya sabemos que desde muy niños a los seres humanos una de las cosas que más nos gusta es la calle. Eso lo saben bien los padres que están acostumbrados a calmar los nervios o los llantos de los niños enseñándoles la puerta de casa y jaleándolos al grito de ¡nos vamos a la calle! Es raro el niño que resiste a esa tentación y si la tierna criatura ya conoce las delicias que le esperan fuera de casa, rápidamente se irá flechado a la puerta buscando el bálsamo callejero donde encontrará por igual juegos o chucherías (si lo piensan bien, es lo mismo que los mayores buscamos también en la calle, aunque no siempre lo encontramos y la culpa será nuestra, las más de las veces  por no saber buscar, tanto juegos como chucherías).
Aunque la calle tiene sus peligros. Si en estos días carnavaleros nos retiramos y buscarnos un sitio para descansar, aunque sea un humilde umbral, podemos encontrarnos con sorpresas como las que nos dan algunos carteles a las puertas de bloques de viviendas o de oficinas, donde no quieren tener vecinos sentados interrumpiendo el paso. No se extrañen, pues, si en estos días se encuentran con carteles que les avisan de que busquen otro sitio para sentarse. 

(Publicado en la Revista oficial del Carnaval del Ayuntamiento de Badajoz, en febrero de 2013)

miércoles, 6 de febrero de 2013

No es broma, es increíble


Los dos caminan de casa al Lidl a ver las ofertas, las manos en los bolsillos, carretera de Valverde adelante.
Va Uno y le dice a Otro, con ojos aviesos, mirando de soslayo:
-Tenemos que hablar.
Y contesta Otro, con la capucha de la cazadora de cuero echada, bufanda tapándole hasta las orejas:
-¿Sobre?
Y replica Uno, con cara de enojo, pero cuchicheando porque a lo lejos ha visto venir s a tres jubiladas, cargadas con la esterilla que usan para hacer gimnasia, nada de Pilates ni cosas de esas, oiga:
-De sobre, nada. Es que ya han arreglado el reloj de la rotonda de Carrefour, en la carretera de Valverde, que llevaba un par de años estropeado. 
Y pregunta Otro:
-¿Y tb (también )han arreglado el de la rotonda de la carretera de Olivenza, el de la fuente de los anillos, la que decían del huevo frito?
Y zanja escueto Uno:
 -Tb.
Así que, parabienes al concejal de los relojes (que debe haber despertado ya de la siesta en la que ha estado un par de años, porque se le han ido estropeando sucesivamente casi todos los relojes indicadores de la ciudad y con su santa guevez -porque es varón y aquí ya se puede largar, que yo he leído a Luz Rueda escribir cosas peores- los ha ido dejando enfriarse), felicidades a quien lleve el tinglado que no es de una farsa, sino que es el entramado que permite que el visitante que llega a esto (Badajoz) se entere de la hora, el día y si hace frio o calor o cero grados. Y abrazos alborozados también al Ayuntamiento.
Porque esto no es una broma de Carnaval en Badajoz. Es la purita verdad. A vé…

 (Arriba, las dos imágenes del reloj, cuando nunca marcaba la temperatura y ahora que ya sí la refleja. Texto publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 6 de febrero de 2013).