jueves, 6 de junio de 2013

El alcalde y el pan nuestro de cada día






 En la Avenida Fernando Calzadilla se cita una 'tropa' multicolor que da vida a la Santa Marina Alta. (Fotos M. L.)


Como Paco Umbral, iba yo el domingo a comprar el pan con la camisa de disanto. Era en Fernando Calzadilla, como me recuerda aquí el funcionario columnista Diego Algaba, cuya vista guarde santa Lucía muchos años (él me ve esbelto, ¡la virgen santa!). Después de sonreír a la rumana, me percaté de que allí dentro estaba guardando cola el alcalde Fran Fragoso. ¡Ostras! Yo iba detrás de él. Con lo cual, ya puedo enmendarle la plana a Paco Umbral, así que empiezo de nuevo: Íbamos el domingo a  comprar el pan el alcalde y yo (él un pan blanco, uno normal y un bollo integral; yo, medio pan negro, o sea, del bien cocido) y cuando entré le dije a la señorita dependienta, Liria ella que así se llama (sic)…
   “¿Tu te has fijado en que tienes comprando el pan al alcalde de Badajoz?” Y ella me miró como el que oye llover.  De repente me di cuenta de que era la primera vez en mi vida en que el actual alcalde y yo podíamos cruzar unas palabras. Jamás habíamos hablado. Y se me agolpó todo lo que pensaba decirle. Me miraba él como diciendo quién es este tío con la camisa de domingo, él que iba de lo más sport. 
  “Ahora -me confesó- a pasar el día con los niños, que a la tarde tenemos la procesión del Corpus…”
   Claro, claro, pensé, pétalos y pan blanco. Y con eso me derrumbó. Porque yo iba a contarle así,  por lo más próximo y cercano, que en esa misma panadería-dulcería aparecen algunas mañanas un par de niñitos rumanos, como de 10 a 12 años, que son colocados en esa avenida de Fernando Calzadilla por la que puede ser su madre treintañera, que los echa al bar La Marisma, a cá de Jóse Paule, en la parada del autobús, en el chino de El Elefante, a las puertas del estanco, delante del Merkal, en la Alacena de Marisa, en el bar de Pepe Durán La Fenêtre, en el Dia, en el Banco de Santander… a ver si alguien les pone un eurillo en la mano, mientras la madre vigila y vigila. Quería contarle al alcalde que una mañana, a eso de las 12, llamé al 092 a pedir que alguien hiciese algo, que esos niños están siendo explotados, que debían estar en algún colegio… 
  Muy amablemente, señor alcalde, el municipal del teléfono me dijo que no disponía de patrullas en ese momento para enviar y tratar de proteger a esos niños y hacer que se cumplan las normas de nuestro Estado de Derecho. ¿De Derecho? No me pareció adecuado amargarle al alcalde el pan de ese día de domingo, que además tenía que ir a la procesión del Corpus y también tiene derecho al descanso, aunque sea solo un rato en la mañana del domingo, después de comprar el pan.
  El alcalde se mostró encantado de saludarme y por iniciativa suya nos chocamos la mano. Me acordé de todos los alcaldes a los que choqué la mano: Jaime Montero de Espinosa, los accidentales Juan Salas o Manuel Fernández Meleno, los titulares Luis Movilla, Manolo Rojas, Gabriel Montesinos, Miguel Celdrán… Señor alcalde, que hoy tenga también un buen día y, con todo el respeto y sin mala intención, con su pan se lo coma. Pero busque patrullas para que esos seres indefensos dejen de ser explotados.

(Publicado en la edición impresa de HOY el jueves 6 de junio de 2013)

No hay comentarios: