Los abuelos
recientes, como Manolo Becerro, acuden
a San Francisco a contemplar pasmados y felices los asombros de sus nietos. Asisten
a las miles de preguntas de los niños que quieren aprenderlo todo de golpe. A Manolo le preguntará su nieta Greta,
recién llegada a este mundo, si
los caminos y las carreteras se hacen y él contestará, como yo, que no,
que están trazados por otros y no se hacen, se escriben.
Los pajarillos y las asquerosas palomas
hacen sus caminos en el cielo de Badajoz. Ellas buscan las cornisas en las noches,
tras la hora dudosa que se inventó Paz
López (esa hora que va de las 9:00 post meridiem a las 10 p.m., o
sea, cuando el concejal-teniente de alcalde sale de paseo con su moto de
600 y pico c.c.), para dejar
caer su apestosa y sucia descarga (la de las palomas, ¡eh!). ¡Qué asco
de palomas en Badajoz! Ahí no hay
concejal que sea capaz de ponerles remedio (como tampoco el teniente de
alcalde es capaz de poner orden en su corbata) y las esquinas de la calle del Obispo, el campo de San Juan, Fernando Calzadilla, la Avenida
de Huelva, Ricardo Carapeto, la
de Colón, ofrecen un lamentable
espectáculo de excrementos palomares que ¡vaya tela!
En esa hora dudosa uno se acerca al quiosco
de San Francisco y no sabe si pedir
una tónica o una caña para acompañar un rato de lectura reposada que Miguel Murillo vigila, mordaz, desde la
Terraza del López de Ayala, a la que él ha subido para espantar las palomas porque Onofre no le hace ni caso. Mientras,
los del vaso largo siguen aún en La
Marina y Antonio Abril, el jubilado
de lujo de Sonytel, reclama un poco
de plática a los paseantes de Damián
Téllez, en el banco al lado de donde Hilario
dormita y Horacio bromea con el carnicero
Alberto Cerrato sobre la casta esta
que nos gobierna, mientras unos desaprensivos, con cara de amantes de los animales, llevan sus perros a defecar en los mismos
jardines de Damián Téllez en los que unos niños harán su primeros pinitos de paseantes mirando
el hermoso volar de las palomas, sembradoras de cacas por todas partes sin
concejal que pueda con ellas, porque éste está buscando la moto, esa de la que Los Inhumanos (unos músicos, oigan) conminan al concejal,"de la moto tírate..." Y mientras Greta, la nieta de Manolo Becerro, crecerá soñando palomas y caminos.Bienvenida, Greta.
(Publicado en la edición impresa de HOY el viernes 8 de agoso de 2014. El titular apareció cambiado)
http://manololopezgarcia.
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