sábado, 16 de enero de 2016

Y ahí esta la pala


(A petición del respetable público, vuelvo por donde solía).
Nada, que por fin va a aparecer la tantas veces buscada. Se podrá cantar "ahí está, ahí está viendo pasar el tiempo...", pero no será la Puerta de Alcalá. En lo más profundo del lóbrego y seguramente maloliente sótano, por allí por donde se almacenan las calderas de Pedro Botero, en las entrañas mismas del lejío de los chinatos. Tras una larga espera, los ejecutivos del Banco ese de difícil nombre van a encontrarse la dichosa pala de oro, cuando procedan a baldear los bajos del parking de Conquistadores y se apresten a tapar los huecos que habrán hecho los topos y los miles de animales varios que han tomado posesión durante años del singular edificio (¿y las palomas, qué hacemos con las jodidas palomas?). Será sin duda un sueño, porque tal vez aparezca la pala de oro, que tantos concejales (los de las tonterías y los otros) han estado buscando. Ahora que parece que por fin hay un plazo definitivo para que se abra el dichoso parking no estaría de más de más que a la inauguración invitasen a algunos de los albañiles y maestros de obras que han ido pasando por el trance de buscar con ahínco el útil elemento constructivo. Pero para ello habrá que echar para atrás a algunos concejales que seguro querrán ponerse en primera fila, como le ha pasado la semana pasada a los populares que han acudido al olor del incienso que rodeaba por las calle Menacho al señor Rajoy (allí andaba el candidato Alejandro Ramírez del Molino, entre otros, al que le han hecho para los carteles electorales seguramente la peor foto de su biografía, sólo comparable a la no menos lamentable foto de Fran Fragoso en la campaña de las municipales. Con la de buenos fotógrafos que hay por ahí deseando que les hagan un encargo). Algunos de los que sigan siendo concejales al final de verano, para cuando se anuncia el evento de la apertura del parking, estarán deseando  estar presentes cuando entren con sus coches los primeros vecinos que accedan a este que parace ser un sancta santorum de Badajoz, por lo reservado que ha estado todos estos años. Yo no sé por qué ningún avispado joyero ha hecho ya una pala de oro como insignia para colocar en la solapa. Sería un estupendo regalo navideño, lo mismo que la escoba de oro esa que dicen que ya tenemos. Pala de oro que podría entregarse al primer ocupante del parking, allá por septiembre, cuando ­-como decía un colega mio-­ "pase el estiaje".

(Publicado en la edición impresa de HOY el 7 de diciembre de 2015)

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