Era yo un tierno infante cuando oía
historias de contrabandistas del café en Badajoz, mochileros que divulgó el
escritor Antonio Ballesteros Doncel. Se daban cita en las traseras de la Coca
Cola luego de haber pasado de Portugal a España con su cargamento a las
espaldas, atravesando el Rio Caya o Caia. También en ese lugar, traseras de
Coca Cola, se citaban a lomos de sus “ducatti”, los buscadores de los pichones
que caían muertos tras los disparos de los tiradores que competían por las
apuestas y por deporte (¿). La fábrica de Coca Cola que está siendo demolida
era un símbolo. En sus pistas, que nos cedía Pepe Gómez Capilla, hice mis
pinitos en el tenis jugado con Teresiano Rodríguez Núñez, mi director, y mis
colegas Julián Leal y el fotógrafo Alfonso Rodríguez, que tenía fuerza para
mandar las pelotas a la frontera de Caya. Al lado se alzaba el frontón del Tiro
y después apareció ‘Dard’ys, que gestionaba Eduardo Polanco y donde escuché por
primera vez cantar a Ángel de España, quien arrebataba a los comensales cuando
cantaba “me quemaste, me quemaste”. Allí, junto a Dardy’s, cuando yo era aún un
joven prometedor, trajo la Asociación de la Prensa de Badajoz a su Caseta de la
Prensa en las ferias de San Juan, a Los Mustang, los Lone Star y el Duo
Dinámico con Manolo y Ramón cuando aún no sonaba su “Resistiré”, sino “Esos
ojitos negros” y otras por el estilo. Hasta hace cuatro días, como quien dice,
he tenido en mi casa las toallas de la Fanta naranja que me regaló Pepe Capilla
y me acompañaron algunos veranos a La Antilla y otros lugares de evasión. Ahora
se va la fábrica de Coca Cola, como se fue el Tiro, Dardy’s y los salones
Murano. Menos mal que aún, confiamos, nos queda el mes de abril. Ese no nos lo
robarán, espero.
martes, 19 de abril de 2022
La Coca Cola, Ángel de España y el Duo Dinámico
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