miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sólo unas señales, por favor







A veces a nuestros responsables municipales les está dando miedo
meterle el diente hasta atrás a temas que son de gran importancia para
el común de los contribuyentes (a fin de cuentas, eso es lo que somos,
contribuyentes. Y nada más, a menos que nos opongamos con fiereza y
logremos quitarnos de encima esa cadena que nos ata hasta que nos
caduca definitivamente el DNI. Ya nos entendemos.) La limpieza, la
limpieza de nuestras calles, ese es el meollo de la cuestión. En el
caso que más me preocupa, el de Badajoz, la situación parece que va
estando un poco mejor después de que la docena de guarros y guarras de
mi calle hayan empezado a darse cuenta de que hay una cosa que se
llama contenedor y no hay que dejar la bolsa de la basura escondida
entre los coches. Igual que en la calle en que me honro en vivir, que
parece que hay una miaja más de limpieza, está pasando en otras y de
ello me alegro.

Pasado el sarampión de los primeros días, hay gente que por fin ha
caído de la burra y ya se han dado cuenta de que es necesario andar
los cincuenta o cien metros que nos separan del contenedor. Eso sí,
hay otras muchas personas que no han llegado a verlo todavía y
persisten en que sean o seamos lo de demás quienes les recojamos las
basuras de allí donde las dejan, por lo general escondidas entre
coches.

Y si grave es eso, no es moco de pavo el caso de los dueños de perros
que tienen Badajoz hecho un asco. Hay muchos vecinos cumplidores y
ejemplares que sacan a sus bichos a pasear provistos de una bolsa para
recoger las cacas y echarlas a un contenedor con la bolsa tapada, para
evitar contagios y malos olores. Pero hay muchos vecinos y vecinas que
entienden que las cacas de las perros tienen como destino los zapatos
de los demás. Y no debería ser necesario, pero no estaría de más que
hubiera en lugares estratégicos unos cartelitos avisadores de la
prohibición de que los perros suelten su 'mercancía' allí donde sus
dueños los colocan a hacer sus 'oficios'. A este respecto acabo de
encontrar en La Antilla, una población tan vinculada a Badajoz,
carteles junto al mercado que recuerdan gráficamente a los ciudadanos
la prohibición de que sus perros hagan en cualquier lugar lo que les
parezca. No basta con los carteles, hace falta educación. Y tampoco
estaría de más algún agente de la Policía Local dedicado a hacer un
seguimiento a esta cuestión, especialmente en aquellos lugares que
supuestamente están pensados para el esparcimiento de menores que son
quienes más riesgo tienen de coger infecciones y llevarse a casa la
suciedad de los perros de otros. ¡Guau!


A la izquierda, la Avenida de Castilla, remozada, que ha quedado de dulce. Repreparada y totalmente solitaria en estas fechas. Y a la derecha, señal dirigida a los dueños de los perros, junto al mercado de La Antilla. A lo mejor se podrían colocar algunas iguales en Badajoz. (Fotos, M. López)



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