Estas son imágenes de los trabajos que se están haciendo para dotar (?) a la ciudad de una perrera de lujo, la que albergará a los simpáticos canes que son animales de compañía para muchas familias. ¡Qué bonito! Miles de euros ahí. Ea, que no decaiga la fiesta. (Fotos M. LÓPEZ)
Cada vez
que los veo me echo a temblar. Un perro, un perro... Es guay
(¡guau!) ser perrito en Badajoz. Ahora les están haciendo un
hotelito de lujo en el parque del Guadiana, qué maravilla (una
buena ambozá de euros, varios miles, ahí es nada). Para
defecar, para saltar, para graduarse la vista, para jugar con
balones medicinales, para balancearse... Mecaguenla, no tienen
zona de manicura, no les harán las uñas, no les depilarán,
sólo les faltaba eso... Pienso en que lo que a un perro le
gusta es el campo, triscar, saltar. A mis cortas luces que los
parques del Guadiana no son el lugar adecuado para la estancia
de perros, ahí no están bien. Ni los gansos. Que se los lleven
al campo, que es su habitat natural. Tampoco están bien
encerrados en los pisos, en espacios en los que no pueden
correr, ladrar libremente.
La
que rige Badajoz es una Corporación democráticamente elegida.
Yo voté y sé a quien voté. No tengo más narices que asumir
lo que ellos han decidido hacer aunque no me gusta, pero tienen
los votos. Y me temo que, en mi opinión, los que forman la
mayoría se han equivocado. No quiero una ciudad esclava de los
perros, de las cagadas de estos y de las de los gansos del
Guadiana. No quiero una ciudad llena de baches, de aceras
destrozadas, de miles de metros de cables desatados en las
paredes, de un Guadiana moribundo lleno de nenúfares asesinos,
de adoquines levantados, de cientos de coches pitando porque no
saben dónde aparcar (y porque quieren llegar en coche hasta la
puerta de su casa). Quiero una ciudad en la que pueda ver de vez
en cuando a policías municipales ayudando a los ciudadanos...
No quiero una ciudad abandonada a su suerte, que es lo que
parece este Badajoz ahora mismo, como el que se levanta y le
dice a su hijo parado búscate la vida, chaval... Y no quiero
una ciudad en la que me obliguen a hacerme el simpático con los
perros. Que sean ellos los que corran con el rabo entre las
patas ¡guau!
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