lunes, 29 de diciembre de 2014

La pájara de Badajoz

A mis cortas luces que no debe haberle hecho gracia a ella que Joaquin Sabina haya dicho que le dio al acabar el concierto un ramalazo de miedo escénico, un pastora-soler.
Sin duda que no es plato de gusto que a alguien le pase lo que sucedió al de los diecinueve días y las quinientas noches, pero después de sus muchas noches en vela, y de cantar a Chavela, no es de extrañar que le ocurriera eso. En el argot ciclista se emplea otra expresión para describir situaciones parecidas, que es la que podríamos aplicarle a Badajoz -la capitalina, que dice Alonso de la Torre-, a la que de cuando en cuando se le aparece una pájara que a esta ciudad de los miles de fantasmas le cuesta quitarse de encima. Ayer mismo, martes, iba servidor por el casco antiguo para celebrar mi sesenta y muchos cumpleaños (sí, hijo, sí) y puede comprobar que los mismos defectos y los mismos vicios siguen presentes, aunque ya hay menos coches en doble fila, porque el fotomatón ese de coche con ruedas impone un respeto.Pero seguimos viendo cacas de perros, conductores que no respetan los giros prohibidos a la izquierda, tablones y maderas al lado de los contenedores arrojados por desaprensivos, bolsas de basuras escondidas en los bajos de los coches, socavones y tuberías reventadas como las de Ciudad Jardín… Sigue sin haber un cartel en los contenedores que diga a qué horas está permitido tirar la basura, siguen cruzando sesentones y setentones con bastón por el lugar en el que no están los pasos de peatones, lo mismo en Carolina Coronado que en Ricardo Carapeto que en Fernando Calzadilla… No quiero una ciudad tomada por la Policía, pero a veces se les echa de menos en la calle y parece que se hubieran ido todos a espantar la pájara de esta capitalina a la que yo no cambio por ninguna otra.(Publicado en la edición impresa de HOY el 19 de diciembre de 2014)

No hay comentarios: