jueves, 29 de enero de 2015

Después de que pasa el afilaor








(En las fotos, algunas imágenes recientes y otras no tanto de calles de Salvaleón, por las que transitó Fernando, el amigo que se nos fue. Fotos M. LÓPEZ)

 En la mañana del domingo 18 pasó por las calles de mi pueblo el afilaor. Lo moderno ya es que el afilaor no vaya con su bicicleta y se detenga a afilar cuchillos y tijeras que le entregue la gente, valiéndose de los pedales y la piedra de afilar. Ya el afilaor acude en coche, con un pequeño motorcillo y es la casette del vehículo, con una música grabada, la hace que suene esa melodía tan conocida, que nos recuerda que llega ese artista de los cuchillos y las tijeras. Creo que  a mucha gente esta música le trae malos recuerdos. Por eso Gloria, la mexicana asentada en Salvaleón, torció el gesto cuando oyó la música. “Mala cosa es”, dijo. “Vamos a tener una muerte segura”. Y así fue. Al día siguiente se nos murió Fernando Serrano Mangas, cuyos restos mortales ya reposan en Salvaleón, su pueblo y el mio.  
Fernando era un personaje inevitable en el paisaje porrinero, asentado al terreno, como las encinas. Desde su infancia, desde sus aventuras y correrías por la calle Santa María, donde nació, soñó galeones y pecios lejanos, hasta hacerse un hueco importante en el panorama de los investigadores españoles. Hijo de José Serrano el electricista, con su aire socarrón y de intelectual despìstado, ejerció sus numerosas habilidades investigadoras y se ganó el aprecio de quienes le conocieron y tuvieron la oportunidad de escuchar sus agudas observaciones sobre cuanto le rodeaba. Entre sus travesuras de juventud destacó la edición y publicación de una revistilla que hacía a mano y editaba a base de fotocopias. Su nombre, “El Achacoso”, da idea del espíritu satírico que le caracterizaba, un espíritu que acompañó toda la vida de su autor. Tengo que confesarte, Fernando, que con esta visita última llevo ya perdida la cuenta de las veces que el afilaor ha pasado cerca de mi vida. Y que no quiero oírlo más.

(Publicado en la edición impresa de HOY el miércoles 28 de enero de 2015)




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